¡Hola, hola, hola! ¡POR FIN ES SÁBADO! Joder, qué falta me hacía. Qué semana más larga, leche. Y sí, parece que esto se está convirtiendo en una costumbre. ¡Pero no pasa nada! ¡Tenemos cosas buenas! Así de salida, puedo deciros muy pero que muy contenta que por fin estoy otra vez engancha a la lectura. Si es que los chascos no le hacen ningún bien a nadie. Pero bueno, dejando de lado una lectura que se me está haciendo un poco bola; todo guay. ¡Y otra cosa! La canción es vieja, pero os juro que me encanta. ¿Y de cuál hablo?, pues de la archiconocida Vamos con la entrada de hoy. Toca reseña, sí, sí. De un libro al que le tenía muchas ganas. Ay, el
All we know, pero versionada por Shy Martin. No puede ser más bonita. Os dejo aquí el enlace para que la escuchéis en YouTube, sí, sí. Y ahora, contadme, ¿qué habéis andado escuchando esta semana? ¿Alguna cosita maravillosa que queráis compartir? hype, qué jodido es...
¡Dentro reseña!
Sieteaguas, el último reino irlandés, se mantiene al margen de las invasiones de sajones y britanos gracias a la protección de una impenetrable esperusa en la que, según cuenta la leyenda, la Dama del Bosque protege a sus habitantes. El señor del reino, Lord Colum, es padre de seis hijos: Liam, el espíritu de liderazgo hecho hombre; Diarmid, amante de la aventura; los gemelos Cormack y Conor, cada uno con su vocación, el suversivo Finbar y compasivo Padriac. Sin embargo, será su única hija, Sorcha, a la que el padre no puede ver por considerarla la causa de la muerte de su amada esposa, la encargada de proteger a su familia no sólo de la magia oscura que se ha cernido sobre ella, sino también de la amenaza de la invasión de los britanos. Todo parece perdido cuando cae en manos del enemigo, pero S o rcha cuanta aún con la protección de la Dama del Bosque.
Un cuento puede empezar de muchas maneras. Por ello, un cuento es muchos cuentos y, al mismo tiempo, cada uno de ellos sólo es una manera de contar la misma historia.
Ha sido un viaje largo. También muy cambiante. Cuando empecé La hija del bosque, tenía ganas de caer rendida ante una prosa magistral y una historia que me rompiera el corazón. Supongo que, de forma más bien masoquista, quería una historia terrible, dura hasta lo imposible. Una que sangrara con cada palabra. Y no fue el caso.
Un nido seguro entre árboles guardianes, oculto al mundo por fuerzas más antiguas que el tiempo, nuestro hogar era sin duda un lugar aparte.
Lo creáis o no, os he contado demasiado. Ajá, todo esto lleva un trecho bien majo del libro. Porque, sintiéndolo en el alma, no pasa gran cosa. No en el inicio, al menos. Un inicio que casi consigue que abandone la lectura, porque ya no sabía qué narices hacer para que el libro no se me hiciera pesado. Denso. Aburrido. Lento. Todo esto rondaba mi cabeza. Hasta que un buen día Colum se lleva a sus tres guerreros y vuelve con un botín. Uno que respira, aunque esté lila de tantos golpes que le han dado. Uno que se niega a hablar. Uno que, joder, hace que algo empieza a tener sentido.
Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la ZONA SPOILER
300 malditas páginas. 300 jodidas páginas para que el libro me interesara. Juliet Marillier casi consigue acabar con mi ya de por sí escasa paciencia. Si seguí, si no dejé el condenado libro, fue sólo porque mi hermano me insistió hasta la desesperación para que siguiera. Al chaval le encanta y, claro, una servidora será muchas cosas, pero no es una mala hermana. Así que, después de un suplicio mayúsculo, tuve casi 300 páginas más de una historia que, ¡por fin!, valía la pena.
Simon fue, a todas luces, un personaje maravilloso. Uno que llegó y desapareció. Porque venía una amenaza peor, claro. La dama Oonagh - se me ocurren muchos y muy imaginativos insultos para semejante perra del averno, pero eso lo dejamos para otro día -, que sabe que lord Colum está lo suficientemente desesperado por enderezar su vida como para aceptar casarse con ella. Y es que nuestra dama preciosa esconde un secreto. Es un bicho malo. Uno especialmente molesto que, ahora sí, hará que se desate el jodido infierno.
