No está mal que de vez en cuando nos tomemos un plato de nuestro agrado, aunque sea hipercalórico. Recuerdo que cuando éramos pequeños solía estar presente, al menos un día a la semana, el combinado de patatas y huevo frito y nadie ponía el grito en el cielo, a pesar de ésto los niños de entonces no éramos, salvo excepciones, obesos ¿qué habrá cambiado? tal vez la placeta, ya olvidada por los niños de hoy, en dónde jugábamos a correr y a saltar (ya no tenemos edad de placeta,jajaja, hay otras opciones ¿no?) y que hemos dejado por el ordenador y demás "juegos de silla" en los que incluyo el "sagrado televisor", que requieren pasar montones de horas diarias sentados frente a sus pantallas, que nos atrapan, gastando nuestro tiempo. Claro, de esta manera ¿quién se atreve con un plato como éste? Lo que no me podéis negar es que nunca hemos vivido tan obsesionados por nuestra figura. Esto es un hecho y no podemos dar marcha atrás, alguna fuerza nos empuja a proceder como lo hacemos. También la sociedad nos obliga a cambiar nuestra manera de vida y lo que está claro es que no podemos ir contra corriente. Ahora llaman a los que no saben de tecnologías analfabetos, xD ¡qué nos quedará por ver!
Lejos de historias, que lo único que hacen es darnos motivos para pensar, sin deseos de hacerlo, disfrutemos, aunque sea un día, de este suculento plato. Ojalá que el remordimiento no surja de comernos este revuelto de patatas y huevos, que hay otros motivos con más fundamento para atacar consciencias ¡Y lo buenísimas que están!
Ingredientes:
- Patatas.- Huevos.- Jamón serrano.- Aceite de oliva.- Sal.
Elaboración:
Escogemos unas patatas de similar grosor, las lavamos, secamos y las ponemos a asar en el microondas. Diez, doce minutos a máxima potencia, si no son más de cuatro o cinco y de mediano tamaño.
Tapamos con film el recipiente y agujereamos por varios sitios con la punta de un cuchillo.
Esperamos que templen y les quitamos la piel. Cortamos en bastones gruesos con cuidado de no romperlas y las colocamos sobre una fuente hasta el momento de freírlas.
Esta técnica de freír patatas me la inventé, eso creo. Con ella las patatas no tardan casi nada en hacerse ya que están perfectamente cocidas por dentro y además no absorben tanto aceite.
Ponemos una sartén con abundante aceite a calentar y cuando esté a punto de humear echamos las patatas, de pocas en pocas para no rebajar la temperatura. Estarán listas cuando hayan alcanzado color dorado. Casi a punto de retirarlas, quitamos aceite, dejando lo mínimo y enseguida rompemos los huevos encima, revolviendo hasta que cuajen.
Servimos escurridas y distribuimos unas lonchitas de buen jamón serrano entre ellas.