"Hola, me llamo Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre, prepárate a morir". Puede que sea una de las frases más recordadas de la historia del cine de los 80, pero su origen no estaba en la gran pantalla. Íñigo Montoya, la princesa Buttercup, el pirata Roberts, Fezzik o el Conde Rugen aparecieron años antes en el libro La princesa prometida, escrito por William Goldman.
Para los que hayan visto la película, poco más hay que añadir en el argumento: piratas, peleas con espada, magia, persecuciones y amor. Los fans de la película se deleitarán entre las páginas de esta novela reviviendo las historias. Para quienes no hayan visto aún la película (¿existe este tipo de gente?) es una buena manera de conocer esta historia fantástica a través de la lectura.
Lo que más llama la atención en la escritura es el recurso, ampliamente usado por autores a lo largo de la literatura universal, del manuscrito encontrado. Y es que William Goldman, lo que hace en estas páginas, es adaptar la historia original de un tal S. Morgenstern. Según nos cuenta en el libro a través del prólogo, cuando era pequeño su padre le contó la historia de Florín, gracias a este libro, y ahora él quiere contársela a su hijo. Sin embargo, descubre apesadumbrado que la historia que a él le pareció una gran aventura, no entusiasma en absoluto al pequeño y, por eso, decide reescribirla quitando las partes aburridas y añadiendo acción en algunas lagunas del relato. Todo un artificio que el lector asume como propio gracias a las "pruebas" aportadas profusamente.
Goldman intercala así narración propia con la historia de Florín, recopilada por el señor Morgenstern en su historia original. Destaca especialmente la gran cantidad de anotaciones que -supuestamente- hace Goldman al manuscrito, entablando una conversación con él que sacará más de una carcajada al lector. El truco del manuscrito hallado está realmente conseguido, y el autor ha demostrado hacer un gran trabajo al cambiar los estilos narrativos a lo largo del libro.
El gran logro de este libro es conseguir un cuento de hadas, al estilo clásico, que disfrutarán tanto niños como adultos -aunque ciertos pasajes de este libro son un poco crudos para los infantes gracias a las descripciones realizadas-. Incluso se permite, en su labor de compilador, de ofrecer la posibilidad de concluir la historia con dos finales: el feliz, como a él se lo contaron, o el real, más cruel y sincero.
La historia en sí utiliza los arquetipos clásicos de un cuento de hadas: piratas, espadachines, un príncipe malo, un gigante, un español buscando venganza, una joven damisela en apuros y algún que otro milagro obrado por el amor. Si bien la trama no es nada del otro mundo, lo realmente cautivador es la narrativa utilizada, que hace que sigamos leyendo intrigados por los cambios y las notas al pie realizadas durante la reescritura del manuscrito de Morgenstern. Tanto, que al final llegamos a cuestionar si esa historia que nos han contado es verdad o no.
Volviendo a los fans de la película -es inevitable hacer referencias a ella, ya que es ampliamente conocida por el gran público-, esta novela puede llegar a ser un gran descubrimiento. Como suele ocurrir en las adaptaciones cinematográficas, hay partes que quedan fuera, como el capítulo del Zoo de la Muerte, que merece una especial mención en el grueso de la historia. Además, las útlimas ediciones de esta novela, como ésta de Martínez Roca, cuenta con añadidos extra que no aparecieron en la primera versión, como los trámites para rodar la película o la explicación a por qué no se publicó la segunda parte, El bebé de Buttercup. Para no desvelar más, sólo diré que en esta historia está involucrado el mismísimo Stephen King... ¿o no?
Autor: William Goldman
Edición: Martínez Roca
Páginas: 382 p.
Precio: 18€