Revista Cultura y Ocio

Reseña - Un cuento perfecto

Publicado el 13 abril 2020 por Alaluzdelasvelas



RESEÑA

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UN CUENTO PERFECTO

 ¡Hola, hola, hola!

 Cuando digo que necesito aprender a organizarme, es por algo. Qué desastre. En fin, ¡reseteamos! ¿Cómo está yendo vuestro no-tan-maravilloso confinamiento? ¿Súper divertido? Ojalá podáis decirme que sí. Como os comentaba, aquí una servidora debería hacer algo para aprender a organizarse. ¡Pero no me quejó más, ah, no! He venido a ponerme al día, así que vamos a ello.  Toca reseña, sí, sí; pero la semana que viene – porque publicar el sábado siendo hoy lunes a lo mejor se me hace un poquito difícil – quiero traeros una sección nueva. Una que no sé cómo leches va a salir, pero está claro que si no pruebo no nos vamos a enterar, así que vamos a jugar a ser un poquito valientes, sí, sí. Y ya estaría. Entrada corta, ¿eh? ¡Ya paro con mis bromas nada-graciosas! ¡Dentro reseña!
FICHA TÉCNICA Reseña - Un cuento perfectoTítulo:Un cuento perfecto Autora:Elísabet Benavent Editorial:SUMA Número de páginas: 640 ISBN: 978 84 91291916 Precio libro físico: 17,90€ (Tapa blanda) / 9,49€ (Edición para Kindle)
SINOPSISÉrase una vez una mujer que lo tenía todo y un chico que no tenía nada. 

Érase una vez una historia de amor entre el éxito y la duda. Érase una vez un cuento perfecto.


OPINIÓN  Margarita es de familia de rancio abolengo. De hecho, odia que la llamen Margarita. Ella es Margot, una chica normal y corriente que quiere vivir un cuento de hadas. Filippo parece el tío indicado, no sólo porque la genética haya sido tal vez incluso demasiado generoso con él, no; sino porque es un encanto y todo ese largo etcétera que hace que una quiera poner los ojos en blanco y vomitar un poni que cague purpurina. ¿Tenemos la imagen? ¿Sí? Perfecto. Pues Margot va a casarse, o al menos esa era la idea hasta que sufre un ataque de pánico y… se va corriendo.
 Como podréis entender, a Filippo le cae bastante gorda la actuación de Margot. No sólo lo ha dejado plantado en el altar delante de otras quinientas personas, es que no sabe si va a poder perdonarla. Pero a tiempos difíciles, medidas desesperadas; y Don Perfecto – nótese que el colega me cayó como una patada en el coño, no por nada personal, sencillamente la gente que cree que es maravillosa y tiene la verdad absoluta me resulta incluso más repulsiva que una tarde de diarrea– toma la decisión más inteligente del universo. Como todas las suyas, claro… ¡A lo que vamos! Un verano. Le pide un verano para aclararse. Y Margot cede, claro, porque nuestra chica se quiere poco y mal. Ay, bonita, la que se te viene encima…
 No sorprenderá a nadie saber que Elísabet Benavent es mi autora favorita dentro del género. Esta señora hace magia con las palabras y es que sus historias, pese al surrealismo de algunas situaciones– de esto hablamos luego –; siempre tienen ese aire de cotidianidad en el que no te sientes una choni ordinaria por decir que tienes gases. Un ejemplo random, no penséis que voy por ahí cual trompeta estropeada, por amor de Dios. Bromas a parte, debo decir que esta mujer ha tenido una evolución bestial como escritora. Cada maldita palabra está en su sitio y, os lo prometo, da tiempo de aprender de las acciones de sus protagonistas… tanto para bien como para mal.
 Margot me daba miedo. No quería una jodida clasista gilipollas que pensara con su maldita cartilla. Y no la encontré, conste, porque esta chica… mierda, ha conseguido que me sienta lo que viene siendo muy identificada con ella – dejando de lado que soy más pobre que una rata, sí –. ¿Y por qué? Bueno, ella no tiene ni jodida idea de lo que espera de su vida y eso es una mierda, una grandísima mierda que se entiende, porque las expectativas y la carencia absoluta de perspectiva son muy malas consejeras. Así que ahí está Margot, preguntándose qué demonios hacer mientras Filippo está de veranito por Italia, aguantando las neuras de su hermana Patricia y las locuras de su hermana Candela. Margot, que no sabe si quiere regodearse en su desgracia, volver al curro o mandar a la mierda de una vez a la cerda misógina, machista, elitista y clasista que tienepor madre – yo le vomitaba en la cara, mirad lo que os digo.
 David no está mejor. Idoia acaba de dejarlo, porque la chica es un bicho aunque él no lo sepa. Ah, sí, sí, estas cosas pasan. Es como cuando una amiga te llama llorando porque ha cortado con su pareja – da igual de que sexo, sí, ya estará bien la mierda de homofobia rancia – y tú te preguntas en silencio por qué narices no puedes decirle que esa persona que la ha dejado era, hablando en plata, tan tóxica y repulsiva que ni chupar mercurio es tan jodido.

