Revista Cultura y Ocio
Género: serie cómica
De qué va: Una universitaria neoyorquina que trabaja como dominatrix decide contratar como asistente a su mejor amigo gay del instituto, que es un tanto frígido y, aunque quiere ser cómico, tiene pánico escénico.
A mí me ha parecido: entretenida (3/5).
Por qué: Es una serie con capítulos muy cortos que presenta situaciones muy surrealistas y personajes de lo más estrafalarios.
El hecho de que esté ambientado en el mundillo sado y lo presente de forma tan cómica y desenfadada hace que tenga un punto de atractivo que puede llamar la atención a muchos públicos, aunque, por lo poco que sé sobre dicho mundillo, no es en absoluto preciso en muchos aspectos y posiblemente haga mucho más mal que bien. También está plagado de bastantes clichés y chistes rancios del mundo gay.
Pero no es solo una serie de gags sobre dominatrix y sus clientes excéntricos. Tiff es una chica incapaz de abrirse que se mete en el mundo sado para pagarse la carrera, y su asistente Pete está en una etapa complicada (tiene muchas inhibiciones pero a la vez pretende ser muy abierto y divertido) y también necesita el dinero, aunque es la última persona a la que esperarías ver en ese papel. La relación entre ambos es un tanto extraña, pero poco a poco vamos descubriendo sus antecedentes y por qué tienen esa dependencia mutua tan fuerte a pesar de no tener nada en común más allá de su amistad en el instituto, al menos en principio. Aun así, se sienten un tanto artificiales y parecen desconectados incluso de las escenas más locas que viven
También hay secundarios interesantes, como el compañero de piso de Pete o las parejas de ambos en la segunda temporada, que es cuando la cosa empieza a ponerse algo más profunda. No obstante, por formato, tampoco da mucho tiempo a desarrollarlos, aunque el drama sí que se vuelve más interesante según avanza la serie. El final, por cierto, es un tanto amargo, aunque muy apropiado.Eso sí, hay que tener en cuenta que iba a haber otra temporada que se canceló.