Revista Historia

¿Qué tendrá que ver Vetusta Morla con la “media teoría” del capitalismo posdemocrático de los mercados financieros?

Por Nesbana

1. ¿Qué tendrá que ver Vetusta Morla con la “media teoría” del capitalismo posdemocrático de los mercados financieros? Probablemente nada. No obstante, su último disco, La deriva, sí me sugiere algunos pensamientos sobre este tema. Vayamos por partes. La idea en cuestión, de nombre tan enrevesado, es la respuesta del sociólogo alemán Claus Offe a la situación actual: un mundo en que otras teorías anteriormente triunfantes –la socialdemócrata y la liberal– perdieron su momento y sucumbieron a una “media” teoría, es decir, a un conjunto de realidades sin justificación alguna. El autor afirma lo siguiente acerca de este momento que estamos viviendo: “los privilegiados titulares de los recursos financieros pueden muy bien marcar la agenda y la toma de decisiones del proceso político” y “la acción del Estado (está) sometida a la presión de los imperativos de los mercados”. La lógica de esta teoría incompleta se basa en la acumulación, el beneficio, la eficiencia, la competitividad, la austeridad y la mercantilización sobre la esfera de los derechos sociales, palabrejas sobre las que sabemos mucho desde hace unos años, y quizás no sepamos gran cosa. La situación de adormecimiento que tanto se critica, e incluso se cuestiona, nos ha hecho observar esta realidad como la única posible en este momento; una realidad que no tiene escapatoria, ni tiene final. Claus Offe no se queda ahí: nos ilustra con cuatro posibilidades o respuestas que la ciudadanía puede emprender para hacer frente a esta merma en la democratización de la sociedad. La primera de ella es la crítica social, presente en movimientos como los “Indignados”; la segunda, las protestas que estallan ocasionalmente sin grandes objetivos políticos; la tercera, el crecimiento del populismo de derechas –con todo lo que lleva aparejado: racismo, intolerancia, pretensiones de homogeneidad, etc.–; y la cuarta, la búsqueda de nuevas instituciones y nuevas maneras de participar en política recalculando las estrategias a que estamos acostumbrados.

 

deriva
2. Pero, ¿qué tiene que ver Vetusta Morla con esto? Su nuevo trabajo, de gran madurez, combina de forma magistral la interioridad a la que nos tiene acostumbrados este grupo con la crítica social, más presente que nunca en sus letras. Una crítica social que se desprende de forma contundente y rotunda, a la vez que sutil y elegante: no nos encontramos ante desgarros de destrucción ni clamores por la revolución, sino ante la descripción poética de situaciones que pueden con nosotros, que nos restan lo humano que tenemos. El disco empieza y acaba de forma redonda: “La deriva” y “La sonata fantasma”, describiendo una situación de pérdida donde, sin embargo, hay esperanza: “Hay esperanza en la deriva”, en esa deriva en la que hay un telón y una brecha de luz donde “se vuelve a bailar”. No estamos ante mensajes apocalípticos, sino plenamente humanos y esperanzadores. La interpretación personal y sentimental o social y política ya depende de quien escucha cada tema. Siguiendo con el repertorio, encontramos una segunda pieza de claro significado: “Golpe maestro”. En él se habla del “atraco perfecto” del que todavía subsisten “garganta, puño y pies” con fuerza para arremeter contra los ataques externos.

La situación de desorientación y desagregación social la veo palpitar en diversos momentos del disco: “Nada encaja en su lugar. Te llevaste la solución y me quedé el interrogante” (“Fiesta mayor”), “yo guardo la fe, tú encuentra el milagro” (“Alto”), o la crítica feroz a los problemas del sistema sanitario en “Las salas de espera”. Cuando lo económico y la lógica del beneficio imperan en la vida diaria se crean estas situaciones de infelicidad y de agobio, y el hecho de que estas letras puedan sugerirnos críticas sociales es siempre positivo para pensar si nuestros sentimientos concuerdan con lo que se canta. A todas estas letras acompañan otras más íntimas describiendo momentos vitales en que la voluntad de escapar se hace fuerte (“parece tan oportuno escapar”); en que nada es como antes (“gas letal, carmín para cenar, vacío en el desayuno); o en que los recuerdos hacen mella en la rutina diaria (“cuarteles de invierno rompiendo su silencio”), nos impiden subsistir y hacen imposible escapar de ese fuego, fuego que está dentro y está fuera de uno mismo.

 3. Quizás todo esto sean locuras mías y los chicos de Vetusta Morla no traten de esconder pensamientos tan retorcidos; sin embargo, sí creo que en sus letras hay tal fuerza contra el sufrimiento humano. Volviendo a Offe, afirmaba que el momento que vivimos está caracterizado por la incapacidad del ser humano de ser partícipe de las decisiones que se toman, y así es. A menudo observamos hacer y deshacer a comisiones llenas de expertos, a parlamentos que no responden a nuestros intereses, o a grupos transnacionales; nuestra voluntad y nuestra representatividad –entendida en el marco clásico del Estado-nación– se ha desdibujado, abriéndose caminos inescrutables de instancias que no controlamos, repletos de discursos de la necesidad y de la pertinencia neoliberal. Ahora más que nunca, ante unas elecciones europeas próximas, carentes de garantías claras acerca de su capacidad de transformación, con poco margen democrático para nosotros los ciudadanos, es cuando hay que tratar de hallar esas vías a las que se refería el autor, o tratar de ver esperanza en la deriva en la que estamos insertos ya demasiado tiempo.

Consultar:

OFFE, Claus. “Dos teorías y media. Posmodecracia en la era de los mercados financieros globales”. Pasajes de pensamiento contemporáneo, València: Universitat de València, invierno 2013-2014, pp.154-161.


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