11 de Abril de 2011
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Nadie, en el fondo, se muestra culpable de la crisis económica actual. Ni siquiera el presidente de Lehman Brothers, Richard Fuld, quien el año de la quiebra origen de todo el lío ganó 45 millones de dólares. Tampoco Bernard Madoff, cuya avaricia delictiva arruinó a miles de ciudadanos.
Y es que nadie se siente responsable de su comportamiento durante este período, como les ocurre los directivos de nuestras cajas de ahorro quienes, mientras dejaban en la calle sin pestañear a miles de empleados, sólo se preocupaban de mantener sus bien remunerados puestos e incluso de incrementar sus sueldos.
De momento, presidentes de cajas fallidas, como Hernández Moltó, Julio Fermoso o Modesto Crespo, entre otros, se han salido de rositas, con cuantiosos préstamos por la cara y con el riñón forrado.
Los mayores paganos de la crisis hasta ahora han sido los millones de ciudadanos obligados al paro y los pequeños emprendedores abocados a cerrar sus empresas por falta de crédito. Sin embargo, directivos de grandes firmas en bancarrota, desde Wall Street hasta Singapur y desde Kuala Lumpur hasta Madrid, han visto aumentar sus bonus y prebendas sufragadas por otros con su pérdida del puesto de trabajo.
Aun así no nos escandalizamos. Se habla de una nueva gobernanza económica y de reglas de juego más estrictas, pero lo cierto es que miles de directivos de empresas españolas continúan pagándose a sí mismos varios millones de euros al año como si tal cosa.
Ninguno de ellos es responsable directo de la crisis, por supuesto. Pero lo que también es cierto es que todos ellos son unos irresponsables de tomo y lomo.