Revista Psicología

Qué se gana y qué se pierde con el WhatsApp

Por Davidsaparicio @Psyciencia

Qué se gana y qué se pierde con el WhatsApp

La comunicación es algo que los psicoterapeutas observamos, cuando los pacientes se expresan, comparten sufrimientos y alegrías. A la clínica ya no vienen pacientes (al menos no es el principal motivo de consulta) por disfunciones sexuales (anorgasmia, eyaculación precoz, impotencia) sino por la falta de deseo. Eso tiene que ver con la falta de sentido, que es la etiología de la depresión. Para Hazán y Titze “la falta de sentido es también una falla en la finalidad” (2011, p. 31). Ejemplifican utilizando el párrafo de “Alicia en el País de las Maravillas” de Carrol, cuando Alicia diálogo con el gato de Cheshire:

“Minino de Cheshire -empezó Alicia tímidamente, pues no estaba del todo segura de si le gustaría que le llamase así. Pero el Gato no hizo más que ensanchar su sonrisa, por lo que Alicia decidió que sí le gustaba-. Minino de Cheshire,

¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?

- Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar – dijo el Gato.

- No me importa mucho el sitio… – dijo Alicia

- Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes – dijo el Gato.

- … siempre que llegue a alguna parte – añadió Alicia como explicación.

- ¡Oh, siempre llegarás a alguna parte – aseguró el Gato- , si caminas lo suficiente!” (Carrol, 1998, p. 49).

“La falta de sentido es también una falla en la finalidad”

El exceso de estímulos externos ha ido en detrimento de la memoria y la atención, y en la dificultad de enfocarnos en objetivos precisos, acordes al sentimiento de comunidad. Recordemos al premio Nobel de economía Herbert A. Simon: “la abundancia de la información da lugar a la pobreza de la atención”.

Teorética de la comunicación

Las personas representan su mundo a través de dos sistemas complejos de comunicación: el digital, relacionado con las palabras y el analógico mediante una semejanza auto-explicativa, como puede ser un dibujo. Ambos sistemas intervienen en cada acto comunicativo, pero muchas veces, más importante que las palabras son los gestos, el porte, es decir, lo que se conoce como lenguaje no verbal.

La comunicación analógica es para Watzlawick, Beavin y Jackson, toda comunicación no verbal: postura, gestos, expresión facial, inflexión de la voz, secuencia, ritmo y “la cadencia de las palabras mismas y cualquier otra manifestación no verbal de que el organismo es capaz, así como los indicadores comunicacionales que inevitablemente aparecen en cualquier contexto en que tiene lugar una interacción” (p.63) Al respecto, es dable diferenciar signo de símbolo, según el “Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje” de Ducrot – Todorov (1976):

“El signo como una entidad que: (1) puede hacerse sensible, y (2) para un grupo definido de usuarios señala una ausencia en sí misma. La parte del signo que puede hacerse sensible se llama, para Saussure, ‘significante’; la parte ausente, ‘significado’, y la relación que mantienen ambas, ‘significación’.

Un signo existe, sin duda, aunque no sea percibido, pensemos en todas las palabras de la lengua española en un momento dado del tiempo: no tienen ninguna existencia perceptible. Sin embargo, esa percepción es siempre posible.

El signo es siempre institucional: en este sentido, sólo existe para un determinado número de usuarios. Fuera de una sociedad los signos no existen. No es justo decir que el humo es el signo ‘natural’ del fuego; es su consecuencia, o una de sus partes. Sólo la comunidad de usuarios puede instituirlo como signo” (pp. 125, 126).

El signo denota, señala, refiere e indica y pertenece al mundo de las convenciones (“plano objetivo”). El símbolo, es connotativo, hacer significar a la palabra varias ideas, una principal y las demás complementarias, es arbitrario (“plano subjetivo”).

Uno de lo principales teóricos de la comunicación, Paul Grice propuso en 1975 cuatro reglas constitutivas de un diálogo:

(i) Cantidad: hacer la contribución tan informativa como sea requerida; no hacerla más informativa de lo requerido.

(ii) Calidad: que la contribución sea verifica; no afirmar lo que se cree falso; no afirmar lo que no está comprobado.

