Chopitos con habas.
Restaurantes clásicos de Murcia se podría decir que son aquellos que están desde siempre. Los que nuestra memoria guarda en lo más profundo de los recuerdos y asociamos a tiempos pretéritos. Pero desde mi particular punto de vista, no todos los restaurantes antiguos se merecen el título de clásicos. El clasicismo es un galón que hay que saber ganarse. Hay que saber distinguir entre clásico y antiguo. El que está de toda la vida es un restaurante antiguo que se ha sabido nutrir de una tipo de clientela que no suele evolucionar y que demanda en cada visita las mismas sensaciones que antaño. Un trato satisfactorio, con comida correcta que pase el expediente y punto. - ¡Y a veces ni eso! Un restaurante clásico es algo más. Un restaurante que cumpla los requisitos anteriores pero que a la vez sepa introducir nuevos variantes que le den cierta distinción.No soy yo quien decir si tal restaurante es o no un clásico, pero de mis últimas experiencias en los considerados como tales, la gran mayoría han sido poco satisfactorias, por no decir decepcionantes. Hay un cierto aburguesamiento al creer que tienen la clientela asegurada. Caso contrario es el que hoy nos ha traído hasta aquí, el del restaurante Alborada. Uno de los que podríamos llamar clásicos pero que han sabido adaptarse a los tiempo que corren sin olvidar el camino recorrido. Y si además de esto tienen leche frita y la presentan flambeada con helado de turrón siguiendo la receta de Raimundo González, mejor que mejor.Hace unos años se trasladaron al bajo en el que hoy se encuentran. Un pequeño local de tonos
Huevos poché con foie y trufa.
blancos y naranjas que sinceramente me gusta. Es moderno a la vez que acogedor. Se accede por una pequeña rampa franqueada por la cava de vinos. Enfrente, una barra pequeña de la que tanto nos gusta a los murcianos. En el interior la cosa incluso mejora. Un comedor de techos altos, tonos blancos, muy luminoso decorado con pinturas modernas. Las mesas van vestidas con manteles. También hay un pequeño reservado si lo que se quiere es una comida un poco más íntima. Pero bueno, vamos a lo de siempre que lo que nos gusta es el yantar. Mientras esperamos al resto de los comensales, nos tomamos un vino blanco, hay quien cerveza con unas aceitunas, longaniza seca y almendras. Todo muy típico. Hay la opción de carta aunque es el propio cocinero David Muñoz quien se acerca a tomar nota, y lo que es más importante, a hacer recomendaciones. Es bueno saber explicar el producto que se ofrece. La idea es la de siempre, platos al centro para poder probar más cosas. Empezamos con uno de los platos imprescindibles de Alborada, unas gulas con gambas y chips de alcachofa. Bastante crujientes, la alcachofa es un producto comodín que pega bien con casi todo, gulas, jamón, gambas, huevos… - ¡Prueba de la alcachofa superada! Seguimos con unos frescos chopitos salteados con habas baby y con unos huevos poché sobre una salsa trufada con foie fresco, a los que añaden ralladura de trufa al momento de servir. De sabor muy buenos, aunque creo que la mayoría de los huevos estaban hechos de más. La yema había quedado sólida. A quienes no tomaron huevo les prepararon unos falsos raviolis de panceta rellenos de setas. Todos los entrantes destacan, gusten más o menos, por la calidad del producto que es indiscutible. También tuvimos la oportunidad de probar una tapa de tartar de salmón que estaba a la altura.Cerramos con unos chuletones al centro. Yo nunca soy partidario de pedir este tipo de carnes, prefiero pedir algo más elaborado, aunque aquí no mandaba yo. La carne era de vaca gallega. Tierna y sabrosa, una delicia que regamos con vinos de Casa de la Ermita. Llegando a los postres, tampoco hubo consenso y como castigo tocamos a uno por cabeza. Además, aquí flambean la leche frita con zumo de naranja y licor. Ante eso, pierdo los papeles y cometo al menos dos pecados capitales. - ¡Yo quiero una leche frita para mí! ¡Con helado de turrón, por supuesto! Muy recomendable aunque el coulant también tenía buena pinta y pude probar la tarta de chocolate con un ligero toque de naranja que también estaba deliciosa.Leche Frita.
Cerramos la cena con unos cafés y un vino dulce acompañado de unos rollos de anís y chocolate. ¡Que las buenas costumbres no hay que perderlas! Mientras viene la cuenta, diré que el servicio fue algo más que correcto con un esmerado cuidado por los detalles. Los platos y cubiertos los cambiaban continuamente y tanto el agua como el vino quedaban en una mesa auxiliar a la que en ningún momento tuvimos que desplazarnos. Un trato amable y servicial en todo momento. Al final, la cena estuvo entre los 35 y 40 euros por comensal, que si bien es cierto que es un poco más caro de lo habitual, el trato, y el producto también se pagan.Restaurante Alborada.C/Andrés Baquero 15. Murcia 30001Teléfono 968232323.