Con Escrito en el agua, Paula Hawkins ha logrado un récord: se ha convertido en la novela larga que más rápido he leído, creo, en toda mi vida: una semana corta.
Este dato está condicionado al hecho de que me pilló de vacaciones, en la playa, y por lo tanto con muchas horas al día dedicadas a la lectura. Pero la explicación va más allá: Escrito en el agua es una novela salvajemente adictiva.
La novela se divide en capítulos muy cortos, cada uno de los cuales narrado desde el punto de vista de un personaje. A lo largo de los diez primeros capítulos, más o menos, conocemos a la mayoría de protagonistas, todos oscuros, todos intrigantes, y, a priori, con ninguna conexión entre ellos. Apuntar que este comienzo tan coral puede hacer que el lector se pierda entre tanto personaje nuevo. A mí me pareció un buen recurso, pero admito que tuve que retroceder más de una vez para situarme en lo que estaba leyendo. En cualquier caso, ¡no temas! La trama de Escrito en el agua es como un laberinto con muchas entradas que, según van avanzando las páginas, los caminos se unen y terminan confluyendo todos en un mismo punto. Cada capítulo leído plantea nuevas incógnitas a las que desearás dar respuesta cuanto antes. Los personajes van adquiriendo más y más secretos, misterios y mentiras, hasta que se produce el efecto deseado por todo autor: que el lector NO PUEDA PARAR DE LEER. Bravo, Paula, por esto.
La trama es simple: una mujer aparece muerta en una poza días después de que se encontrara otra mujer en similares características, y años después de algunas otras muertes de mujeres en mismas circunstancias. En resumen: mujeres muertas en un mismo lugar y en momentos distintos de la historia. Jules, la hermana de la última fallecida, con quien ha perdido todo contacto, viaja al pueblo para acudir al funeral y hacerse cargo de su sobrina adolescente. Allí tendrá que testificar ante la policía y reencontrarse con ciertos fanstasmas del pasado.
La novela está escrita en presente, con la particularidad de que ciertos personajes hablan en primera persona, y otros son tratados desde una tercera (como escritor, esto me trastocó un poco al principio, pero uno acaba acostumbrándose).
El desenlace me pareción bueno, aceptable, pero he de decir que no fue el deseado. A pesar de ser una novela que devoré y disfruté enormemente, no me dejó ese regusto genial que otros libros aportan en su última página. En cualquier caso, creo que ha quedado claro que recomiendo la novela a todo amante del thiller psicológico, y en mi opinión, Escrito en el agua supera a su predecesora, La chica del tren.
Por cierto, quiero dejar un mensaje para la autora: Paula, querida, ¿qué tienes con los personajes grises, tristes, acomplejados y atormentados? En tus dos novelas no he conocido a un personaje mínimamente feliz. Es que ni los niños son felices… Para la tercera, un humilde consejo: pon un payasete, o un cachorrito, yo que sé…
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