Las historias siempre son distintas dependiendo del narrador que las cuente, y siempre están limitadas por la subjetividad del que relata. Eso es precisamente lo que ocurre en Las estrellas se pueden contar, que presenta dos versiones de una misma historia de amor, partiendo de la diferenciada perspectiva de sus protagonistas, Alice y Carlo. Ambos son más parecidos de lo que piensan: van al instituto, estudian, tratan de encajar entre sus amigos y buscan, con más o menos suerte, a su media naranja. Al principio, la conexión entre ellos es innegable, pero el complicado discurso de sus vidas en plena adolescencia los separa hasta convertirlos en personas radicalmente distintas.
Ella, Alice, es buena estudiante, responsable y algo tímida, y vive con una gran inseguridad todo lo relacionado con las relaciones personales, especialmente en lo que se refiere al sexo. En su camino encontrará malas compañías y la eterna sombra de chicas que quieren ir demasiado rápido y le hacen sentir que ella misma debería unirse a su velocidad. Carlo, por su parte, también es una persona insegura, pero precisamente por ello decide hacer un cambio drástico en su personalidad para encajar más entre sus amigos, perdiendo aquello que le hacía especial, lo cual lo separa inevitablemente del círculo de Alice.
Ambos se enfrentan a la vida y tratan de entender lo que sucede a su alrededor pese a las incertidumbres de la adolescencia: la selectividad, el futuro, las primeras relaciones sexuales, problemas familiares y la complejidad del amor. Por supuesto, cometen errores, y a base de sus respectivas equivocaciones van abriéndose camino hacia la edad adulta, descubriendo que no todo puede ser controlado, que no todo es racional ni lógico. Que el mundo es extraño, fugaz, impredecible y, en ocasiones, un tanto absurdo. Pero son las maneras distintas de afrontar este tipo de situaciones las que configuran el verdadero atractivo de esta novela, cuya trama sencilla se enriquece con la subjetividad de sus protagonistas.
El estilo de Giulia Carcasi es rápido, cargado de diálogos ágiles y realistas que de vez en cuando se combinan con bonitas reflexiones sobre el amor y las relaciones sentimentales, numerosas citas que provocan esa imperiosa necesidad de ser subrayadas con lápiz para recordarlas una vez acabado el libro. Una historia tierna, en definitiva, inocente, sin más pretensiones que la de arrancar varias sonrisas. Recomendable para los lectores, sean adultos o jóvenes, que disfruten de novelas de amor realista y deseen leer una historia (¿o son dos?) de un primer romance con la inconfundible esencia italiana.