Revista Cultura y Ocio

Regusto de Viena I

Publicado el 20 julio 2012 por Misafueras
Después de un viaje viene otro. Del físico y vivencial se pasa al del recuerdo, durante el que revisamos muchos de los momentos e imágenes que hemos traído del lugar al que hemos ido, bien dobladitos en la maleta de la mente.
Mientras saco del trolley la ropa usada y la no usada, vuelvo a ver los colores y formas dispares de las creaciones de Hundertwasser. El Gaudí vienés consigue hacerte jugar, del mismo modo que él lo hace con sus colores y formas.
Separo algunos objetos  -la cámara de fotos, algún recuerdo de cerámica, las Mozartkugeln, souvenir comestible, alegoría de las bolas de Mozart-  y vuelvo a acercarme a la orilla del Danubio, esa impresionante masa de agua que no se parece a ningún río de este país del sur.
Regusto de Viena IHojeo los folletos de los museos y les echo otro ojo a las pinturas de Klimt, de Schiele, o de Brueghel. Entonces paseo con placer por las salas del Belvedere, o del Kunsthistorisches, o del Leopold, ambientes construidos de luz, atmósferas donde los pigmentos lo transforman todo.
Mientras pongo una lavadora transformo el perfume del suavizante en delicioso olor a café. Veo de nuevo el Hawelka y sus muebles ancianos, el palaciego Central con toda su exquisitez, el Corbaci del Museumsquartier y su combinación funcional de hormigón con techos de azulejos; y alguna que otra cafetería Aïda, donde los precios son más pagables y casi todo es marrón y rosita.
Guardo el calzado y escucho otra vez los valses tocados con violín y acordeón en un Heuriger de Grinzing, ese pueblecito lleno de encantadoras tabernas que un día quedó pegado a Viena.
Incluso cuando todo el viaje ha quedado "deshecho" y recolocado en cajones y armarios, sigue desarrollándose en mi cabeza, encontrándoles el sentido a casualidades, meteorologías, reencuentros, hallazgos, palabras, gestos.

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