Revista Coaching

Resiliencia: supera momentos difíciles en 5 pasos

Por Maria Mikhailova @mashamikhailova

¿Te suena la palabra resiliencia? Según la RAE, esta palabra que suena tan bien significa capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Es decir algo así como superarse y salir a flote en un momento de crisis, dificultad o problemas.

a qué estás esperando

Recuerdo que durante mi curso de coaching, cuando hicimos un análisis de cualidades personales de cada alumno, me di cuenta de que la resiliencia era mi cualidad más notable. Y es que resulta que me he pasado la vida enfrentándome y luchando contra el cambio y las dificultades que conlleva.

Ahora, me encuentro con mucha gente que fracasa en algo o ve que no se cumplen sus expectativas y se frustra. Es totalmente normal. Si no nos frustráramos, seríamos máquinas de acero y no es el caso. Somos de carne y hueso. Somos humanos. Tenemos emociones, debilidades, lloramos, nos enfadamos, gritamos o callamos el dolor, a veces lo ocultamos incluso de nosotros mismos…

El problema no es la frustración sino el cómo nos enfrentamos al fracaso, a las dificultades de nuestra vida cotidiana, que las habrá y no pocas.

Así que quiero en este artículo proponer algunos consejos, basados en mi vida personal y mi profesión de coach, para ilustrar con ejemplos cómo podemos sobreponernos a las distintas dificultades que nos ofrece la vida: un cambio de residencia o país, de trabajo, un despido laboral, la frustración de ver que nuestros proyectos profesionales no despegan, dificultades económicas, conflicto familiar, de hijos o de pareja, ruptura y separación, etc.

Absolutamente a todos nos han tocado y nos seguirán tocando momentos difíciles en nuestra vida. Por algo somos humanos: nunca dejamos de tener problemas de un tipo u otro. Pero si aprendemos a gestionar las dificultades de una manera eficiente y positiva, éstas en lugar de hundirnos nos harán seres más fuertes, personas más completas, más conscientes y, en definitiva, más felices.

#1 Gestión de emociones

Cuando un conflicto aparece en nuestra vida, sea interno o externo, que las emociones no tardan en aparecer. Casi siempre tienen que ver con cómo interpretamos la realidad. Una misma situación puede ser vista de forma muy diferente por personas distintas.

Tratar de solucionar un problema con todo el flujo emocional puede resultar bastante contraproducente y se pueden cometer errores que llevarán a otros. Por ello, saber gestionar las emociones en un primer momento es esencial.

¿Pero qué es gestionar las emociones? Lo oímos tanto, ¿verdad? Y muchas veces no entendemos de qué se trata.

En realidad se trata a grandes rasgos de ver qué emociones predominan, cómo puedes llevarlas mejor. En primer lugar identificarlas y posteriormente ver qué te quieren decir. Y es que las emociones son mensajeros que te hablan a través de tu cuerpo. Matar al mensajero no tendría ningún sentido.

Por ello, no se recomienda rechazarlas ni reprimir tu situación. Vivirlas a fondo tanto cuanto necesites.

A continuación, te pongo algunas de ellas, las más frecuentes, pero por supuesto puede haber otras muchas y muchas otras variantes.

TRISTEZA (apatía, melancolía, nostalgia, etc.): se suele producir ante una pérdida de algo o de alguien. Sentirnos tristes nos ayuda a reflexionar, a tomar una distancia y necesitamos tiempo para volver a renacer con energías nuevas.  Tal vez recuerdes a la niña azul de la película de Pixar “Inside Out” a la que las demás emociones trataban de acallar, pensando que no servía para nada. Obviamente estaban equivocados.

A nivel personal yo siempre he tratado de ocultar ese sentimiento y lo único que conseguía era bloquear la emoción de tristeza que se manifestaba en mi cuerpo a través de dolores y cansancio general.

RABIA (ira, enfado, enojo, irritación, malestar, etc.). Se produce cuando creemos que se han vulnerado nuestros derechos. Se trata de que entendamos qué es lo que ha pasado para que nuestros derechos se sintieran violados. ¿Hemos permitido que se pasara el otro? ¿Hemos comentado a la otra persona cómo nos hizo sentir esa u otra actuación? ¿Qué es lo que realmente nos duele?

