Una historia honesta, psicológica y emocionante. Una fábula, protagonizada por un maestro, en la que los niños canalizan, con su inocente y cruda mirada, una visión adulta de la muerte, la sociedad y el afecto.
El director y guionista canadiense Philippe Falardeau muestra con extrema delicadeza y honestidad la vida de un maestro inmigrante recién llegado a un colegio donde los niños tratan de afrontar la idea de la muerte. Una situación que le es familiar.
Al ver «Profesor Lazhar» es imposible no compararla con el listón dejado por largometrajes como «La ola» de Dennis Gansel o «La clase» de Laurent Cantet. Pero la perspectiva de Falardeau es muy diferente, afrontando la profundidad emocional de niños y adultos, enfrentando culturas y poniendo en entredicho la frialdad afectiva del sistema educativo como reflejo de la sociedad.
Bachir Lazhar, inmigrante y nuevo maestro de la escuela, está interpretado por el cómico argelino Mohamed Fellag (Última planta izquierda). Un papel profundo en el que la mirada y la interpretación facial lo son todo. El rostro es el espejo del alma y Fellag consigue reflejar a la perfección el alma de Lazhar.
Sophie Nélisse, en el papel de la dulce e inteligente Alice, y Émilien Néron, en el papel del complejo y agresivo Simon, son los niños sobre los que pivota gran parte de la historia. El triángulo afectivo creado junto a su maestro desenmarañará los oscuros cuartos de la psique donde guardamos aquello que es doloroso, creyendo que allí no podrá hacernos daño.
Todos los personajes aportan algo a la película, lo que la convierte en un rico coro de voces, ideas y sentimientos. La valentía, incluso el coraje, es predominante en todos ellos, que toman posiciones que van más allá de sus estereotipos, dando su punto de vista más visceral o sincerándose unos con otros con críticas a los colegios, la vida o el amor.
«Tratamos a los niños como si fuesen residuos radioactivos.»
La música corre a cargo del pianista Martin Léon que crea una excelente melodía, casi infantil, delicada como la relación entre un amante maestro y sus alumnos. Me ha recordado en ocasiones a la profundidad de «Waltz con Bashir» y en otras a la inocencia de «Amélie».
Una película que emociona al verla pero que, con el tiempo, se hace inolvidable.