Lejos quedan los tiempos de embarazada de mi primer hijo (e incluso antes) en los que afirmaba tajantemente frases como "mis hijos no verán la tele hasta los dos años", "verán la tele de forma puntual, no como algo cotidiano", "nunca encenderé la tele durante las comidas" y "jamás utilizaré la tele para mantener tranquilos a los niños". Jajaja. Permitidme que me ría un poco de mi ingenuidad (o de mi falta de coherencia). Al final, la maternidad/paternidad no hace otra cosa que voltear todos los esquemas y hay que estar preparado para donde dije digo, decir diego. Es decir, para tragarse bien masticaditas la mayoría de las orgullosas afirmaciones que anunciábamos a bombo y platillo antes de tener niños y lidiar con la realidad de la crianza. Total, que al final he hecho todo lo que dije que no haría. Mi hijo mayor vio la tele mucho antes de los dos años (el pequeño de momento no le hace ni caso, pero sé que es cuestión de tiempo), ve dibujos prácticamente a diario, he utilizado la tele para tenerle tranquilo cuando he estado muy ocupada en algo y no había forma de entretenerle con nada (sí, no estoy orgullosa de ello, pero la que esté libre de culpa que arroje la primera piedra) y siempre desayuna viendo la tele.
De momento tengo el control del mando. Ya. Ya sé que llegará un momento en que mi tiranía será derrocada, pero mientras llega ese instante yo decido qué programas se ven y cuáles no. Juajuajua (léase con risa malvada de madrastra malísima de Disney). Tengo en cuenta sus preferencias, claro, pero hay dibujos animados que de momento mi hijo no se ha enterado que existen, aunque están en el top ten de todas las casas, como Bob Esponja o Dora la Exploradora. El primero me da bastante grima y la segunda me parece inaguantable. Quedan desterrados todos los dibujos violentos o que no están acordes con los valores que queremos inculcarles. Repito que esto es temporal y que llegará un momento que no podré hacerlo. Así que hay que aprovechar mientras se pueda.
En realidad no soy tan dictatorial. Mi hijo tiene una serie de preferencias y yo, por supuesto, las respeto. Tampoco es que le ponga series que le aburran. Lo único que hago es filtrar, pero después él ve lo que le gusta. Y éstos son sus programas favoritos.
1. Caillou
Esta serie canadiense, basada en los libros de Christine L'Heureux, comenzó a emitirse en 1997. Se centra en el día a día de Caillou, un niño de 4 años que descubre fascinado el mundo. El pequeño se enfrenta a las mismas situaciones cotidianas que nuestros hijos (el primer día de guardería, el miedo a la oscuridad, una excursión al zoo etc.), por lo que los niños pueden sentirse muy identificados con el protagonista. Caillou está dotado de una gran curiosidad e imaginación, lo que convierte cada experiencia normal en una aventura. Los niños ven reflejadas en esta serie sus propias rutinas y aprenden a afrontar situaciones y resolver conflictos. ¿Lo negativo? Si conseguimos obviar la calvicie del niño y el hecho de que siempre vaya en manga corta (¡en Canadá!), no hay quien se crea a esos padres modelo que jamás se enfadan ni pierden la paciencia. Es imposible que reflejen la realidad de los hogares. Por lo menos de los hogares españoles. Y me sobra en las primeras temporadas esa introducción con la abuela contando el cuento sobre Caillou. Resta agilidad al episodio y supone una forma de empezar el capítulo bastante pesada. Los guionistas debieron de darse cuenta, porque más adelante esa parte desapareció de la serie.
2. Peppa Pig
Mi marido tiene una gran manía a esta cerdita, a la que considera una cursi y una repipi, pero a mi hijo y a mí nos encanta. De origen británico, salió por primera vez en pantalla en el año 2004. La serie cuenta las peripecias de Peppa, su familia y amigos. Me gusta mucho la estética de dibujos planos, sin volumen, y de gran colorido, muy adecuado a los gustos infantiles. Al igual que Caillou, el programa relata aspectos cotidianos a los que se enfrentan los niños todos los días y lo hace con simpatía y buen humor. Los animalitos reaccionan con gran naturalidad ante las situaciones (igual que nuestros hijos) y los capítulos, de 5 minutos, tienen un ritmo ágil que entretiene. Eso sí, a ver quién le dice a nuestros hijos ahora que no salten en los charcos. Si ya antes era difícil, con el ejemplo de Peppa y su familia resulta imposible.
