Revista Cultura y Ocio

Regalar un libro

Por Mientrasleo @MientrasleoS

Regalar un libro
     Dice El corte Inglés que es casi Navidad, y no sólo ellos, las tiendas se han vestido ya con los colores rojos y verdes tan característicos de esta época del año. Y yo miro el calendario y no termino de verlo, me faltan días o me sobran, según se mire, para acercarme a esas fechas. Es cierto que hay nieve en algunas partes, pero... no termino de verlo. Y sin embargo empiezan a inundarnos con campañas de compras de regalos y colonias y complementos, corbatas, juguetes... ya se venden hasta los dulces. Luego dicen que el tiempo pasa rápido... ¿no será que nos empeñamos en correr de fiesta en fiesta?
     Total, que hoy cuando en una tienda me ha dicho una amable chica "Si no la veo antes, Felices Fiestas" he pensado que tal vez la rara sea yo. Porque a fin de cuentas espero seguir saliendo a la calle durante todos los días que restan para las fiestas. Pero tal vez debería de pensar en los regalos que tengo que comprar. Tal vez. Y siguiendo una máxima que nadie dice pero todos hemos cumplido alguna vez, tiendo a regalar lo que me gusta orientado a quienes quiero. no mucha gente, apenas un puñado de personas. ¿Debería entonces regalar libros?
     No, porque los libros, como me han dicho muchas veces ocupan sitio. Y además, ¿qué hacemos con ellos una vez los hemos leído? qué tontería gastarse el dinero que vale, luego ya no sirven de nada. Y ocupan sitio y pesan. ¡Vaya si pesan! Que se lo digan a mis estantes que mantienen la horizontalidad porque unos libros sobre otros sirven de pilares improvisados que sustenten el peso de tanto papel. Además leer puede ser malo para la vista, hay miopía del estudiante (que lee) pero nadie ha oído jamás hablar de la miopía del espectador de televisión o del jugador de mus. Claro que no. Libros, qué les puede encontrar la gente de divertido pudiendo ocupar su tiempo en jugar al Candy Crush o a los cerdos que son impunemente golpeados por unos pájaros con cara de mosqueo. Eso si que es divertido y nos permite ver mundos distintos y no abrir puertas a la Tierra Media o al espacio exterior. Además, por si no lo habíamos pensado, leyendo se aprende. Siempre se aprende algo, aunque sea ortografía o gramática. Por favor, ¡un regalo que es casi didáctico! y que además ya no nos sirve para calzar una mesa o un sofá puesto que los amables señores de esa tienda sueca pusieron un mecanismo a las patas que permitía bajar o subir un poco cada una de ellas para que no se movieran en ese baile que buscábamos interrumpir para no derramar el café. Tampoco es un regalo que sorprenda, se le adivina siempre la forma... eso dicen. Aunque tengo que reconocer que ahora tengo una curiosidad y es si alguien regalará libros en formato digital y cómo los envolverá, si irán en un pen, o tal vez con una dedicatoria, si se recibirán igual o por ser intangibles y no poderlos tener en las manos se quedará uno con cara de circunstancias.  Tal vez estos libros si que se salven de muchas de esas críticas que son vertidas hacia este regalo. Supongo que hay muchos motivos para elegir otro regalo, podemos incluso contagiar de nuestra pasión lectora y entonces nos dirán que son caros, que ahora necesitan comprar más como si les hubiéramos hecho adictos a algún tipo de sustancia nociva. Y lo digo cogiendo un libro buscando la advertencia sanitaria que no aparece.
     Tal vez esté confundida y los centros comerciales tengan razón y ya sea hora de buscar los regalos para estas fiestas. Y mucho me temo que, pese a las críticas volveré a mirar las mesas de libros buscando compartir las lecturas que me han gustado durante el año. Y que con otros títulos haré lo que muchos hacen con la lotería, y si no los he leído compraré dos. No "por si toca", claro, pero, ¿y si me gusta? Regalar un libro que no he leído me cuesta, lo reconozco. Llamadlo egoísmo lector.
     Porque el recuerdo de un buen libro dura mucho más que la fragancia de un perfume.
     Porque la historia que contiene un libro nos puede hacer reír o llorar exactamente igual que cualquiera que veamos en una pantalla.
     Porque me gusta compartir las cosas que me hacen disfrutar y también disfruto viendo mis estantes abarrotados.
     Porque puede que acumulen polvo, pero no se rompen al limpiarlos como puede hacerlo una figura.
     Porque compartir una historia es algo mucho más íntimo que comprar una corbata.
     Y porque me gusta invitar a soñar.
     Por todo eso, y por un millón de razones más, este año también voy a empezar a mirar los libros con otros ojos. Los del comprador que busca un regalo adecuado para una persona especial. Hay libros especiales, historias especiales y también personas especiales. Este año, si tengo suerte, tal vez acierte en alguna de las combinaciones y sea capaz de unir los tres factores y atarlos con un lazo de color en un paquete rectangular.
     Este año, voy a regalar libros. Y vosotros, ¿figuran también entre vuestras compras navideñas habituales?
     Gracias
     PD. Me niego a felicitar la Navidad con tanta antelación.
           

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