Revista América Latina

Ramiro Guerra, siempre en la danza, su paso firme

Por Isa @ISA_Universidad
Ramiro Guerra, siempre en la danza, su paso firmePor Marilyn Garbey
Fotos: Victor Junco
Tomado de La Jiribilla
 

Ramiro Guerra es el iniciador de los caminos de la danza contemporánea en Cuba. Bailarín, coreógrafo, profesor, crítico, investigador, historiador, nada en la danza le es ajeno. Para recoger el testimonio de 60 años consagrado a la danza, sale el título Siempre la danza, su paso breve…1, de su autoría. Editado por el sello Alarcos y que forma parte de la Colección Biblioteca de Clásicos.

 A la profesora Lissette Hernández García, amiga y estudiosa de la obra del maestro, le correspondió la tarea de organizar el tomo, estructurado en tres partes, siguiendo el orden cronológico en que fueron escritos o publicados.

La parte Uno recoge artículos firmados entre 1948 y 1978, y aborda temas como el nacimiento de la danza y su evolución histórica, o el aporte de los negros a la danza aparecidos en revistas tan prestigiosas como Prometeo o Lunes de Revolución. En julio de 1959, como una premonición de lo que sucedería unos meses después, publica en Lunes… “Hacia un movimiento de danza nacional”, donde expresa sus ideas sobre lo que debía ser la danza nacional: “rica en contenido dinámico y en libertad expresiva…”, con “…la intervención directa del individuo de raza negra y mestiza…”2, y aboga por bailarines profesionales.

Ramiro se mantenía atento a lo que pasaba en la danza en el mundo y a las señales de la cultura cubana, es así como detiene su mirada en la obra de Amadeo Roldán, El milagro de Anaquillé y La rebambaramba, y en la impronta de los ballets rusos. Celebra el trabajo de Argeliers León en el rescate y documentación del folclor cubano de origen africano en el Teatro Nacional, y registra la primera presentación del American Ballet Theater en Cuba, en 1961. Concluye esta parte con un tratado de las leyes de la didáctica y la técnica de danza moderna, de gran valía.

La parte Dos compila trabajos concebidos entre 1982 y 1996. Las danzas y las fiestas populares, como las legendarias parrandas remedianas que lo inspiraron,  ocupan la atención de Ramiro. “Teatralizar el folclor”, publicado en Tablas, es  un documento  de vital importancia para los que se dediquen a los estudios de esta naturaleza porque son extraordinarias las definiciones que el maestro propone sobre el folclor en su estado puro y sobre las maneras de llevarlo a escena, sobre las formas de convertirlo en un espectáculo teatral, en una representación.

Otro momento que confirma la lucidez de Ramiro, es su reseña sobre el I Taller Internacional de la danza, donde participaron las compañías formadas en los 80: Danza Combinatoria, Danza Abierta,  Danza Espiral y Así somos. Obras como Juan Salvador Gaviota, de Marianela Boán y Tomás González; El pez de la torre nada en el asfalto; El árbol y el camino, de Marianela Boán; y Como el ave fénix, de Narciso Medina fueron reseñadas en La Gaceta de Cuba y en Tablas. Figuras emblemáticas de la danza como Pina Bausch o su admirado Nijinski encuentran ecos en estas páginas. De Doris Humphrey toma reflexiones muy útiles para los coreógrafos sobre el arte de la composición, y aporta sus propias vivencias: “la monotonía es fatal, búsquense contrastes”3. Con  Noverre exige al creador un alto nivel cultural para poder expresar su época, y subraya que fue este coreógrafo quien abrió caminos para la comunicación con el público.  Recuerda que fue Martha Graham quien cuestionó el principio eurocéntrico de la danza al vincularla al Oriente, y Ramiro reafirma su admiración por las expresiones danzarias africanas y latinoamericanas. Para la mexicana Elena Noriega, su fiel colaboradora en los días fundacionales, apenas recordada hoy, van estas palabras: “Fue mi maestra en el mundo profesional, en el mundo coreográfico, ya que me enseñó a aprender, a ver lo que estaba haciendo y cómo lo hacía”4.