La mejor forma de enfrentarse a la rabia es dejar pasar un tiempo y volver a reflexionar pasado un tiempo: ver qué nos quiere decir ese estado. Muchas veces detrás de nuestro enfado está nuestro deseo de cambiar al otro: que se comporte como yo quiero que se comporte. Ésta es la voz de nuestro Ego: el que juzga, analiza y compara constantemente. Si esos juicios se vuelven constantes, es muy fácil sucumbir al enfado. Pero en cuanto te haces consciente de que es la voz de tu Ego, empiezas a verlo de otra manera. Ésta es al menos mi experiencia.

MIEDO (nervios, ansiedad, inseguridad, preocupación, etc.) Normalmente se produce ante una situación que no dominas o crees que no vas a poder controlar. Vuelve nuestro Ego con su obsesión por controlarlo todo. El miedo puede surgir ante un evento importante, una conversación o conflicto que estás previendo. Y tu reacción es negativa ante esa situación: crees que lo harás mal, saldrá mal, alguien te lo estropeará, no estarás a la altura, etc.

Date un tiempo para vivir esa emoción un rato, siente tu cuerpo y trata de respirar de forma abdominal, para llegar al momento presente y no estar vagando en el futuro incierto, lleno de miles de posibilidades. El miedo se disipa estando aquí y ahora y potenciando la confianza en ti mismo.

#2 Aceptar la situación que no puedes cambiar

Este es para mí un paso indispensable para enfrentarte a una dificultad en tu vida, bien sea a nivel personal (separación, pérdida, conflicto) o profesional (cambio o pérdida de trabajo, un proyecto que no consigue prosperar, una situación económica difícil).

Si en el paso previo, no conseguiste solucionar el problema gestionando tus emociones (la gestión adecuada de emociones no siempre es garantía de mejora, sino de mejorar tu interpretación de la realidad), lo ideal en este momento sería tratar de aceptar esa situación que no es la más deseada.

“Aquello que no eres capaz de aceptar es la única causa de tu sufrimiento” (G. Schmelding)

Muchas veces el principal problema de nuestra reacción ante una dificultad u obstáculo es que no aceptamos esa situación y nos negamos a verla tal como es. Cuando uno acepta, es como si un peso enorme se nos cayera de encima. La aceptación quiere decir que dejamos de obsesionarnos con el problema y aunque seguimos a disgusto, aceptamos que por ahora no está en nuestras manos tener el control entero de la situación.

Conseguir la aceptación requiere un tiempo, a veces mayor del que nos gustaría. Cada uno puede encontrar sus propios trucos para aceptar algo que nos disgusta. En mi caso personal, alejarme, dar un paseo, respirar o cambiar de lugar pueden ser ideas para despejar la mente y dejar de identificarme con el problema que me ocupa.

#3 Ver qué has aprendido de la experiencia

Cuando has aceptado una situación difícil, es hora de mirarla de una forma diferente. Por mala que sea esta situación, es bastante probable que haya un aprendizaje para ti en ella. Pregúntate, ¿qué has aprendido de esta experiencia en apariencia negativa o con un final que no es el que esperabas?

Incluso si crees que no has aprendido nada o no hay nada bueno en esa situación, seguramente el hecho de que te hayas podido enfrentar a tus emociones o hayas sido capaz de cambiar tu percepción de las cosas, es un gran avance a nivel personal. Los problemas nos ayudan a crecer, las dificultades a superarnos, a desafiar nuestros propios límites.

Puede que hayas aprendido a ser más inteligente para futuras ocasiones, a gestionar mejor tus emociones, a entenderte mejor. Las dificultades se nos dan para crecer, no olvides que cualquier experiencia, sea buena o mala, son experiencias de nuestra vida, y nos enseñan algo de nosotros mismos.

#4 Qué hay de bueno en esta situación, aunque a priori parezca negativa

Ver algo en apariencia negativo como positivo no es fácil. Pero en realidad hablamos siempre de lo mismo: creencias. Las creencias no son verdaderas ni falsas, sino nuestra percepción subjetiva de la realidad, basada en nuestra experiencia vital, personalidad, conocimientos, expectativas, gestión de emociones, etc.

