Hay frases que se han hecho eternas para el pensamiento humano, y muchas de ellas se pierden en el principio de los tiempos. Hay quien dijo lo que dijo y quienes dicen que dijeron, y en algunos casos es difícil saber si las frases que dicen que dijeron algunos personajes la dijeron en realidad o no, por mucho que muchos crean que lo han dicho. El arte del engaño y la seducción, como el retruécano anterior, son muy poderoso, e incluso creo que el blog puede haber aparecido frases que no fueron dichas por los citados personajes. A mí eso no me importa mucho, si lo dijeron o no, pues el contenido me vale. No obstante hay que entender que la credulidad nos hace menos objetivos, y la cuestión radica en que ser menos objetivos nos aleja de certezas necesarias. El ser humano tiende a la credulidad por naturaleza o por comodidad - no sabría decirlo-, y es un hecho demostrado, igual que tiende a la generalidad frente a lo particular tal vez por las mismas motivaciones. Si han leído la frase que acompañan al post de hoy se harán una idea de por donde va. En este caso la cosa está clara, pero las hay muy rebuscadas y llenas de estilo no obstante. La credulidad innata nos lleva crear asociaciones mentales confusas entre lo verdadero y lo falso. Hay por otra parte cazadores de "fakes", que no deja de ser un buen entretenimiento para ejercitar la mente, como los famosos "siete errores" de los periódicos. Así que podríamos decir que la vida, muy en el fondo, es como un crucigrama de multiniveles, con casillas vacías a las que hay que dar sentido bajo el prisma de definiciones de experiencias cotidianas. Es una pésima metáfora, pero es la que hay.