Ha llegado el verano. Y hay unas cuantas cosas que me encantan de esta estación: el sol (al menos al principio, que llegados a mediados de julio, y sin poder escapar del negro asfalto de la ciudad, lo único que apetece es huir a una Galicia lluviosa… qué narices, ¡a los Fiordos de Noruega!), la explosión que se produce en la huerta, con tomates, calabacines, pepinos, pimientos a tutiplén, la fantástica variedad de frutas estivales… ¡Y hacer helados y bebidas refrescantes para bajar un poco la temperatura interna!
Y una de esas bebidas tan sumamente deliciosa es la horchata de chufas. Recuerdo como, hace años, me la compraba ya preparada en el supermercado y me la bebía a litros. Incluso la preparaba yo en casa, con cantidades indecentes de azúcar, por supuesto. ¡Cómo cambia la vida! Ahora disfruto muchísimo más de su sabor, sin necesidad de añadir ningún tipo de endulzante. Ésta es mi chufa de preferencia, es tan dulce que tú tampoco querrás endulzar tu horchata. Aunque si le quieres añadir un poco de miel cruda, azúcar de coco, o dátil, tampoco me voy a enfadar.
¿Y qué es la chufa? Es un pequeño tubérculo, igual que las patatas. Y para los que buscan la “experiencia paleo total”, hay poca cosa más paleo que la chufa. Se estima que nuestros antepasados paleolíticos obtenían el 80% de sus requisitos calóricos y nutricionales de la chufa, con menos de 3 horas de recolección diarias. Este minúsculo tubérculo se puede consumir crudo, tiene el doble de almidón que la patata, y un perfil de ácidos grasos similar al del aceite de oliva. Su índice glucémico es bajo y tiene interesantes propiedades del almidón resistente, perfecto en un tubérculo que se puede consumir en crudo con total seguridad. Parece ser que el hombre paleolítico consumía una buena cantidad de almidón resistente al alimentarse con chufas. Tienen un alto contenido en fibra y proteína y cantidades iguales o mayores de hierro (3.41 mg/100 g), zinc (4.19 mg/100 g), cobre (0.92 mg/100 g) y magnesio (86.88 mg/100 g) que la leche o incluso la carne roja. También contienen una buena cantidad de calcio (69.54 mg/100 g), fósforo (232.22 mg/100 g) y tiamina (0.23 mg/100 g). Son prebióticas y ricas en ácidos grasos, vitaminas C y E. Su distribución calórica es la siguiente: 42% Hidratos de Carbono, 51% Grasas, 6% Proteína. Muy parecida a la de la leche materna: 39% Hidratos de Carbono, 55% Grasa, 6% Proteína.
Además, según este estudio, la horchata de chufa la pueden beber diabéticos (sin endulzar, claro), por su contenido en carbohidratos de bajo índice glucémico (principalmente almidón) y debido a la arginina, que libera hormonas que producen insulina. También es una bebida recomendada para celíacos, ya que no contiene gluten, y para intolerantes a la lactosa. Al aportar enzimas digestivas como la catalasa, lipasa y amilasa, se podría recomendar a aquellos que tengan problemas digestivos y flatulencia.
La chufa, también conocida por otros nombre como tigernut (¡el nombrecito se las trae!), aya, ofio, keegun y aki, procede de África, y fue uno de los primeros cultivos realizados por el hombre, al menos desde el IV milenio AC, en Egipto. Se han encontrado tubérculos secos en tumbas de la época predinástica. Por aquel entonces, la chufa se consumía fermentada como cerveza, asada o en forma de dulces elaborados a partir del tubérculo molido y miel. Los árabes la introdujeron en Europa durante la Edad Media, y existen escritos del S XIII que mencionan el consumo de una bebida elaborada con chufas en algunas partes del Mediterráneo, principalmente la región de Valencia, la probable antecesora de la horchata moderna. Por supuesto que en España son muy conocidas, pero también se utilizan en Chile, Brasil, Estados Unidos, Ghana, Burkina Faso, Mali y Nigeria. En algunos de estos países se preparan como acompañamiento a otros platos, y en otros conforma una parte importante de su cultura. En Ghana se elabora una bebida llamada “Leche de Atadwe” y en Nigeria se prepara con ella otra versión de la horchata, llamada “Kunun Aya”, con coco, jengibre y canela. También se utiliza para formar una pasta que se incorpora a los helados, y en lugar de almendras en recetas de masas. En China se utiliza el jugo que se extrae de la chufa como una medicina para fortalecer el hígado, un estimulante cardíaco, para curar molestias digestivas, dolores menstruales ¡e incluso como afrodisíaco para promover la función sexual!
