Revista Cine

Quiero ser John Cassavetes

Publicado el 12 marzo 2012 por Fimin

Hoy, que cada cierto tiempo, el cine nos entrega pequeñas joyas cinematográficas (como la violenta “Drive”, o la hiper sexualizada “Shame”) que intentan causar clamor con sus propias voces y resquebrajar, por un momento, nuestros anquilosados oídos de tanto mainstream americano. Es óptimo revisar, y redescubrir ciertas filmografías que, justamente, nos despiertan y nos estimulan a sentir el cine como un arte cada día más vigente y más necesario que nunca. Una de ellas, sin duda, es la de John Cassavetes.

Poseedor de una de las más interesantes, y experimentales del cine moderno. Cineasta hecho a pulso y por pulsiones, e inconformista por definición. Amante del instinto más que del intelecto. Comprometido con su palabra y su discurso que emanaba rabioso y disidente frente al American Way of life. Enemigo acérrimo de todo lo que no fuese real ni verdadero.

 

Actor, escritor, cineasta, y todo lo que quisiera ser, total, para eso era él mismo. Obsesivo, disonante, y solitario para darse cuenta que había nacido en el sitio equivocado, y que de aquí en adelante lucharía contracorriente por dar la cara a sus sombras y a sus demonios. Necesitaba sentir antes que entender; porque no quería traicionarse a sí mismo. Construyó un universo personal paralelo, que terminó siendo más influyente de lo que alguna vez imaginó. Habló desde donde él sabía hablar, desde aquel joven actor de origen griego, que no encontraba su voz como actor del Star System en películas hollywoodenses.

 

Paradojalmente, fue unos de los cineastas no “americanos” que mejor definieron la cultura americana y sus costumbres. Giró su cámara, y observó que las cosas cambiaban significativamente, a pesar que lo suyo no era la técnica; sino más bien las emociones y el ser humano. Dueño de un mundo privado único, que no se dejó tentar por otra ambición, que no fuera la suya propia. Insobornable como todo un vaquero del cine de Ford, a pesar que admiraba a Capra. Interesante, porque más bien su obra nos recuerda a la nouvelle vague o al free movie. Seguramente se identificaba con el humanismo del maestro, pero no con su forma de narrar el cine. Sino de una manera personal, que lo identificara ante todo como un creador, porque para Cassavetes, lo más importante era su individualidad. Ser uno mismo, a pesar que esto, en ocasiones, le jugara malas pasadas y, por consiguiente, le acarreara más de una frustración. Pero a él eso le daba igual, el hacía lo que amaba, para eso se llamaba: John Cassavetes.


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