(iii)Relación: ser pertinente, comunicar a propósito.

(iv)Modalidad: ser claro; evitar la ambigüedad, ser conciso; expresarse ordenadamente.

Oswald Ducrot (1979) enumeró las cinco leyes del discurso:

(i) Ley de sinceridad: no decir lo que se cree cierto o advertir al destinatario.

(ii) Ley de interés: es mejor hablar de lo que interesa, esta ley es frecuentemente violada porque cada interlocutor puede poner su palabra a otro.

(iii) Ley de información: no es posible informar sobre lo que se ignora.

(iv) Ley de exhaustividad.

(v) Ley litote (atenuación): figura retórica en la que no se exorase todo lo que se quiera dar a entender o en negar lo contrario de lo que se quiere afirmar.

Estas dos últimas no pueden ser respetadas simultáneamente.

En resumen: digamos con Sylvain Auroux, “una frase clara y correcta no siempre es suficiente para hacerse entender”.

¿Qué es el WhatsApp?

Es una aplicación de mensajes que permite a los usuarios enviar y recibir mensajes de texto, de voz, imágenes y vídeos a través de internet o por medio de un plan telefónico de forma instantánea. Surge en 2009 y el 21 de enero 2014 logró un éxito impensado para las empresas multinacionales, más de 54.000 millones de mensajes circularon en todo el mundo. El término es un juego de palabras del inglés “What’s up?” la traducción al español sería: “¿Qué pasa?”

La aplicación viene a complementar a los viejos SMS (“Short Message Service”) porque permite una circulación de datos mayor y más económica que el sistema anterior. Esta herramienta beneficia a los usuarios para organizar grupos y comunidades.

Los avances tecnológicos no están acompasados con la utilidad que reportan esta nuevas tecnologías. Es fácil ver en el ámbito público a todos “conectados” por sus celulares creyendo en la ilusión de evadir la soledad o el contexto.

Observaciones clínicas

Siguiendo la metodología utilizada por Adler, quien prefería utilizar el transporte público para observar cuáles eran las motivaciones de los individuos, es plausible observar una incremento, detrás de la “aparatología”, de un miedo a la comunicación directa, miedo al otro y al contacto.

Vivimos una “esquizofrenia masiva”, socialmente aceptada

Podríamos diagnosticar, sólo metafóricamente, que vivimos una “esquizofrenia masiva”, socialmente aceptada. Sin embargo, cuando afirmamos, desde un punto de vista comunicacional, que un fragmento de conducta sólo puede ser estudiado en su contexto, los términos de normalidad y anormalidad pierden su significado como atributos de individuos (Watzlawick, Beavin & Jackson, 1971).

El planteo de los autores mencionados supra indica que: (1) no es posible no comunicar y (2) toda comunicación implica un compromiso y por tanto, define el modo en que el emisor concibe su relación con el receptor.

Si observamos el comportamiento de un etiquetado como esquizofrénico, haciendo a un lado las valoraciones etiológicas, diríamos que trata de no comunicarse (síntomas negativos para hacerle una concesión al lenguaje psiquiátrico). Pero, como fue mencionado anteriormente, el sinsentido, el silencio, el aislamiento, la inmovilidad o cualquier otra manera de negación conforma en sí misma una comunicación, “el esquizofrénico enfrenta la tarea imposible de negar que se está comunicando y al mismo tiempo, de negar que su negación es una comunicación (…) el esquizofrénico se comporta como si evitara todo compromiso al no comunicarse” (Watzlawick, Beavin & Jackson, 1971, p. 51).

Extemporáneo vs. contemporáneo

En el trabajo de Virgil Gheorghiu “Dios sólo recibe los domingos”, se relata que un escolar sacó la mejor nota porque cuando llegó la inspectora y encomendó a la clase una composición:

¿Cuál ha sido el mejor invento de la historia?. El escolar respondió que “el mejor invento de todos los tiempos ha sido el teléfono porque terminó para siempre con la soledad entre los hombres”.

Hoy el teléfono fijo ha sido respaldado por el celular.