¿Necesitas que te diga algo más para convencerte de que tienes que hacer horchata a la de ya? Ah si, se me olvidaba, una última cosa. Saber cómo puedes aprovechar la pulpa resultante (#enestacasanosetiranada) para hacer unas ricas galletitas de mantequilla y canela. Éstas no son una galletas crujientes al uso, sino que son más bien blanditas, casi como masticar una chufa, pero con ese sabor tan rico que le aporta la mantequilla y la canela. Y con la horchata no olvides que puedes hacer muchas más cosas que tomarla tal cual: haz un granizado, un helado, utilízala en lugar de otras leches en tus recetas… Y sobre todo, ¡disfrútala!
- 225 gramos de chufa entera, remojada (o molida sin necesidad de remojar)
- 1 litro de agua
- ¼ de cucharadita de canela molida, o un trocito de canela en rama (opcional)
- 2 tiritas de piel de limón, sin nada de blanco (opcional)
- Miel cruda, azúcar de coco, dátil (opcional) para endulzar, al gusto
- Remoja la chufa entera en agua durante 24 horas en la nevera para evitar que fermente con el calor. Si utilizas chufa molida, no es necesario remojarla.
- Al día siguiente, escurre las chufas e introdúcelas en tu batidora de vaso junto con 500 ml de agua y los demás ingredientes opcionales, si los vas a usar. Tritura durante 1 minuto en potencia media-alta. Añade el resto del agua y vuelve a batir durante 30 segundos. Si no tienes una batidora potente, tipo Vitamix, Blendtec o Thermomix, es posible que necesites triturar durante más tiempo.
- Deja reposar durante 30 minutos.
- Coloca un colador fino sobre una cazuela u otro recipiente similar y fórralo con dos capas de tela de quesero. Vierte la horchata en el colador y, cuando haya escurrido, aprieta bien la tela para exprimir todo el líquido.
- Reserva la pulpa para hacer las galletitas y guarda la horchata en la nevera.
- Rellena el recipiente del ChufaMix con 1 litro de agua e introduce la chufa remojada (o molida) y el resto de ingredientes, si los vas a usar, en el vaso-filtrante.
- Introduce la batidora de mano y bate la chufa durante 1 a 2 minutos.
- Deja reposar durante 30 minutos.
- Extrae el vaso-filtrante sobre el agua, introduce el mortero del ChufaMix y aplasta con cuidado hasta exprimir bien toda la horchata.
- Reserva la pulpa para hacer las galletitas y guarda la horchata en la nevera.
- 220 gramos de pulpa de chufa, muy bien escurrida
- 100 gramos de mantequilla, a temperatura ambiente
- 25 gramos de azúcar de coco
- 1 cucharadita de canela en polvo
- Una pizca de sal
- Precalienta el horno a 180 grados y forra una bandeja de horno con papel de hornear o una lámina de silicona.
- En un bol, mezcla bien todos los ingredientes con las manos para formar una masa que se pueda trabajar bien.
- Forma bolas del tamaño aproximado de una nuez, ponlas sobre la bandeja de horno y aplástalas hasta que tengan un grosor de poco más de 0,5 cm.
- Hornea durante aproximadamente 15-20 minutos, hasta que los bordes empiecen a dorarse. Retira con cuidado y deja que se enfríen sobre una rejilla.