¿Qué tal vuestra semana? Me encantaría poder decir que la mía ha sido buena, pero lo cierto es que borraría estos últimos días sin pestañear. CTRL-ALT-SUPR. Resulta tan fácil pulsar estas tres teclas y volver a empezar. Pero los ordenadores son sencillos. Las personas y nuestras situaciones, no tanto. A veces desearía ser una cavernícola, así no tendría que preocuparme de los problemas inherentes a esta sociedad moderna, y a veces tan inhumana, en la que vivimos. Está claro que tendría otras preocupaciones, como la planificación de la estrategia para cazar al siguiente bisonte o rinoceronte lanudo. Pero ahora mismo cerraría el trato para dar un salto cuántico al pasado. O aunque sea a convivir con una tribu de cazadores-recolectores de nuestro tiempo. No vaya a ser que me arrepienta y no haya vuelta atrás.
Lo que creo que es importante es intentar seguir viendo y valorando las cosas positivas, a pesar de estar pasando por una serie de circunstancias muy duras. Cosas positivas como el milagro y la promesa de vida que estoy viendo todos los días en nuestro huerto, que brota de una semilla al asomar sus dos cotiledones que buscan la luz del sol para desarrollarse en plantas únicas con un maravilloso potencial.
Y en estos momentos es también cuando te sorprenden las personas que son capaces de dar, dar y dar, sin pedir nada a cambio. Sin tan siquiera conocerte en persona. Y sabes que lo hacen de corazón, porque te quieren. Y eso ayuda, aunque sea un poco, a comenzar a reconciliarte con los demás seres del género humano.
Y como hay que animarse, hay que salir adelante e intentar mantener una actitud positiva, qué mejor forma que participar en el reto organizado por Débora, una simpática blogger-compi, primate pensante detrás de Yo, Como Sapiens. Si todavía no conoces su blog, date una vuelta por ahí, te aseguro que pasarás un rato divertido. Débora ha organizado un concurso “PaleoClon” que consiste en preparar una receta típica de Pascua, versión paleo: sin gluten, sin cereales, sin azúcar refinado y sin demás venenos. Muchos ya sabéis que no me hace demasiada gracia esta etiqueta, pero lo que más me ha atraído de su iniciativa es el ánimo de juntar a blogueros y blogueras que, a pesar de que cada uno pueda tener sus ideas, filosofías, experiencias y conocimientos personales, lo que al final cuenta es que todos estamos en el mismo barco, el de la comida real. Y precisamente lo que necesitamos es eso, juntar nuestros propósitos porque, a pesar de que suene a tópico, la unión hace la fuerza. Y aunque no fuera así, ¿para qué malgastar tiempo y energías luchando y con malos rollos? No tiene sentido. Bastante luchamos ya para salir adelante en el día a día.
Así que me puse a pensar. ¿Qué podía hacer? ¿Unos buñuelos de viento? ¿Unas torrijas? ¿Leche frita? Comencé con esta última idea, preparé la crema con una base de leche de almendra, la probé y sucumbimos (o dicho de otra forma, nos la ventilamos a modo de postre cremoso) antes de que pudiera pasar a su estado final. Todavía tengo en mente experimentar con unas ideas que me vinieron a la mente para hacer unos buñuelos con crema, pero finalmente decidí decantarme por unas torrijas, tanto por los recuerdos que me traen como porque hace una eternidad que no me comía una y quería algo reconfortante. De haberlas hecho para cualquier otra ocasión, lo más seguro es que hubiera utilizado unas rebanadas de mi pan de trigo sarraceno y yuca, pero como podía considerarse “no del todo paleo” y me parecía correcto que la parte central de la receta fuera totalmente nueva, decidí experimentar y crear un nuevo pan para este reto. El resultado es más denso que un pan normal (lo puedes hacer con los huevos enteros sin separar, o montar las claras aparte para conseguir un pan más ligero y esponjoso), y con un sabor delicioso que también podrás utilizar tal cual para extender sobre él una buena capa de mantequilla de pasto, o para untar en el café con leche de coco mañanero o en una rica sopa de tomate. Si ya eres uno de los muchos habituales de mi pan de trigo sarraceno remojado y no te apetece experimentar con otras preparaciones, córtalo en rebanadas gruesas y sigue las instrucciones de la segunda parte de la receta. Estoy segura de que, de ambas maneras, te encantará. Lo mejor de todo es que en 12 porciones sólo usamos 1 cucharada de miel en el pan y un poco de azúcar de coco espolvoreado por encima, sin embargo, y gracias a la leche de coco, la canela y el limón, no echarás de menos el dulzor en absoluto.
- 165 gramos de harina de almendra (aprox 1 taza y ¾)
- 35 gramos de harina (almidón) de yuca
- 65 gramos de harina de coco
- ¾ cucharadita de bicarbonato
- 1 cucharadita de sal
- 4 huevos
- 240 ml de leche de coco
- 60 ml de aceite de coco, derretido
- 1 cucharada de miel
- 1 cucharada de vinagre de manzana
- 1 pan
- 500 ml de leche de coco
- La piel de un limón (eco o muy bien lavado), sin nada de blanco
- 1 ramita de canela
- 1 huevo
- Aceite de coco y/o de oliva, para freír las torrijas
- 2 cucharaditas de azúcar de coco, xilitol (el único que he probado se asemeja al azúcar, sin el regustillo frío, es el de la marca Xyla) u otro endulzante granulado de tu elección
- ½ cucharadita de canela en polvo
- Precalienta el horno a 180 grados y forra un molde de 23 cm x 15 cm (o similar) con papel para hornear.
- Mezcla las harinas, el bicarbonato y la sal en un bol. Separa las yemas de las claras y monta estas últimas a punto de nieve. Si prefieres un pan más denso, no hace falta que montes las claras.
- Añade las yemas, la leche de coco, el aceite de coco derretido, la miel y el vinagre de manzana a las harinas y amasa bien con la batidora. Agrega las claras montadas suavemente, con una espátula, y echa la masa en el molde.
- Alisa la superficie con la espátula o las manos humedecidas y hornea durante 35 – 40 minutos, hasta que haya tomado un bonito color dorado y que al introducir un palillo en la masa, éste salga limpio.
- Corta el pan por la mitad a lo largo, y en tres a lo ancho para que acabes con 6 cuadrados. Ahora corta cada cuadrado por la mitad, como si lo fueses a abrir (como una barra de pan) para preparar un sandwich. Lo ideal es que el pan tenga unos 3 días. Si lo tienes recién hecho, mete los trozos en el horno a 150 grados durante unos 20 minutos, dándoles la vuelta una vez, para secar el pan y que absorba mejor la leche.
- Para hacer la leche infusionada, pon la leche de coco en un cazo y añade la canela y la piel de limón. Una vez que la leche haya hervido, retira del fuego y deja que se enfríe.
- Retira la canela y la piel de limón y reserva aproximadamente un tercio de la leche infusionada. Remoja las rebanadas de pan durante varios minutos por ambos lados, pasa por el huevo que habrás batido junto con un par de cucharadas de la leche infusionada, y fríelas en una mezcla de aceite de coco y aceite de oliva bien caliente. Cuando estén doradas por igual en ambos lados, las escurrimos bien y las ponemos en papel absorbente. Seguidamente espolvoreamos con la mezcla de azúcar de coco y canela.
- La leche sobrante la puedes utilizar para remojar las torrijas después. Para ello tienes dos opciones: bien ponerlas en remojo con su leche, o guardarlas a parte y añadirles la leche posteriormente.