Mucho antes del boom idhunita, Laura Gallego publicó, de puntillas y casi sin hacer ruido, una trilogía fantástica en la colección El Navegante Fantasía. Originariamente era una sola novela (El Valle de los Lobos) que más tarde tuvo compañía (La maldición del Maestro y La llamada de los muertos). El boca-oreja las convirtió, poco a poco, en un éxito entre los lectores más jóvenes. Uno de los personajes más carismáticos de esta saga fue Fenris, el elfo, que pedía a gritos una novela propia donde se contara su historia previa a la Torre. Y así fue como surgió esta trama de iniciación y aprendizaje sobre el hecho de hacerse mayor, de encontrar un lugar en el mundo y de aprender a vivir con lo que a cada uno le ha tocado. Y es que Fenris está maldito antes incluso de nacer. La novela nos cuenta desde sus intentos por librarse de esta maldición hasta la aceptación de la misma; a lo largo de su vida, Fenris se encuentra con diversas personas (maestros, amigos, amores) que le van mostrando diferentes maneras en que puede convivir con ella. El personaje crece, evoluciona y nosotros con él.
La peculiaridad de esta novela es que puede leerse tanto de manera independiente como tras haber leído la trilogía, aunque hacerlo antes quita parte de la sorpresa a la lectura de El Valle de los Lobos.
En cuanto a la edición, cabe decir que ésta es la tercera portada que tiene la novela. Tras su primera publicación dentro de El Navegante Fantasía, vino luego la edición coleccionista en tapa dura (tras el boom idhunita) con contenidos extras, y ahora, como si de una nueva encarnación se tratase, esta nueva versión en rústica (importando la cubierta de la edición francesa) será la que prevalezca, dado que la colección El Navegante ha desaparecido del mapa. Descanse en paz. En esa colección descubrimos por primera vez las aventuras de Dana, Kai y Fenris, y da un poco de pena dejar de ver esos libros amarillos entre los estantes de las librerías. Menos mal que Fenris y sus desventuras seguirán acompañándonos. Larga vida a Fenris.