Reseña #131:
Cómo ser mujer
¡Hola, hola, hola!
¿Qué tal os ha ido la semana? ¿Estáis disfrutando del puente? ¡Espero que sí! Yo, personalmente, estoy intentando poner todas las cosas al día. Ya veremos cómo resulta el experimento. Pero de momento vamos con una reseña que, la verdad, tenía muchas ganas de compartir con vosotras y vosotros. Antes de empezar, quiero pediros que me recomendéis literatura feminista. Cualquier aportación será bien recibida, sí, sí. Y ahora... ¡Dentro reseña!
Ficha técnicaTítulo:Cómo ser mujer Autora:Caitlin Moran Traductora:Marta Salís Canosa Editorial:Anagrama Número de páginas: 360 ISBN:9788433977717 Preció libro físico: 9,90€ Sinopsis
No hubo nunca mejor época que ésta para ser mujer: ahora existen el voto femenino y la píldora, y desde 1727 ya no envían a las mujeres a la hoguera por brujas. Pero ¿cómo ser mujer? Ésa es precisamente la gran, eterna pregunta a la que Caitlin Moran se propone responder en una obra que aborda a calzón quitado–a veces literalmente–, con inteligencia, desvergüenza e ironía y también una salvaje franqueza, los principales aspectos de la condición femenina. Mezcla de libro de memorias y de divertida vociferación, apoyándose siempre en sus experiencias como mujer, feminista e hija de una familia numerosa y proletaria, Caitlin Moran se describe con una sinceridad y una audacia militantes, y habla con absoluta naturalidad de la relación con su cuerpo. Y con la comida, con los hombres, con el trabajo, la sexualidad, la maternidad, el aborto. Pero también escribe sobre la importancia de Lady Gaga, y los errores y horrores de la depilación más íntima, o el bótox. Y sobre mucho más, Así, alternando provocativas observaciones sobre la vida de las mujeres con historias ferozmente divertidas sobre sí misma, desnuda, deconstruye y arroja al fuego la imagen políticamente correcta de la mujer del siglo XXI.Mi opinión
Es gracioso porque, aunque vivimos en una sociedad esencialmente machista, nos gusta decir que “las cosas están cambiando”. Me gustaría decir que sí, que hemos avanzado mucho; pero lo cierto es que seguimos siendo víctimas de micromachismos que nos pasan desapercibidos. Porque la normalización da mucho asco, esa es la realidad. Puede que por eso me haya gustado Cómo ser mujer. Si bien es cierto que, en un principio, no tenía ni idea de qué iba encontrarme entre las páginas de este libro; no pensé en ningún momento que fuese a tener un componente de autobiografía. Una bastante satírica, a decir verdad; y es que Caitlin Moran nos cuenta sus vivencias en clave de humor, uno a ratos ácido y otros sencillamente desternillante. Si me preguntáis si me he reído con el libro, la respuesta es sí. Mucho, de hecho.
La vida de la autora no ha sido precisamente un camino de rosas. Moran empieza el libro contando cómo un puñado de adolescentes, bastante cabrones, la perseguían por la calle preguntando si era una chica o un chico, tirándole piedras – creo recordar que eran piedras –. Para colmo, eso es el día de su cumpleaños. El día en que, en cierto modo, se da cuenta de que tienen que empezar a cambiar muchas cosas.
De la mano de la autora, conocemos su forma de conocer la existencia del período o menstruación, de cómo descubrió qué es la masturbación, el sexo, el machismo y las diferentes etapas por las que hay que pasar para quererse a una misma. Dedica un capítulo no sólo a conocer las relaciones tóxicas, sino a la conciliación con su propio cuerpo. En este punto quisiera hacer un alto, y es que es cierto que muchas veces nos castigamos de forma completa y absolutamente innecesaria a nosotras mismas. ¿Quién no se ha plantado delante de un espejo, en el probador de una tienda cualquiera, y se ha cagado en todo lo cagable repitiéndose eso de “mierda, nada de lo que he cogido me queda bien”? A todas nos ha pasado – y si no os ha pasado, una de dos: u os engañáis a vosotras mismas o me queréis engañar a mí lo cual, la verdad, me deja bastante indiferente – y es una putada. ¡Claro que es una putada! Pero cuando te miras otra vez dices: “eh, pues a lo mejor no parezco una top model, pero no está tan mal”. Y ahí está la diferencia. En eso y en todo. Da igual la talla, a ver si nos lo metemos en la cabeza. Claro que es importante cuidarse, claro que hay que combatir la obesidad, la anorexia y la bulimia. Ningún trastorno alimenticio tiene que ser alentado. No es lo mismo tener problemas a nivel de hipófisis que coger malos modelos y meterse los dedos en la garganta.
