Corte de Parmesano.
Desde que empecé con esto del blog ya me he creado ciertas rutinas u obligaciones. Una de ellas es la ir a todo restaurante que se abre. Bueno, a todos no, tenemos preferencia por aquellos que cumplen ciertos requisitos generalmente relacionados con la preparación de tapas más o menos elaboradas y platos creativos. Y en esta línea, al menos por lo que había oído, está el Resto-bar Milhojas. Un pequeño establecimiento situado en la tranquila zona de La Flota hasta donde nos llevaron las buenas referencias de reputados blogueros. Si seguimos la máxima que dice la primera impresión es la que queda, Milhojas está en un local que merece la pena. La entrada me gusta mucho. En apenas 20 metros cuadrados combinan una zona de barra y bar con una coqueta zona de lectura para los que gusten tomar el té tranquilamente y todo decorado con buen gusto, cuidando los detalles. Especialmente me gusta la cámara de fuelle antigua que hay sobre unos libros y las frases alusivas al buen rollito.Una pizarra separa la zona de lectura de la zona de exposiciones, la zona bar de la zona comedor, el detalle de la decoración nihilista. Puede que sea para resaltar los cuadros que exponen, pero las paredes de color blanco nuclear, el mobiliario y la presencia de carteles con esas frases positivistas, crean el ambiente perfecto de sala de espera de una consulta. ¿Nos habremos confundido y estaremos en el psicólogo? Siempre había oído que los camareros son algo psicólogos, pero nunca pensé que fuera así.Pero bueno, fuimos a comer y no a hablar de estilos decorativos así que vamos a centrarnos en lo comido, que fue mucho y donde también hubo sus más y sus menos. Echando un primer vistazo a la carta vemos que la carta ha sido elaborada por David López, formador del CCTM y experto cocinero. A pesar de no ser una carta excesivamente extensa, hay muchas tapas que piden a gritos ser probadas por lo sorprendente. La elección que hicimos de las tapas fue una pena, pues lo mejor fue al principio y la cosa fue de más a menos. Empezamos probando los Boca-bits de alga nori con una salsa emulsionada de soja. Una tapa tan sencilla de realizar como sorprendente. Un imprescindible, uno de esos platos por los que merece la pena volver a un restaurante. Seguimos con un corte de parmesano crujiente y helado con una salsa dulce de tomate. Estaba a la altura, muy bueno. A modo del tradicional corte de helado, mejora mucho conforme va ganando temperatura y el helado se va ablandando aumentando el suave sabor a queso. Saltamos a los fritos con unos buñuelos con cremoso romescu y unas croquetas de leche de cabra y verduras asadas. Las croquetas me gustaron más que los buñuelos y estando muy buenas puede que no tuvieran el poder de sorprender tanto como los anteriores. Y es que estamos viviendo una época dorada de la croqueta. Hoy día, es difícil encontrar cartas donde no haya croquetas, aunque no todas tan trabajadas como estas.Seguimos con una especie de lasaña, la milhojas de verdura y emulsión de ñora frita. Con un intenso sabor a remolacha solamente diré que no me gustó lo más mínimo. Es más, no nos gustó a ninguno de los que la probamos. Cerramos los salados con unos huevos camperos con sopas de pan, pimentón y cítricos. Lo que viene siendo los huevos pasados por agua de toda la vida, con sus picatostes, con un ligero toque de pimentón y ralladura de cítricos. A mí, que no le echo limón a las patatas fritas, ni al consomé, ni al arroz, no me convenció el toque de cítricos. Otra buenas opciones que ofrece Milhojas son el atún sobre cremoso de tinta de calamar, el entrecot de Angus, un estofado de setas de temporada o la cada vez más popular oferta de quesos de autor de La Lechera de Burdeos.
Como la oferta de postres es muy reducida, nos envalentonamos y nos lanzamos a probar los tres, chocolate especiado con aceite y reducción de pasión, chocolate blanco sablé de tomillo y lima, y el cremoso de arroz con leche y melocotón con crispis de yogurt. Unos postres nada convencionales para un proyecto que intenta no serlo y que consiguieron levantar el extraño sabor de boca que había dejado la milhojas de verduras.A la hora de pedir la cuenta, había que sumar una botella de vino blanco bastante normal, un par de refrescos y los cafés. El precio por persona no llega a 20 euros, un precio bastante interesante que hace de milhojas, a pesar de estar un poco alejado del bullicioso centro un local para tener en cuenta a la hora de probar cosas diferentes.Restobar Milhojas.C/ Paseo Marinero Luis de Torres, 3. Murcia 30007Teléfono 968969699.