Hay ocasiones en las que llegamos a un nuevo restaurante y salimos con el deseo de que les vaya todo bien. Últimamente vamos a todo restaurante que abre sus puertas o reestrena, como es el caso de Tapeo Club que ha cambiado de gerencia recientemente y unas veces mejor y otras no tan bien, pero siempre sale la misma frase, hay que darles tiempo. El caso del Restobar El Palco 41 parece distinto. El establecimiento es nuevo, pero los que están detrás tienen la experiencia suficiente para saber que una primera visita en la que el cliente salga descontento, es un cliente que difícilmente retornará. Para evitar esto, han empezado a trabajar sin utilizar todo el espacio disponible y con una plantilla de camareros más numerosa de lo habitual facilitando así el rodaje.El nombre de El Palco 41 y la decoración, trabajo de Funes interiores, es un continuo guiño al mundo del espectáculo, los tramoyistas, las bambalinas y sobre todo al vecino Teatro Romea. Han creado un local amplio, con altos techos y muy claro que invita al tapeo de barra, si no se quiere disfrutar de la terraza en plena Plaza del Romea. Porque no cabe duda que el mundo del teatro siempre ha estado muy ligado al de la gastronomía. Una buena obra con el estómago vacío, puede no parecernos tan buena.Llegamos a probar sus tapas en plena procesión del Perdón, cuando aún no lleva abierto ni una semana. ¿Lo necesitaran? Echando un vistazo al programa, perdón, a la carta, podemos ver que tienen una cocina apta para todos los gustos sabiendo combinar el producto con la tradición sin dejar de lado la modernidad que el cocinero David López da a todas sus creaciones. En la particular sala de ensayo de El Palco 41 toman protagonismo las brasas a las que dan un uso a veces inimaginable.
Lomo de orza.
Empezamos con una tabla de quesos de La Lechera de Burdeos con un pan manchado de aceite de pimentón y la recomendación pertinente de su consumo empezando por el Charolais francés de leche de cabra y terminando por el cántabro Picón combinado con fresas pasando por el San Simón o el Comte. Hay que ver la labor doctrinaria que desde La Lechera de Burdeos están haciendo con el mundo de los quesos. Terminamos el primer acto y del segundo probamos unas Pataticas Bravas, crujientes por fuera y blandas por dentro, acompañadas de ajo de brasas y salsa barbacoa. Si, ajo de brasas de sabor ligeramente ahumado. La representación del tercer acto (el pollo y la gallina) viene a cargo de las croquetas. Tapa tradicional donde las haya que adquiere ese tinte de modernidad al utilizar pollo al curry en su elaboración. Una croqueta sobre un cremoso de curry y licuado de perejil que se puede convertir en una de las tapas de consumo obligado. Antes de llegar al ecuador de la presentación cambiamos la cerveza, que tiene bastante protagonismo con cuatro grifos y recomendaciones de maridaje en la carta, por el vino, un verdejo de Juan Gil.Pasamos al cuarto acto (el cerdo y su despiece) del que nos ofrecen un sorprendente lomo de orza a baja temperatura. El vacío hace que quede mucho más jugosa la carne que sirven con un suave alioli de calabaza asada. Todo el sabor del lomo de orza pero mucho más cómodo de comer. Cerramos los salados en el quinto acto (el cordero segureño y el bacalao), el sexto(la vaca) la dejaremos para otra ocasión. Del cordero nos sirvieron una cazuela de chapinas y sesos al ajillo. Una verdadera delicia que no todo el mundo es capaz de apreciar.
Patatas bravas.
En el acto final (las cosas dulces que la vida nos da) es donde más nos sorprendió sin perder la idea de modernizar lo tradicional. Como dije de los postres del Restobar Milhojas, también elaborados por David López, son unos postres nada convencionales. El más atrevido, aunque para mí el más flojo, es el plátano a la brasa con chocolate negro y crispis de arroz. Yo me quedo con cualquiera de los otros dos postres que probamos. Servidos en vasos de cristal que recuerdan a los envases de yogur, la crème brulée de hierbabuena y coco liofilizado, y el tocino de cielo con pasión aportan el punto goloso a la cena. La hierbabuena le aporta frescos a una deliciosa natilla mientras que el toque de coco le da tanto sabor como una textura muy agradable. El tocino de cielo tiene el toque ácido de fruta de la pasión que lo hace distinto. La parte solida se la aportan unos chips de manzana. Creo que con estos postres, la función termina a lo grande. Un café para cerrar y un cortísimo paseo hasta el Teatro Romea para poder ver cualquier obra que se esté representando en esos momentos. En conclusión, un nuevo local en el que podemos tomar desde el café de la mañana, hasta la primera copa después de la cena. Un establecimiento que está llamado a mantener un bonito idilio con el teatro donde podemos comer a un precio muy interesante.
Tocino de cielo con pasión.
Restobar El Palco 41.Pl. Julián Romea. Murcia 30001Teléfono 968222746.
Crème Brulé con hierbabuena.