He dicho(
Un tema que me ha hecho especial gracia en Cómo ser mujer, es lo que nos cuenta Caitlin Moran sobre la ropa interior. Estoy segura de que más de una persona va a considerar esta parte de la reseña harto innecesaria, pero el apartado de las bragas me dejó flipada. Me declaro fan de las brasileñas. Ese trozo de tela, extremadamente cómodo, es la leche. Calor cero, tela fresca… ¿qué más se puede pedir? La autora dice que es mejor llevar lo que coloquialmente podríamos llamar “bragas de abuela”. Me explico. Esas bragas que te llegan hasta el ombligo y que tapan todo el culo.¿Tenemos la imagen? ¿Sí? Pues, oídme (
Tal vez el libro no sea un manual de cómo ser feminista. No, no lo es. Son las vivencias de una persona que ha tenido sus más y sus menos, que nos habla de los excesos del alcohol y algunas drogas – como éxtasis –; de cómo vivió sus partos, de cómo ser madre cambió su forma de ver las cosas… y es adictivo. Quiero decir, es interesante leer la opinión tan descarnada, tan directa, de una persona totalmente ajena a nosotras y nosotros. Concordar en todo es, evidentemente imposible – miradme a mí, que me he quedado dándole vueltas a qué opino de unas bragas –, pero no está nada mal abrir miras. Con todo, Cómo ser mujer es un buen acercamiento al feminismo. Con una prosa divertida, Caitlin Moran nos cuenta cómo ha sido su vida, mientras toca temas importantes, algunos de ellos bastante controvertidos. Dadle una oportunidad, no os va a decepcionar.
Nota: 4/5
Citas(…)
Pero el problema de luchar contra uno mismo es que, aun cuando ganes, acabas perdiendo.
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Sin embargo, aunque es sea vital aportar nuestro grano de arena a lo que realmente es (y no a lo que fingimos que es) ser mujer, seguimos necesitando también un poco de análisis, polémica y del rollo de <<esto tiene que cambiar>>. Ya sabes. Feminismo.
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Personalmente, creo que ha llegado el momento de que las mujeres inicien su propia política de Tolerancia Cero con las Ventanas Rotas de su vida. Quiero una política de Tolerancia Cero con <<Toda Esa Mierda Del Patriarcado>>. Y lo mejor de una política de Tolerancia Cero con Esa Mierda De Ventanas Rotas del Patriarcado es que, en el siglo XXI, no tenemos que manifestarnos contra las modelos de talla cero, la hilarante pornografía, los clubs de bailes eróticos o el bótox. No tenemos que amotinarnos, ni empezar una huelga de hambre. No hay necesidad de que nos arrojemos a los pies de un caballo, ni siquiera de un burro. Sólo tenemos que mirar las cosas de frente, directamente, y luego echarnos a reír.
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No puedo creer que hayamos llegado a un punto en el que nos cuesta dinero tener un coño. Nos están obligando a pagar por el cuidado y mantenimiento de nuestra entrepierna como si fuera un jardín de la comunidad. Es un impuesto oculto. El IVA del coño. Es un dinero que deberíamos gastar en la FACTURA DE ELECTRICIDAD, en QUESO y en BOINAS. En vez de eso lo estamos gastando en hacer que nuestros chihuahuas parezcan una repulsiva pechuga de pollo del Lidl. MALDITAS seáis, costumbres-pornográgicas-que-habéis-conseguidos-meteros-en-mis-bragas. ¡MALDITAS SEÁIS!
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Es muy importante decir estas palabras en voz alta. <<SOY FEMINISTA>>. Si os cuesta hacerlo, incluso con los pies en el suelo, yo me preocuparía. Quizá sea una de las cosas más importantes que una mujer dirá nunca. El equivalente a <<Te quiero>>, <<¿Es niño o niña?>> o <<¡No! ¡He cambiado de opinión! ¡NO me cortes el flequillo!>>. Decidlo. ¡DECIDLO! ¡DECIDLO AHORA MISMO! Porque si no podéis, estaréis en el fondo inclinándoos y diciendo: <<Dame una patada en el trasero y quítame el voto, por favor, patriarcado.>>
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Ser alguien nuevo; rápido, libre. Reír, y follar, y no tener miedo a decir las cosas como son, a un novio, a un gobierno o a quien sea, si son estúpidos o están equivocados. Y A TODO VOLUMEN. COMO LA MÚSICA ROCK.
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Cada mujer que elige voluntariamente – con alegría, sensatez, tranquilidad y deseo – no tener hijos hace un gran favor a largo plazo al mundo de las mujeres. Necesitamos más mujeres a las que se permita demostrar su valía como personas; y no ser valoradas únicamente por su capacidad para crear personas nuevas. Después de todo, la mitad de esas personas que seguimos creando son también mujeres, que probablemente también serán juzgadas en el futuro por no crear personas nuevas. Y así sucederá una y otra vez…
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Por supuesto, existía también la posibilidad de que llegara a agradecer la llegada de un tercer hijo. Podría haber nacido, obligándome a descubrir nuevas reservas de energía, dedicación y amor. Podría haber sido lo mejor que me ocurriera jamás. Pero yo, personalmente, no soy jugadora. No gastaría una libra en lotería, así que ¿cómo apostar por un embarazo? Las apuestas son demasiado, demasiado elevadas. No puedo estar de acuerdo con una sociedad que me obligase a apostar cuánto podría amar bajo coacción.
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