Revista Cultura y Ocio
Comenzó noviembre... sí, hace unos cuantos días, pero no podía estrenar mes con cualquier post. Con las musas en paradero desconocido me puse a buscar por ahí alguna noticia a la altura de las circunstancias hasta que descubrí lo siguiente en la web de El Periódico de Catalunya. En su última edición, el Salón del Manga de Barcelona ha batido dos récords. El primero, el de asistentes con 112.000 visitantes. El segundo, que además fue récord Guinnes, el de personas disfrazadas de personajes de Dragon Ball: 307. ¿Cómo te quedas? ¡Qué montón de friquis! Aunque el mundo sería un lugar mil veces mejor si, en lugar de políticos, banqueros y demás delincuentes, sólo hubiera o hubiese friquis, reconozco que lo primero que pensé al leer la noticia fue precisamente eso: ¡Qué montón de friquis!
Lo que ocurre es que después acabé recordando lo poco que falta para el estreno de cierta película... y me dije a mí mismo, "mira que eres friqui tú también". Me molesto y me empeño en justificarme: "Antes de que se estrenara en los cines la trilogia de El Señor de los Anillos me había leído los correspondientes libros de J.R.R. Tolkien". Pero en el fondo también reconozco que, cuando algo así te gusta tantísimo, algo de friquismo debe de haber en ti.
De hecho, cuento los días para gastarme lo que quieran cobrarme en cualquier taquilla para ver la primera parte de El Hobbit, la nueva trilogía que se ha sacado de la manga Peter Jackson a partir del homónimo relato de aventuras que precede a lo narrado en El Señor de los Anillos y cuyo protagonista es un tal Bilbo Bolsón. Por un lado el friqui que llevas dentro da saltos de alegría, claro, pero por otro... será #@*&$ Peter Jackson, ¡nos va a tener esperando hasta 2014 para descubrir cómo acaba! Muy friqui todo, no me canso de repetirlo.
Sin embargo, lo más serio de todo este asunto es el título que encabeza la entrada que estás leyendo. ¿Y por qué querrías ser como Bilbo Bolsón?, ¿pies peludos? ¿No preferirías ser como Beckham? Dale a "Más información", dame una oportunidad y trato de explicártelo.
La semana fue dura y noviembre no empezó bien. ¿Huyeron las musas por ese motivo? No, no entraré en detalles. Recuerdo que uno de mis objetivos al crear este blog (ojo, seis meses atrás y 4000 visitas menos) fue no convertirlo en el diario de un adolescente quéascodevidaconmipaganomellegaparapillarmeunpedoestefinde, de modo que sólo señalaré que me he llevado un par de decepciones.
Decepciones de esas capaces de hacer que pierdas la fe en el ser humano por unos instantes. Decepciones que hacen que, si mañana recibieras la visita de 13 enanos y un mago (tal cual, como le sucedió a Bilbo Bolsón), estarías dispuesto a marchar con ellos hasta la otra punta del mundo en busca, no de unas musas, sino del tesoro de alguna criatura fantástica. En otras palabras, hacer la maleta para no regresar jamás.
Pero por grande que sea la tentación, siempre habrá algo o alguien que te invite a deshacer esa maleta. En esta ocasión fue la luna. Sí, mi luna. Esa misma que, al margen de lucir más o menos, creciente, menguante o llena, cada vez me hace ver con mayor claridad que está ahí en todo momento. Y mientras continúe donde está, al alcance de mis ojos y de mis manos, podrá descansar tranquila porque no habrá nada ni nadie que me lleve lejos de ella.
Cantaba Axl Rose en aquel Use Your Illusion I de Guns N' Roses del 91 algo así como "nada dura para siempre, ni siquiera la fría lluvia de noviembre". Una parte de mí, quizás la voz de la razón, está de acuerdo con él, pero... ¿acaso escribió esa letra ante semejante luna? En fin, me dejo de reflexiones en voz alta y te dejo con la canción; definitivamente demos el mes por estrenado.