Revista Filosofía
Notas críticas sobre Didáctica de la Filosofía
César Ricardo Luque Santana
La orientación de la filosofía a la totalidad, sus diversos modos de expresión, su lenguaje a veces abrupto, así como su larga historia, hacen en sí misma difícil su enseñanza en el nivel medio superior, además de otras razones externas, entre ellas, la brevedad de tiempo de que se dispone para englobar todos estos aspectos tratando de simplificarlos sin desdibujar la filosofía, aunado a las características de los jóvenes estudiantes (todavía adolescentes), el contexto de globalización donde la imagen domina sobre la palabra, las deficiencias escolares estructurales que vienen arrastrando los alumnos de los niveles anteriores, las eventuales limitaciones del profesor en cuanto al conocimiento de la materia y/o experiencia, etc.
A primera vista resulta obvio que la solución a esta compleja problemática no se reduce a la didáctica porque hay factores externos que en cierto modo escapan al docente, pero otros le competen directamente, en particular cuando el docente es licenciado en filosofía. En este sentido, si goza de libertad de cátedra, tendrá que diseñar su propio programa, lo que implica tener capacidad para determinar los contenidos, su secuencia, así como seleccionar los materiales de estudio respectivo, considerando desde luego el nivel de los alumnos, su carencia de antecedentes en el tema, el poco tiempo disponible para desarrollar un curso, etc. Asimismo, deberá contar con los recursos didácticos necesarios que le permitan realizar su labor satisfactoriamente sobre todo en el marco de la exigencia kantiana de que no se trata de enseñar filosofía sino de enseñar a filosofar. Por cierto, esta demanda puede parecer excesiva dadas las condiciones académicas en las que se pretende usar estos conocimientos y recursos didácticos, pero al menos se buscaría no “vacunar” a los alumnos contra la filosofía, lo que en sí mismo sería una ganancia.
En efecto, se parte de que la mayoría de los chicos que entrarán en contacto con la filosofía no buscarán estudiarla a fondo de manera profesional, aunque seguramente en casi cualquier carrera que elijan (en caso de que avancen al nivel superior), verán algunos tópicos filosóficos ya sea desde la ética o desde la epistemología –principalmente- y desde luego, se supone que les serviría en su vida en el sentido socrático de que una vida sin autoexamen no vale la pena vivirla. Reconocer esta realidad es indispensable para no ponerse metas imposibles de realizar o que provoquen efectos contraproducentes.
Asimismo, sería deseable que los estudiante de filosofía que en esta etapa comienzan una formación básica de Didáctica de la Filosofía que incluye aspectos pedagógicos, teorías del aprendizaje y estrategias didácticas de implementación práctica, tuvieran conciencia de que su formación en este sentido es de largo aliento y que aunado a la práctica o experiencia que vayan teniendo en las aulas, deberán de profundizar en los aspectos teóricos de manera que gradualmente puedan desarrollar por sí mismos un marco teórico de referencia que les permita autocorregir sus estrategias didácticas así como depurar sus contenidos y materiales de lectura.
Es importante decir que en este punto, que no es suficiente abocarse a estudiar la literatura en boga en esta materia sino que es necesario el intercambio o retroalimentación con sus pares, no sólo los que laboran en su mismo entorno o lugar, sino con colegas de otras latitudes que trabajan con estas mismas inquietudes y que han estado haciendo aportaciones valiosas mediante la publicación de sus trabajos en libros y revistas. Asimismo se puede tener un contacto permanente con cofrades de otras latitudes a través del Internet, ya sea localizando sitios Web específicos o foros virtuales que operan mediante redes de trabajo en los cuales se da toda clase de intercambios académicos. También es importante acudir a reuniones periódicas en determinados puntos del país o del planeta como los congresos, encuentros, foros, talleres, etc., a discutir y aprender colegiadamente, para lo cual es recomendable agruparse en asociaciones establecidas.
La producción de investigaciones sobre Didáctica de la Filosofía según mi percepción, han recibido un fuerte impulso los últimos 10 años, al menos por parte de profesores de filosofía de diversas regiones de Latinoamérica y España (por ceñirnos a nuestro entorno cultural), luego de un tortuoso y espaciado comienzo con obras “paradigmáticas” (si se me permite la expresión) como las del mexicano Juan Manuel Villalpando y del peruano Augusto Salazar Bondy, además de otras aportaciones interesantes como la de Guadalupe Patterson de la Universidad de Guadalajara o las obras de John Passmore traducidas al español. Luego de estas (re)conocidas obras publicadas en las últimas décadas del siglo pasado y tal vez impulsados por el éxito de Filosofía para Niños (FpN), ha habido mucha producción principalmente ensayística o sobre aspectos muy puntuales de la enseñanza de la filosofía cuya difusión se ha dado en gran medida gracias al Internet, pero en general, todas las obras referidas dan la impresión de una gran dispersión de temas que hace difícil concretar con esos materiales un programa de Didáctica de la Filosofía para un semestre. De hecho, esta asignatura apenas ha sido incorporada hace unos años a los planes de estudios de las carreras de filosofía en México pues en su lugar se venía ofreciendo la materia de Pedagogía como un sucedáneo de ésta. Hace unos pocos años incluso, leí en Internet a una colega (al parecer de Sudamérica), quejarse de que en los congresos de filosofía no se hacía un espacio para tratar esta problemática, lo que da una idea de su existencia marginal.
En este sentido, existe la necesidad imperiosa de sistematizar esta temática revisando las obras existentes que han ido creciendo en número, pero se tendría que empezar por releer las obras “clásicas” ya referidas porque cada una sigue una estrategia diferente, aunque a lo mejor, vistas en su conjunto, podrían dar lugar a tópicos comunes, pero sospecho por el conocimiento que tengo de la mayoría de ellas, que incluso así no sería posible una síntesis porque la tendencia sería más bien a una ampliación de temas, esto sin contar con los otros aportes referidos a nivel de artículos, ponencias, ensayos, propuestas, conferencias, tesis, etc., que pululan en Internet, que además habría que ponderar en sus contextos específicos, sin contar como ya se aludió, a la enorme contribución realizada por FpN (que además en Latinoamérica se ha ido construyendo una interesante variante denominada Filosofía con Niños), más apegada a nuestra realidad social y a nuestras aspiraciones políticas.
Dicho lo anterior, parafraseando la tesis agnóstica del sofista Gorgias de Leontini, dado la amplitud del tema y la brevedad del tiempo, considero que los contenidos a tratar en un curso de Didáctica de la Filosofía podrían ceñirse a determinar qué contenidos y qué enfoque debería tratarse en un curso de filosofía a nivel medio superior, lo que a su vez sugiere decantarse por una forma de introducción a la filosofía (a través de 2 ó 3 problemas concretos en lugar del enfoque “histórico”), utilizar algunas estrategias didácticas que sean pertinentes acorde a los temas o problemas a tratar y a las condiciones esperadas (principalmente el diálogo), recurrir a los recursos tecnológicos en boga (como los blogs o foros virtuales, entre otros), y por último, valorar algunas propuestas o sugerencias de motivación de los alumnos de acuerdo a sus características.