Es el caso de una anciano ciclista que vive solo en el campo, nos contaba que el celular le cambió la vida porque logró conectarse con un primo que no conocía y viajó 50 km para tener un encuentro en la plaza pública. Esto es un re-descubrir la vida y ampliar los vínculos.

 WhatsApp es un medio pseudo-intelectual porque hay escritura pero no hay contacto

En un test junguiano, para determinar el grado de extraversión o de introversión se pregunta: ¿Prefiere escribir una carta o hablar directamente? O ¿Hablar directamente o por teléfono?.

Hablamos por el celular, o un teléfono fijo o mandamos un WhatsApp, para no poner la voz. El teléfono fijo es un artilugio para hablar con el vecino sin entrar a la casa, evitar contacto, el WhatsApp es un medio pseudo-intelectual porque hay escritura pero no hay contacto, no hay voz.

La ondas sonoras que propagan el mensaje no es emitido por cuerdas vocales sino por una máquina. Se podría decir que el WhatsApp ¿nos robotiza? Si esto fuero cierto es dable

decir que psicotiza aunque sea una “psicosis aguda del WhatsApp”. El DSM6 no va a tener tiempo para recogerlo porque ya estará en preparación otra tecnología que lo vuelva obsoleto (extemporáneo).

Recodermos, con vigencia progresiva, el apartado “Solos como perros” de los Estudiantes de Barbiana, Carta a una profesora:

“(…)sobre los hombres también, ustedes saben menos que nosotros. El ascensor es una máquina para ignorar a los vecinos. El automóvil, para ignorar a la gente que toma el ómnibus. El teléfono, para no verle la cara al otro y no entrar en su casa” (Estudiantes de Barbiana, 1967 p.124)

Parafraseando a Umberto Eco el exacerbo de la información provoca amnesia. También lo decía Borges en “Funes el Memorioso”, ese personaje que no podía aprender nada nueva porque no podía olvidar. “Para aprender es necesario olvidar” (Pozo). Para fijar los conocimientos se debe estar en silencio, sin el sonido de alerta (silbido que recuerda que alguien nos escribió por WhatsApp, que con frecuencia no dice nada), ser capaz de buscar y seleccionar la información, comprenderla, asimilarla y ordenarla en las estructuras cognoscitivas, así como hacer uso de ella. La acumulación de información no es conocimiento y sabemos que la condición sine qua non para conocer es compartir con un otro y también, es preciso olvidar.

La revolución tecnológica ha transformado la vida cotidiana inaugurando una compleja trama en las relaciones interpersonales.

El déficit atencional es uno de los rasgos patognomónicos de niños, jóvenes y adultos del siglo XXI, por eso antes de rotular a nuestros niños son necesarios más diálogos comprometidos, donde la voz y el cuerpo ocupen el vacío de la sociedad de consumo.

Los jesuitas, en su principal parroquia de Montevideo, han puesto un cartel en la puerta que dice, no carente de sentido de humor: “Apague su celular Dios se comunicará con usted por otro medio”.

Imagen: NBC

Bibliografía

Bottome, P. (1952). Alfred Adler Apóstol de la Libertad. Barcelona: Luis Miracle.

Carrol, L. (1998). Alicia en el país de las maravillas. España: EDIMAT Libros

Dossier. (1995) Les linguistiques de la communication. Sciences Humaines Nº 51

Ducrot, O. & Todorov. (1976). Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje. Buenos Aires: XXI Siglo Veintiuno

Estudiantes de Barbiana. (1967). Carta a una profesora. Montevideo: Biblioteca de Marcha

Gheourghiu, C. Virgil. (1977) Dios sólo recibe los domingos. Luis de Caralt Editor S.A. Barcelona

Hazán, Y & Titze, Y. (2011) Fundamentos de Psicología Profunda Teleológica. Montevideo: Editorial Psicolibros

Pozo, J. I. (1997). Teorías cognitivas del aprendizaje. Madrid: Editores Morata

Watzlawick, P., Beavin J. & Jackson, D. (1971). Teoría de la comunicación humana. Interacciones, patologías y paradojas. Buenos Aires: Tiempo Contemporáneo


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