 David no está bien tampoco, decía. Idoia le ha hecho mucho daño. El chaval perdió el norte hace tiempo y malvive como puede entre trabajar en el pub, la floristería y paseando perros. Y es en una de esas noches de monotonía asquerosa detrás de la barra cuando ve unos ojos muy tristes. Los ojos tristes de una chica que no parece tener mucho que hacer en un local mugriento como ese. Los ojos tristes, joder, de alguien que tiene miedo de ser ella misma, sólo por si el resultado no le gusta más que a ella. Y qué ojos, ¿eh, David?, qué ojos.
 Amiga Benavent, eres una cabrona. Una cabrona de las grandes. Qué dolor de historia, joder, y qué bonita. Me gustó mucho la forma cómo dos personas tan diferentes y a la vez tan iguales colisionaron. Porque las locuras de Candela y Patricia les patrocinaron, a cada uno por motivos diferentes, la noche más estrambótica de sus vidas. Y todo estaría bien, claro, de no ser porque hubo una cosa que me molestó primero poco y luego mucho… la mentira sobre la que empieza una amistad preciosa: la necesidad rozando en lo patológico de recuperar a esa ex él, ese ex ella, que no merecían ni su tiempo ni sus ganas.
 ¿Queréis un adelanto? ¿Qué tal si os digo que David decide que ya está bien de que Margot se pase todo el día pensando qué cojones se espera de ella? ¿Qué tal si Margot le echa en cara a David que necesita buscar su rumbo en la vida? ¿Qué tal si dos personas maravillosas se encuentran… y se ven en los ojos del contrario, la contraria, entre las calles atestadas de gente de un Madrid que va a ver nacer algo precioso?

 Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la ZONA SPOILER

 Cuando hablo de escenas surrealistas no lo hago por colgarme el moco y buscarle peros a algo que realmente me ha encantado. Cuando hablo de eso, lo hago porque no me parece normal irse de viaje con una persona a la que conocer de poco más de un par de semanas. Ojo, porque el viaje fue lo más maravilloso del libro, no sólo por lo bonito de Grecia, que también; sino por la manera de descubrirse por fin a sí mismos como personas. Pese a todo, no puedo dejar de preguntarme en qué demonios piensa la gente que hace este tipo de cosas. De ser espontánea a ser irreflexiva hay un paso.
 Dramas a parte, fue bonito. Ver cómo David se daba cuenta de que no tiene porqué aguantar que una cabrona lo ningunee cada cinco segundos por no ser todo lo que ella espera de él. Ver cómo Margot empezaba a relajarse, dándose cuenta de que muchas veces no es una cuestión de cuánta vergüenza te dé hacer algo, sino de cuánto te arrepentirás de no haberlo intentado.
 Hay un halo ecléctico alrededor de la novela, como atemporal. Mientras David se hincha a escuchar canciones en su viejo iPod, grandes clásicos de los ochenta y noventa; Margot rompe ese hilo de magia antigua con novedadesdel año pasado, sí, tranquilas y tranquilosque me arrancaron más de una sonrisa. Leiva, por ejemplo, fue una elección jodidamente perfecta dentro del contexto con su capítulo, ¡y no diré nada más! Fue sexo sin prejuicios, música a destiempo y mucha intimidad. Fue eso y la magia que sólo encuentran las personas que la buscan. Fue un pequeño oasis salpicado de sal y tierra que hizo del viaje lo más bonito que podáis echaros a la cara. Hasta que, como todo, la realidad llamó a la puerta para preguntar qué iba a pasar después. Y es ese después, el que da miedo, el que hace que aprietes los puños y te preguntes por qué narices se ha acabado el tiempo; el que hizo que Margot y David se cagaran de miedo.
 No os pienso hablar de cómo acaba todo, porque me parece una injusticia y una falta de respeto de mí hacia vosotras y vosotros más que mayúscula; pero sí os diré que me gustó muchísimo el enfoque que buscó la autora, esa necesidad de hacernos pensar en cómo vivimos nosotras y nosotros nuestras vidas. Dije hace poco en la reseña de Hacia rutas salvajes – que podéis leer haciendo clic aquí –, que lo mejor que podíamos hacer por nosotras mismas, nosotros mismos, era vivir nuestra vida sin dejarnos nada en el tintero. Obviando la situación histórica y aberrante que estamos viviendo, os pregunto… ¿lo hacéis? Y me lo pregunto yo también, conste, porque es leyendo estas cosas cuando me doy cuenta de que, mal que me pese, yo también he sido muy cobarde en demasiadas ocasiones.
 Poco o nada me queda por añadir. Sólo os pido que le deis una oportunidad a este cuento imperfecto, porque es dentro de su imperfección donde está la jodida magia. Si David y Margot no os enamoran… bueno, entonces siempre os queda pensar que la magia, a veces, no es suficiente.


Divertida, tierna, con una prosa sencillamente maravillosa; Un cuento perfecto es uno de esos libros que invitan a llorar y reírse. Margot y David son dos personajes de diez, ¡no sé a qué esperáis para darles una oportunidad!
Nota: 5/5CITAS
 Es complicado explicar el mecanismo por el cual la mente hace asumir que ciertos miedos son verdad. Es difícil hacérselo entender a alguien que no lo haya sufrido la manera en la que se estremece el cuerpo cuando sientes que no eres suficiente, porque por mucho que consigas nunca serás… añádase la palabra adecuada para cada caso. En el mío eran <<magnética>>, <<suficiente>> o <<especial>>. Síndrome de la impostora. Mi vida de cuento… en realidad la merecía otra persona.

-No creo en los cuentos, Margot, y tú tampoco deberías. Vive la vida a través de tus ojos, no de los ojos de los demás. Sería un buen comienzo.

 Sin embargo…, estaba sola. Sola, solísima. Sola como solo puede estar alguien que que ni siquiera se tiene a sí mismo. Como yo.

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