He querido esperar hasta tener entre mis manos 'La Plaga', el tercer trabajo de Terrier editado en Sonido Muchacho, para poder hablar del que ya es sin duda uno de los mejores discos de este 2016 del que llevamos solo cuatro meses. Y lo es por un sonido propio que se está extendiendo a lo largo y ancho del país.
Tras una primera escucha de este nuevo trabajo de los madrileños, lo primero que llama la atención son esas melodías pegadizas gracias sobre todo a los coros a dos y tres voces que se escuchan en las 12 canciones del disco. Un elemento que no es nuevo y que ya era marca de su estilo en el disco anterior, 'Un cadáver en el mar'.
Escuchando 'La Plaga' más veces y atendiendo a los detalles se puede apreciar que el grupo ha potenciado los teclados por encima de su faceta más garajera . Parece como si hubieran subido varios escalones dejando a un lado su faceta más oscura y abrazando las potencialidades que les pueden dar otros sonidos y distorsiones más eléctricas.
Con todo, en un disco donde la mayoría de las canciones son notables, hay que destacar 'Évoli' como candidata con todos los méritos a canción del verano, los ramalazos post punk de 'Estudio de Arquitectura' y 'Los Golpes', la melancolía que te embarga al oír 'Y si no vuelves nunca más', el subidón de 'Déjate Llevar' en los gritos del estribillo y la vocación de himno pegadizo de 'Aliento Final'.
En definitiva, un estilo propio que se denota en esa base de garaje que arrastra el grupo y que han sabido mezclar muy acertadamente con unos teclados que ahora tienen mucho más protagonismo y con ese toque gamberro que les dan los coros multivocales. Un acierto.
Revista Cultura y Ocio
Recomendación: Terrier extienden su plaga con un estilo propio a lo largo y ancho del país
Por Robertomartos @_Roberto_MartosSus últimos artículos
-
Crónica.- Mi Chambergo de Entretiempo entrega el botijo a Tendido Cero: mantilla, caídas, punk y pop
-
Crónica: Amatria, el vino bueno, el flameado de mou y el clítoris de mis orejas
-
Crónica: Gigante Dorian, el círculo cuadrado y el Beso
-
Crónica: Mad Cool 2018, como la primera vez