Tal día como hoy, 17 febrero de 1836, nacía en Sevilla Gustavo Adolfo Bécquer. A la temprana edad de 5 años se quedó huérfano de padre y seis años después, con apenas 11 años, huérfano de madre. Los ocho hermanos fueron colocados en casas de familiares y amigos. Por suerte, Gustavo no estuvo totalmente solo, a casa de su madrina a donde fue a vivir le acompañó su hermano Valeriano, su gran gran amigo. Aún así, la sensación de soledad y desarraigo le acompañará toda su vida.
En Madrid intentó buscarse la vida como periodista primero en "El porvenir" y, más tarde, en el "El contemporáneo". También intentó encontrar la felicidad como hombre; se enamoró, se desencantó, se casó con Casta Esteban, tuvo dos hijos, amó a varias mujeres con mayor o menor intensidad..."Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¡quién se sentará?Cuando la trémula mano
tienda próximo a expirar
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará? Cuando la muerte vidrie
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos,
¿quién los cerrará? Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral),
una oración al oírla,
¿quién murmurará? Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa.
¿Quién vendar a llorar? ¿Quién en fin al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
¿quién se acordará?"
A los 34 años fallece en Madrid el gran poeta romántico, junto con Espronceda, y que abrirá el panorama de la poesía moderna. La poesía ya no será grandilocuente sino una poesía sencilla, que nace del interior del poeta. Sus rimas están llenas de luces y sombras, de naturaleza, pareja unas veces, contraria otras, al alma humana, de evanescencia, de cadencia y musicalidad, de un "sí pero no"... de todo eso y de mucho más.
Los lectores de Bécquer podemos tener la sensación de una poesía espontánea que surge simultáneamente al sentimiento que lo provoca, con sencillez y sin artificio. Nada más lejos de la realidad. Él mismo dijo que no escribía cuando sentía sino que sus sentimientos y las emociones que éstos le producían quedaban guardados, almacenados y, más tarde, con minuciosidad y trabajo las pulía. Nada surgía de manera natural; era muy consciente de lo que estaba componiendo. Tenía, podríamos decir, mucho "oficio"."Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol,
hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado....
¡hoy creo en Dios!"
Cada una de las rimas constituye una historia en sí misma, aunque los amigos que las publicaron las ordenaron como si de una historia de amor al uso se tratase. De las 79 rimas solo 15 habían sido publicadas en vida el autor. Estos amigos son los mismo que el mismo día del fallecimiento del poeta, el 22 de diciembre de 1870, empezaron a construir el mito, a lo contribuyó el retrato que su hermano Valeriano había pintado de él, el conocido retrato de Gustavo como héroe romántico.
Camilo José, ignorando su labor de Bécquer como prosista en sus magníficas "Leyendas", se atrevió a llamarlo "Laúd de una sola cuerda". No fue así, pero aunque lo fuese... ¡Qué bien suena la cuerda, ¿verdad?"Asomaba a sus ojos una lágrimay a mi labio una frase de perdón;habló el orgullo y se enjugo su llantoy la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino: ella, por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún, ¿por qué callé aquel día?
Y ella dirá, ,¿por qué no lloré yo?"