El consumo es parte de un proceso de intercambio necesario, donde también se mezcla el placer, diversión y ocio.
El problema surge cuando los recursos disponibles se hacen escasos a medida que la población del planeta aumenta. Parece, por lo tanto, que el estilo de vida occidental se ve amenazado y debe ser transformado en modelos más sostenibles y saludables.
Se estima que en 2050 seremos 9.000 millones y necesitaremos 2,5 planetas para satisfacer nuestras necesidades
En 1986 la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió el concepto de estilo de vida como una forma general de vida basada en la interacción entre las condiciones de vida en un sentido amplio y los patrones individuales de conducta determinados por factores socioculturales y características personales.
En el marco del Proceso de Marrakech encontramos una definición consensuada de lo que supone añadir sostenible al concepto estilo de vida. Consiste en dar respuesta a las necesidades básicas, ofrecer una mejor calidad de vida, minimizando el uso de los recursos naturales y emisiones y sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras.
Un estilo de vida sostenible va mucho más allá́ de lo relativo a un modelo de consumo sostenible. Forma parte de una identidad que elegimos y decidimos. Es un concepto social y transformador; su fin es ayudarnos a ser y vivir mejor, de una manera responsable con la sociedad y con las generaciones futuras.
El concepto de estilos de vida sostenibles se refiere a los patrones de comportamiento determinados por las necesidades personales, deseos, motivaciones e interacciones sociales, condicionadas por contextos ambientales y socio-económicos que apuntan a mejorar el bienestar y la salud de las generaciones presentes y futuras.
Son varios los factores, internos y externos, que contribuyen a crear un estilo de vida:
- Factores individuales o de conducta: Son las necesidades, deseos, motivaciones, valores o los conflictos que tenemos cada una de las personas de forma individual. Por ejemplo, el ritmo de vida actual muchas veces trae consigo unos estilos de vida menos saludables relacionados con la falta de actividad física y una alimentación deficiente.
- Factores colectivos: La forma de relacionarnos, nuestra cultura, educación, las tecnologías y el entorno en el que vivimos. Por ejemplo, las nuevas tecnologías e internet han cambiado la forma de relacionarnos. El grado de concienciación que haya en nuestra sociedad acerca de estas cuestiones, y el nivel de capital social y confianza que exista en la comunidad son factores determinantes a la hora de fomentarlo. Hay sociedades donde la colaboración está más asentada que en otras sociedades lo que facilita que se propaguen fácilmente acciones sostenibles como por ejemplo, el car sharing.
- Factores externos: La regulación vigente, la situación geopolítica, económica y la capacidad de innovación, pueden fomentar o limitar la adopción de un estilo de vida sostenible. Por ejemplo, la oferta ampliamente disponible de productos responsables como coches eléctricos o simplemente detergentes para lavar con agua fría, son innovaciones que nos facilitan vivir nuestro día a día de forma más responsable.
Un estilo de vida sostenible forma parte de una identidad que elegimos y decidimos
Surgen, por tanto, grupos de consumidores como los conocidos por el acrónimo LOHAS (Lifestyles of Health and Sustainability), en castellano algo así como Estilos de vida sanos y sostenibles. Esta segmentación se convierte en una nueva herramienta para entender el comportamiento del consumidor y su posición respecto de las cuestiones relativas a la Ecología y el Medio Ambiente.
Estamos ante cambios que requieren de nuevas soluciones que vendrán de la mano de la innovación y la colaboración. Y es ahora cuando tendremos la oportunidad de crear un nuevo estilo de vida que responda mejor a las verdaderas necesidades y valores de nuestra sociedad actual y futura.
¿Estás dispuesto a cambiar tu estilo de vida?