Bueno. Bueno, bueno, bueno. Si la dama Oonagh es mala, la Dama del Bosque es una perra. Una zorra machista y misógina. Una desgraciada a la que le daba yo una buena patada en el coño. ¿Ha quedado lo suficientemente claro? Porque no hay nada que me joda más que las mujeres machistas. Manda narices, joder, manda narices. ¿Y por qué digo esto? Oh, bueno, ella tiene una opinión muy especial sobre las violaciones. Ahí os lo dejo.
Sorcha debe tejer seis camisas de estrellada - una planta que le destroza las manos y con la que se trabaja muy pero que muy despacio -. Debe hacerlo sin despegar los labios. Sus hermanos podrán venir sólo en los solsticios de verano e invierno. Unas horas de vuelta en el mundo de los humanos. Sólo unas pocas. Hasta el alba, como dicen los cuentos. Y deprisa, que el sol llega. Pero una de esas veces, lo que encuentran es una chica destrozada. Brutalmente violada, despojada de sí misma, aterrorizada de los hombres. Rota. Mancillada. Y es en ese estado febril, casi desnutrido, cuando cae en una baca y aparece Rojo. Rojo, que es un britano. Rojo, que sabe que ella le entiende aunque no hable. Rojo que, joder, sabe que sólo es una cría asustada.
Contrariamente a lo que podáis pensar, Rojo no es precisamente un gatito encantador. Taciturno, silencioso, sabe que si Sorcha tiene un regalo de su hermano es porque lo conoció. Así que decide que la chica viaja con ellos. A Ben y a John no les hace, hablando en plata, ni puta gracia. Una hija de Erin, una bruja. Con ellos. Pero Rojo no transgrede y, entre comentario que le tendría que haber valido una buena patada en la entrepierna, y silencios; arrastra a Sorcha hasta el barco que deberá llevarlos a todos de vuelta a casa.
Aquí empieza de verdad la historia. Ajá. 300 páginas. En fin. ¡Pero no me descentro! La llegada a Harrowfield es un completo despropósito. Todo el mundo aterrorizado de una niña asustada que sólo quiere tejer. Pero a Rojo todo eso le da igual. Es su invitada y más vale que nadie respire fuerte en su dirección. A menos, claro, que Richard, su tío, decida que no estaría mal hacer una visita...
Esta parte me gustó. Mucho, de hecho. Ver cómo Sorcha poco a poco crecía y conocía a personas que, siendo del bando contrario, no dejaban de ser maravillosas. Las bromas de Ben, la protección de John, la dulzura de Margery... y los encuentros con Rojo. Al principio el tío me caía muy mal. Ya sabéis que no soporto los numeritos de las damas en apuros, mucho menos los arranques de virilidad frustrada - esos consiguen que me ponga más chunga que Mamba Negra en sus mejores momentos -; pero el chico, al final, se hace querer. Hay en sus maneras demasiado forzadas algo bonito, casi dulce. La espera, supongo, el hecho de saber que ella, en el fondo, no necesita que la salven. Porque ella está allí, en medio de una locura de caza de brujas, para ayudar a su familia.
El final es... delicado. No es bueno para todo el mundo. Puede que eso sea lo que más me haya gustado. Por fin Juliet Marillier decide que no importa quién caiga. Lo importante es el camino. Y vaya camino.
La hija del bosque es una lectura que genera sentimientos encontrados. Empieza a medio gas y tarda en tomar fuerza. Pero vale la pena el bache por todo lo que viene después. Sorcha es una protagonista de la que dudo que me olvide, ¿en serio os la vais a perder?
-En cierto sentido es verdad - dijo Finbar, y me sorprendió. - Pero hay dos caras en toda lucha. Empieza como algo pequeño, un comentario casual, un gesto a la ligera. Y a partir de ahí va creciendo. Ambas partes pueden ser injustas. Ambas crueles.
-[...] Puede que aún no conozcáis el tipo de amor que te golpea como un rayo, que te agarra por el corazón, tan irrevocablemente como la muerte, que se convierte en la estrella polar por la que te guías el resto de tu vida. No le deseo ese amor a nadie, ni hombre ni mujer, pues puede convertir tu vida en un paraíso o destruirte completamente.