3. Doctora Juguetes
De la mano de la factoría Disney llega esta serie que rompe los esquemas tradicionales. Para empezar, la protagonista es una niña de raza negra que, además, en vez de soñar con ser princesa o cantante de moda, quiere ser médico. Toda una lección de modernidad. Además, al igual que en Toy Story, los juguetes cobran vida y la pequeña protagonista tiene una consulta en la casita del jardín para curar a los juguetes, igual que su madre, de profesión médico, cura a sus pacientes. Por si fuera poco, la serie transmite las ventajas de hacer ejercicio, llevar una correcta alimentación o hábitos de higiene, es decir, llevar una vida saludable. Acompañada de sus muñecos preferidos, Doc ayudará a juguetes de todo tipo con cariño y paciencia. Me encanta esta protagonista, inteligente, generosa y alegre, que no cae en la cursilería y no se preocupa por frivolidades. La canción "Te hago un chequeo" es ya himno nacional de la república independiente de mi casa. Ah, y, por supuesto, mi hijo mayor no se separa del estetoscopio que venía en el maletín de médico que pidió a los Reyes Mágicos.
4. Jake y los piratas de Nunca Jamás
Otra serie animada de Disney, en esta ocasión inspirada en Peter Pan y con la misma estructura repetitiva de Dora la exploradora, aunque algo menos cansina. Jake y su pandilla viven en la Isla Pirata, un escondite de Nunca Jamás, y siempre tienen que interrumpir sus divertidas actividades para encontrar algún objeto que ha robado el capitán Garfio. Por el camino irán superando pruebas y recibirán varios doblones como premio, que al final del capítulo cuentan y guardan en el cofre del tesoro. Siempre me gustaron los piratas y la historia de Peter Pan, pero el resultado de esta serie es bastante mediocre. Aún así, a mi hijo le gusta y, pese a que aparente que sus contenidos son muy educativos (por eso de contar doblones o dirigirse al espectador planteando interrogantes), en realidad su única función es el entretenimiento de un espectador pasivo. Como veis, mi tiranía no es tan cruel, porque alguna serie como esta pasa la censura. Yo-Ho.
5. Pocoyo
Frente al espectador pasivo de la serie anterior, Pocoyo, de producción española y con una de las mejores estéticas del panorama actual, se dirige al espectador activo. Utiliza también la estrategia de dirigirse al público, pero lo resuelve con más eficacia y sin hacerse pesado. Pese a ser una creación española, se estrenó primero en Reino Unido en 2005 y un año después llegó a nuestras pantallas. Ha sido vendida a más de 100 países y no me extraña, porque me gusta incluso a mí. Me gusta el niño protagonista, sus amigos Pato, Eli, Pajaroto, Lula, Pulpo (bueno, todos, hasta los marcianos circenses), me gusta la simplicidad del fondo blanco y el 3D de los dibujos, la animación de los personajes y su expresividad, el ritmo de los capítulos, los valores que propugna (la amistad, el esfuerzo, la alegría, la generosidad) y cómo explora las emociones. No me gusta, o más bien me desconcierta, o me apena, no sé bien, ese universo sin adultos (con excepción de la voz en off). Pocoyo no tiene padres y muestra una gran independencia y autonomía para un niño de dos años (que es, más o menos, la edad que debe tener). ¿Por qué no tiene una mamá que le abrace? ¿Es que no necesita un papá que le coja de la mano? No soy la única que piensa así. He encontrado en internet varias opiniones similares en la web. Aún así, esto no resta un ápice a la calidad de la serie y a su valor educativo.
6. Callie en el Oeste
Una gatita blanca, sheriff en el lejano Oeste, es la protagonista de este serie que tiene fascinado a mi hijo mayor. Tanto le gusta que ha dado origen a un amigo imaginario (ya hablaré de ello en algún post), se pasa el día cabalgando a caballo y echando el lazo a todo (suele utilizar el estetoscopio del que os hablaba antes, que lo mismo sirve para escuchar el corazón que para atrapar un vaso). Y además ha introducido en su vocabulario expresiones tan raras como como "yihaa" o "por los bigotes de mi abuelo" (bueno, él en realidad dice "por mis bigotes de mi abuelo").
La intrépida protagonista está acompañada por tiernos y simpáticos personajes con los que vive alocadas aventuras. Un trío de perros de la pradera interviene en los episodios con breves canciones de estilo country que refuerzan las enseñanzas de la serie (la importancia de compartir, de no hacer trampas, de perdonar).
Ya tenía redactado este post y preparado para publicarlo, cuando hace unos días me encontré que el blog Mi padre es guapo y mi madre es lista publicó un post en la misma línea. Es interesante ver cómo nuestros hijos coinciden en varias series y leerlo desde la perspectiva infantil. Y no puedo dejar de mencionar un post que publicó hace tiempo Hijitis Aguditis sobre los dibujos de ayer y los de hoy. Para nostálgicos, Yo fui a EGB tiene muchos artículos sobre los dibujos animados de los 80-90, como éste.
Y vuestros hijos, ¿qué series de dibujos animados ven? ¿Coinciden en algún programa con mi hijo?