Renacimiento

foto traída de facebook.com
Y de repente: la pausa. La noche no puede convertirse en un eterno refugio sin poner tu salud en juego, precisamente porque son los fármacos acelerados los que nos permiten alcanzar las puertas de la ciudad. Una lluvia fina nos va calando poco a poco, hasta que no queda centímetro de piel o coraza libre de óxido, libre de oxígeno. Sí, se trata de dos palabras muy parecidas, pero que no tienen nada que ver. Las dos caras de la moneda. ACDC o Ramones, esa marca de camisetas. El tiempo de las cerezas, la candidez, aquellas palabras con voz dulce, perfectas, que siguen alimentando la llama. El desperfecto. Las ruinas. Cuatro ruedas reducidas al plomo, a la goma inválida sobre el cemento, a la putrefacción. Somos pop y no hay stop. Los cuartos de baño, las escaleras al cielo, plomizo y gris del futuro. Mierda. Creo que ya no se escriben canciones de amor y alguien, en un momento determinado, debería ponerse con ello. Solo espero que Pablo Alborán no se sienta aludido, claro. Es el romanticismo lo que está en juego.  El renacimiento, tal vez.