Revista Bares y Restaurantes
Llevaba casi desde su inauguración queriendo visitar el restaurante Alma del Temple. Una amiga me había hablado muy bien de él y sus recomendaciones siempre son un acierto, así que sólo era cuestión de tiempo.
Teníamos el día de libre y salimos a pasear por la ciudad, como si fuéramos turistas, sin rumbo. En un principio habíamos hecho otros planes, pero el Sr. Viento, que nos está deleitando tanto con su presencia este otoño-invierno-primavera, nos inclinó a tomar otra decisión. Y ahora le tenemos que agradecer a él, haber disfrutado de una excelente comida en un entorno muy agradable. ¡Siempre hay que ver el lado positivo de las cosas!
Alma del Temple está situado en el Caro Hotel, antiguo Palacio del Marqués de Caro, en el casco antiguo de Valencia. ¡Y tan antiguo! Como que está ubicado en los mismos cimientos de la muralla árabe que rodeaba Valencia en el siglo XII. De hecho parte de ella y de una de las torres de vigilancia se puede apreciar desde el reservado y desde el comedor.
Al comedor principal, el Salón del Arco, se accede através de un arco gótico originario del siglo XV, quedando un espacio muy cómodo y arquitectónicamente bien resuelto gracias a la combinación de cristal, acero y muro natural, el de la antigua muralla. Actualidad y una historia de 900 años se funden y maridan a la perfección, creando un ambiente muy tranquilo, de calma. Al igual que el mobiliario y la distribución de las mesas, resultan muy agradables, invitando a la conversación tranquila, relajada, a las confidencias...
Si este es el marco, el lienzo no se queda atrás. Temática mediterránea, con buena materia prima y con las pinceladas maestras del chef Brad Hyde, con amplia experiencia internacional en diferentes restaurantes con estrellas Michelin.
Los domingos ofrecen un Brunch, al estilo americano pero con huella española, y cada semana ofrecen la posibilidad de un menú, que yo calificaría de elegante y más que aceptable, por 20 euros. Además, está a nuestra disposición una completa carta que será capaz de satisfacer todos los gustos.
El servicio al cliente amable y atento. Afán por que nos sintiéramos cómodos, y lo mejor de todo, es que lo consiguen desde el primer momento.
No era un día señalado en el calendario, sólo era especial para nosotros, por que así lo habíamos decidido, nosotros y el Sr. Viento.
En el aperitivo brindamos con cava, por estos pequeños momentos que suceden así, sin preparar. Alma del Temple nos invitó a acompañar este aperitivo con unas aceitunas, unos deliciosos Chips de Yuca y una inolvidable Crema de Foie con Almendras Tostadas y Gelatina de PX.
A continuación, una Ensalada de Tomate Raf, cebollita tierna y ventresca de atún. La ensalada estaba formada por una base de tomate raf escalfado en rodajas y algo de ensalada mezclum, con la cebollita tierna cortada en juliana resaltando su sabor y los filetes de ventresca en el centro. Un buen chorrito de aceite de oliva era su aderezo.
Seguimos con los primeros platos, que acompañamos, al igual que el resto de la comida, con unas copas de un buen Ribera del Duero.
Huevos mollet con verduras de temporada y virutas de jamón. La yema al punto, ni líquida, ni cuajada. Con su costra de pan rallado y una base de champiñones, setas de temporada y virutas de jamón.
Para mi, Calamar al Pesto. Calamar fresco y cortado, sobre una base de una suave salsa pesto, aceite de oliva y unos tomatitos cherry. Para conservar la temperatura, venía sobre plato de pizarra. ¡Una delicia!
Y le llegó el turno al plato fuerte. Un Arroz de Puntilla y Alcachofa cocinado en su punto y sabrosísimo, qué placer comer arroces de esta calidad, parece fácil viviendo donde vivimos, pero, creedme, no lo es.
El broche final de esta maravillosa comida lo puso un postre dulce pero de lo más ligero: Frutos del Bosque con Helado de Yogur. Los frutos rojos venían cocinados en un almíbar, dulce lo justo, y coronados por helado de yogur griego y crujiente de almendras. Cautivaba la vista y el paladar. Un poco de sobremesa, algo de charla, queríamos alargar aquellos momentos.
Alma del Temple nos hizo sentir muy bien.
Un café, intercambio de confidencias y llegó el momento: ¿Paseamos?
Debimos dar esquinazo al Sr. Viento, cuando salimos de Alma del Temple ya no notamos su presencia. Aprovechamos y seguimos paseando, sin rumbo, como turistas en nuestra ciudad.