Imagina que tu pareja te ha abandonado y sufres por ello. Aunque no veas nada bueno en un primer momento, esa persona te habrá enseñado algo de ti mismo o su marcha te habrá hecho ser alguien más fuerte y te ha dejado espacio para que alguien nuevo entre en tu vida.

¿Qué hay de bueno en perder dinero o perder un trabajo? Pues que tal vez ésta sea tu oportunidad de encontrar un trabajo mejor, de hacer por fin algo que de verdad te apetece, de encontrar tu pasión o dar la vuelta al mundo con una mochila, como ha hecho Francisco Fortuño, al que entrevisté la semana pasada.

Yo personalmente siempre sufrí mucho por las decepciones amorosas. Recuerdo que justo cuando estaba triste por alguien que se fue de mi vida, a los pocos días conocí a un chico estupendo y cariñoso que se convirtió años después en mi marido con el que me encuentro muy feliz. Ahora le doy las gracias a aquel ex-novio que desapareció de la noche a la mañana de mi vida. Si no lo hubiera hecho, ahora no estaría con alguien con quien comparto mi vida.

#5 Qué opciones tienes, qué hacen otras personas en una situación similar

Cuando hablamos de aceptar no hablamos de rendirnos. Si has tenido una discusión importante con alguien cercano, no quiere decir que todo está perdido. Es posible que en tu situación actual sí puedes hacer algo para cambiar las cosas.

Lo importante es no tener que hacerlo cuando estás más afectado. Por eso, cuando hayas entendido tu situación, hayas aceptado lo que ha ocurrido, e incluso hayas visto el lado bueno de la misma, puedes preguntarte: ¿hay algo que esté en mi mano para cambiarla?

Es posible que a estas alturas te des cuenta de que no vale la pena seguir intentándolo o todo lo contrario: que te hayas dado cuenta de que en realidad puedes hacer mucho por solucionar el problema. Puede que incluso veas que de ti depende la solución.

Lo bueno es que ahora te acercarás a esa situación de otra manera: menos emocional, más objetiva, más sosegada. No vas a ir a buscar culpables, sino intentarás dialogar. Al menos ésa sería la opción ideal.

Si resulta que sigues queriendo solucionar las cosas pero ya no puedes hacer nada (imagínate que te han despedido de un trabajo por un recorte de personal), entonces busca nuevas opciones a tu situación actual.

Habla con amigos, conocidos, pide consejo o ayuda de profesionales como psicólogos o coaches del tema que deseas tratar. A veces uno sólo no tiene fuerzas suficientes para salir a flote y necesita una ayuda extra. No hay nada de malo en pedirla. De hecho demuestra tu fortaleza. Significa que eres capaz de aceptar que eres vulnerable, no eres un superman o una superwoman, te abres al mundo y recibes apoyos y comprensión, a la vez que consejos y experiencias de otras personas que conocen el tema o han pasado por lo mismo.

Estar acompañados en momentos difíciles es esencial. Confiar tus problemas muchas veces les quita el peso y te permite ver que otras personas han pasado por lo mismo que tú o que simplemente te escuchan.

Conclusiones

Imagino que se podría haber hablado mucho más de este tema tan importante, pero éstas para mí mis 5 claves a la hora de enfrentarme a mis problemas diarios. ¿Y tú, tienes las tuyas? ¿Sueles tratar de entender tus emociones cuando te enfrentas a una dificultad, tratas de aceptarla y ver el lado positivo de la misma, pides consejo? Si no lo hacías hasta ahora, te recomiendo probar a introducir estos pequeños trucos en tu vida. Por supuesto que no son válidos para todo el mundo, es más, en coaching siempre decimos que no existen recetas preparadas que funcionan con todos. Pero si te sientes perdido o perdida en estos momentos, un poco de ayuda extra nunca viene mal, ¿verdad?

Recuerda que si hay algo que te preocupa y necesitas un apoyo extra, me ofrezco como Coach de Vida y Carrera para ayudarte a superar una situación difícil a través de una sesión de coaching online o una consulta por email si lo prefieres. Y como siempre, ¡gracias por leerme!

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