La familia real ha sido asesinada. Los regentes han conseguido mantenerlo en secreto porque saben que la noticia desencadenará una guerra civil y que los reinos vecinos aprovecharán la situación crítica de Carthya para tratar de invadirla, pero no podrán ocultar la verdad mucho más tiempo. Solo hay una solución: que Jaron, el hijo menor de los reyes, que lleva cuatro años desaparecido, regrese.
Conner, uno de los veinte regentes, tiene pruebas de que el príncipe Jaron murió en un ataque pirata, pero las ha mantenido ocultas todo este tiempo. Es el único que sabe que el príncipe no regresará para salvarlos de la amenaza de la guerra, y por eso decide buscar a cuatro jóvenes, parecidos a Jaron en edad y físico, y educarlos para hacerse pasar por él.
Sage se ha pasado la infancia de orfanato en orfanato. Ha aprendido a buscarse la vida y no tiene escrúpulos a la hora de mentir o robar. Su desparpajo recuerda a Conner al príncipe Jaron, que era conocido por sus travesuras, y lo compra por unas monedas a la dueña del orfanato. Sage tendrá que competir con otros tres chicos y lograr ser el más parecido al príncipe; si pierde, o si intenta huir, morirá.
El falso príncipe tiene un punto fuerte: sus personajes. Todos tienen una personalidad propia, clara y coherente, y forman un grupo interesante. Aunque sin duda el mejor, el que eclipsa a todos los demás, es Sage. Como narrador logra divertir al lector con sus bromas, su agilidad de pensamiento y su facilidad para mentir; como protagonista consigue despertar admiración gracias a su ingenio y su capacidad para superar cualquier dificultad.
El libro solo tiene una trama, lo cual le resta complejidad pero también hace que avance deprisa. El misterio que rodea al asesinato de la familia real y la desaparición del príncipe Jaron consiguen que el lector no pueda dejar de leer: Conner oculta algo, pero también los «falsos príncipes » tienen ases en la manga.
Aunque la novela, publicada por Alfaguara, puede ser disfrutada por todos los públicos, la falta de romance y cierta ingenuidad en el desenlace hacen que sea más apropiada para el primer tramo de juvenil (esa franja que en Estados Unidos llaman middle-grade y que abarca las edades entre diez y catorce) que para los lectores de juvenil-adulto.
El falso príncipe marca el inicio de una saga, pero puede ser leído como novela independiente. La trama de este primer volumen queda perfectamente resuelta y, aún así, Jennifer A. Nielsen ha conseguido que esperemos con impaciencia The Runaway King (El rey desertor), aunque solo sea para seguir al tanto de las aventuras de los personajes y poder disfrutar de una historia tan redonda como esta.
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