Ramiro Guerra, siempre en la danza, su paso firme

 La parte Tres incluye textos escritos entre el 1964 y el 2005, los cuales permanecieron inéditos hasta la publicación del libro como las reseñas sobre  la obra En sueños, de Isabel Bustos y su grupo Retazos, y sobre Rosario Cárdenas y su Danza Combinatoria. Ramiro deja su testimonio sobre el Conjunto Experimental de Danza de La Habana, un capítulo de la danza aún por escribir, del que apenas se tienen noticias y en el que tomaron parte figuras imprescindibles de la danza cubana como Alberto Alonso, Guido González del Valle, Christy Domínguez, Gladys González, Sonia Calero.

El “Cuestionario para coreógrafos” es otro de los grandes aportes de Ramiro Guerra a la creación danzaria y a su estudio, pues al responder las preguntas es posible acercarse inteligentemente a la coreografía.

Ramiro, crítico e investigador

Si se repasa la trayectoria de Ramiro, el ojo avizor irá de sorpresa en sorpresa: se atrevió a fundar una compañía de danza en un país sin tradición, sin bailarines, sin público. Tuvo la lucidez de incluir en su proyecto creador a hombres y mujeres, blancos y negros. Supo asumir creadoramente las técnicas universales de danza e incorporar al entrenamiento el folclor cubano. Llevó a la danza los temas cubanos y, cuando nadie lo soñaba, creó el tronchado Decálogo del apocalipsis. Pero Ramiro intuía que nadie podría cerrar los caminos de la danza en Cuba, y su genio creador encontró cauce en la labor investigativa.

Ramiro también es pionero en los estudios sobre la danza en Cuba. Fue el primero que publicó en Tablas —que surgió como revista para el teatro— textos sobre danza esclarecedores en muchos sentidos. Anteriormente, publicó títulos imprescindibles como Calibán danzante, Coordenadas danzarias, Eros baila, por tan solo citar algunos ejemplos. Lucidez y sabiduría para investigar, capacidad crítica y dotes literarias son cualidades que distinguen al escritor.

No abundan los estudios sobre la danza en Cuba. El carácter efímero del acto danzario y la ausencia de una disciplina académica como Danzología —pronto a corregirse— han contribuido en ese vacío. Pueden mencionarse algunos libros como los de Miguel Cabrera sobre el Ballet Nacional de Cuba; Grandes momentos del ballet romántico en Cuba, de Francisco Rey Alfonso; Ramiro Guerra y la danza en Cuba, de Fidel Pajares. Mercedes Borges coordina la colección Súlkary Cuba, que ha publicado El cuerpo creativo. Taller cubano para la enseñanza de la composición coreográfica, de María del Carmen Mena y El casino y la salsa. De la cultura popular tradicional cubana, de Bárbara Balbuena; pero estos aún no circulan por nuestro país.

Ramiro Guerra, siempre en la danza, su paso firme

 La edición de Siempre la danza, su paso breve… estuvo al cuidado de Clara Hernández y Reinier Pérez-Hernández.

Es difícil apreciar el diseño de Marieta Fernández porque los colores de la portada de Siempre la danza… se diluyen. El prólogo de Norge Espinosa —publicado originalmente en La Jiribilla, pero escrito para el Coloquio Danza Contemporánea de Cuba, 50 años en movimiento, y no en la Biblioteca Yorick como erróneamente indica el pie de página— repasa la trayectoria de Ramiro Guerra y afirma elogioso: “Hace 50 años que él reescribió la palabra Danza en cubano”5. Lissette Hernández García explica los criterios para organizar el tomo y subraya el estilo de Ramiro: “Con agudeza crítica su verbo se hace directo, incisivo y no exento de ironías en ocasiones, en otras, emplea figuras retóricas que embellecen su prosa”6.

Desde el balcón de Ramiro se contempla La Habana, pero él  ha subido y ha bajado los tantísimos escalones para tomarle el pulso a la vida cultural de Cuba y del resto del mundo, por eso Siempre la danza, su paso breve… es el testimonio de más de medio siglo como protagonista de la aventura de la danza.

Notas:
1 Ramiro Guerra: Siempre la danza, su paso breve…, Ediciones Alarcos, La Habana, 2010.
2 Ob. Cit., p. 70
3 Ob. Cit., p. 283
4 Ob. Cit., p. 377
5 Ob. Cit., p. 12
6 Ob. Cit., p. 17

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