¡Hola, hola, hola! 🐺
¡Fresquito! Fresquito DE VERDAD. No os hacéis una idea de lo feliz que me hace que por fin, ¡POR FIN!, podamos disfrutar de temperaturas más bajas, dándole una más que merecida bienvenida a los pantalones largos ¡y las chaquetas! Pero me calmo, me calmo.
Hoy os traigo la reseña de una de mis mejores lecturas – estoy segura – del spooky month. ¿Qué, vamos a ello? ¡Dentro reseña!
Lois es huérfana. Su padre murió y, cuando sólo le quedaba su madre, prometió en su lecho de muerte que iría hasta Salem con su tío. Él le daría cobijo, se haría cargo de ella, conseguiría que todo saliera bien.
Pero Lois es huérfana y está triste. Tanto, tantísimo, que no tiene palabras para expresar ese desasosiego que parece haberse quedado adherido a su piel. Se despide del que podría haber sido su marido, un chico encantador que la adora; y sube al barco con ese capitán dulce, divertido, que promete llevarla sana y salva hasta Salem.
Salem.
Lo terrible de esta historia es que es real. Elizabeth Gaskell nos desgrana lo que aconteció en ese pueblo salpicado de miedo, puritanismo e incultura; dando voz a la historia de Lois, la tierna y adorable Lois, la misma que se gana un hueco en tu corazón y luego, muy despacio, te lo rompe.
No había tenido el placer de leer nada de la autora y ahora no puedo más que arrepentirme de no haberlo hecho antes. La prosa de Gaskell es detallista, pulcra, tan cuidada que da gusto leerla. Porque esa señora no “escribía lo primero que pensaba”, ¡ni mucho menos! Cada palabra parece pensada, encajando a la perfección con el aura oscura que, para el caso, requiere el relato.
¿Cuántas veces habéis leído una obra breve, muy bree, y habéis querido arrancaros el corazón del pecho? A mí muy pocas veces. Esto es completamente subjetivo, pero prefiero las historias largas. Si sois asiduas y asiduos, sabréis que soy “de leer tochos”; así que esta pequeña joya, esta maldita maravilla, me ha calado por partida doble.
Como podéis imaginar, la llegada a Salem de Lois no es precisamente bonita. Ha dejado vieja Inglaterra – siempre me han fascinado esos términos –, para llegar a una Nueva Inglaterra en la que son terriblemente temerosos de Dios. Su religión, apretada, afilada; asfixia a Lois. Todo lo que dice parece ser incorrecto. Su padre era párroco, pero allí no importa. Ella es una chica, una muy joven, que tiene que aprenderlo todo otra vez. Y su tía no desaprovecha oportunidad para recordárselo.
¿Qué puedo deciros de la nueva familia a la que debe enfrentarse? Poco. Muy poco. Prudence es una niña pequeña, sibilina, mala; que no congenia con Lois. Faith, la segunda hermana, parece mejor persona: tímida, siempre callada, austera. Grace, la madre, es una déspota: una mujer cruel que se toma las escrituras al pie de la letra y que no tolera la presencia de Lois en su casa. Ambrose, el hijo mayor, parece tener fijación por Lois: esa chica bonita, dulce, que sonríe mucho. ¿Y el tío? El tío está postrado en la cama. Muriendo.
No os quiero contar mucho más, porque la gracia está en que os acerquéis a este terrible cambio de aires. Un viaje, eso es. Uno que hace que Lois se dé cuenta de que Salem jamás podrá ser su casa. Porque hablan de brujería, de supersticiones, de embrujos. Porque, joder, se pelean incluso por el cura que debe dar la misma. Porque Salem es un sitio señalado para atraer la desgracia. Pobre Lois.
...
Con una prosa dulce, pulcra, casi perfecta; Elizabeth Gaskell nos introduce de lleno en la vida de Salem. Dejad que os cuente una historia de terror por lo real del relato. No os va a decepconar.
★★★★★