En el mundo de la ecología y de la sostenibilidad la Regla de las Tres Tres (Reducir, Reciclar, y Reutilizar) es un mantra que nadie cuestiona (o quizás si, os recomendamos que leáis a nuestros amigos McDonough y Braungart) y al que se le van sumando erres según gustos y necesidades.
La primera erre que se añadió a esta famosa regla fue la de Reparar, identificada con el Hazlo tú mismo (Do It Yourself, DIY) y alentada por diversos movimientos ciudadanos como pueden ser los Maker o los Fixer. Sus integrantes fabrican sus propios objetos o los arreglan rebelándose contra la obsolescencia programada, alargando la vida de los productos, ahorrando dinero y, de paso, beneficiando al medio ambiente.
Y ahora que hablamos de consumo colaborativo, la quinta erre que se incorpora es la de Redistribuir, donde pasamos el producto que ya no usamos a alguien que le será de utilidad.
Como veremos en la charla TED de Rachel Botsman, uno de los tipos de consumo colaborativo es el mercado de redistribución, que básicamente se trata de hacer llegar bienes usados de donde ya no se necesitan hacia algún lugar o persona que sí los necesita.
Internet ha conseguido que sea muy fácil vender, hacer trueques o regalar lo que ya no nos sirve
Algunos ejemplos pueden ser gratuitos (No Lo Tiro), en otros se intercambian (Grownies, para ropa de niños) o se venden (eBay).
A modo de recordatorio, los otros 2 tipos de consumo colaborativo serían:
- El estilo de vida colaborativo, en el que no sólo se planean compartir o intercambiar bienes materiales. Gente con intereses comunes se están juntando para compartir e intercambiar bienes menos tangibles como tiempo, espacio, habilidades y dinero. Estos intercambios tienen lugar principalmente a nivel local o de barrio, donde se comparten espacios para trabajar (Coworking), cultivar (Huertos Compartidos), la wifi o se presta de dinero entre particulares. A nivel más global, tenemos alquiler de habitaciones a viajeros o simplemente dejar dormir a la gente en tu casa (Couchsurfing)
- Los sistemas basados en producto, en los que pagamos por el beneficio de utilizar un producto sin la necesidad de adquirirlo. Se transforma a las industrias tradicionales basadas en modelos de propiedad privada individual (por ejemplo. compartir coche y alquiler P2P de coches entre usuarios). Estos sistemas atraen cada vez a un mayor número de usuarios y el Bicing sería un ejemplo.
Como ya dijimos, el consumo colaborativo supone un cambio cultural y económico en los hábitos de consumo. En palabras de Rachel Bostman, autora del libro What´s Mine is Yours, es una fuerza que reinventa no sólo lo que consumimos, sino la forma en que consumimos.
Quizás te puedas plantear que en un mundo en el que todo el mundo comparte, los minoristas tradicionales morirán. Esta es la suposición más habitual de la gente cuando oyen acerca del consumo colaborativo por primera vez. Todo el mundo entiende que compartir reduce la demanda.
Por ejemplo, en un completo estudio acerca del carsharing se deduce que un coche compartido sustituye entre 9 y 13 coches en propiedad. Dicho en pocas palabras, ciertos sectores si no reaccionan, tienen alta probabilidad de desaparecer.
Este nuevo paradigma de consumo es, sin duda, todo un reto para tanto para el consumidor como para el productor
Pero ¿ves viable este tipo de consumo? ¿crees que es una amenaza seria para productores y minoristas?