Hay días en los que te sientes realmente mal y lo peor es que no sabes por qué: tienes un buen trabajo y un buen salario. Tu jefe está encantado contigo y sabes que pronto te ascenderán. Con tu pareja acabas de confirmar la escapada a Lisboa para celebrar el aniversario. Todos los miércoles sales con tus amigos para poneros al día. Y sin embargo parece que te falta algo. Si no fueras una persona tan decidida y productiva, dirías que una depresión se asoma por el horizonte.
Resulta que la depresión es una de las enfermedades más “populares” en los países desarrollados. Y “tenerlo todo” no es un antídoto. Al contrario: personas con alto nivel adquisitivo suelen ser presa fácil de la melancolía y la añoranza hacia algo diferente. De esta forma a la insatisfacción se suma a la culpabilidad: ¿si tengo tanto éxito, por qué no soy feliz?
Las pastillas clásicas: Valium y Prozac
Ambos medicamentos actúan sobre el sistema neuronal para cambiar el estado anímico de la persona. El Valium te calma para poder lidiar mejor (o aguantar) con la depresión inminente. El Prozac te hace sentir más relajado y feliz, aunque tampoco consigue llenar el vacío que sientes mirando tu vida tan perfecta.
Solo hay un inconveniente: si no cambias nada de tu entorno y ni tus actos, todo volverá a la misma situación en que dejaste de tomar esos medicamentos.
Las pastilas alternativas: Ayudum y Compartizac
Si con más de lo mismo no te sientes más feliz, quizás es hora de cambiar algo en tu entorno para conseguir el cambio de estado. Psicológicamente hay dos actividades que pueden tener un efecto importante sobre como nos sentimos: ayudar a alguien que necesita apoyo y compartir tus conocimientos y habilidades con alguien que lo pueda aprovechar.
Los estudios muestran que las personas que están implicadas en alguna actividad voluntaria están más satisfechas con su vida. Quizás porque el hecho de ayudar a otra persona o colectivo te muestra cuanto tienes realmente. O tal vez porque al compartir tus conocimientos a cambio recibes la valoración de tus habilidades que en otros entorno se consideran normales.
Existen muchísimas formas de colaborar en alguna causa solidaria y seguramente hay algo que puedas aportar, aunque no tengas casi nada de tiempo: revisar traducciones de una ONG, dar clases de español a niños inmigrantes, configurar la página de la asociación de vecinos, incluir la lista de la compra de tu vecina a tu incursión semanal al supermercado. Inspírate y participa para hacer este mundo un poco mejor. Así tu también te sentirás mejor.
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Imagen: juanpol / flickr