Fotografía: Hors Producciones/Madrid Escena
"Se está acabando la gira, pero el año que viene venimos con más, hasta siempre", esas fueron las palabras de Roberto Iniesta hace seis meses en Madrid [A lo grande tras el temporal: shorturl.at] y no mintió. En el marco del festival Madrid Escena, el profeta colgó el cartel de "todo vendido" y congregó a 11.000 fieles en el auditorio del Parque Tierno Galván el 11 de junio. No, no exagero. Es más, quizás me quede corto. Tras liderar Extremoduro desde 1987 y 7 años después de debutar en solitario, ya hay que escribir en términos de "profeta" y "fieles". El artista plasentino puede presumir de un público que acude a sus conciertos predispuesto a darlo todo desde el comienzo.
Da igual que la gira 'Ahora es el momento' ya no se llame así, sino 'Ahora es cuando'. Da igual que la cita tenga lugar antes de que el sol se ponga en plena ola de calor —la primera de la primavera, qué cruz—. Da igual que Robe siga empeñado en que se coloquen a un lado del escenario quienes vayan a brincar como si no hubiera un mañana y al otro los que nos movemos menos que un gato de escayola. Da igual que el hilo musical que ameniza la espera sea tan original como cierta emisora o que todo se retrase 15 minutos. Ni el precio de la cerveza ni que la abuela fume. Cuando Robe apareció ahí arriba, a partir de ese instante solo importó él y nada más. Desde Brian no se veía algo parecido a orillas del Mediterráneo.
Fotografía: Hors Producciones/Madrid Escena
De manera que, para empezar, 21:00 horas del sábado, aquello se vino abajo cuando nuestro protagonista y sus compañeros Woody Amores (guitarra), David Lerman (bajo, saxo y clarinete), Carlos Pérez (violín), Lorenzo González (coros, bajo y guitarra), Alber Fuentes (batería) y Álvaro Rodríguez (teclado) hicieron sonar Del tiempo perdido. "No sé si decir buenas noches, buenas tardes o qué...", bromeó Robe mientras los parroquianos ya gritaban su nombre. "Espero que disfrutéis de la tarde, noche o de lo que cojones sea esto".A continuación Por encima del bien y del mal fue coreada y botada en cada rincón del auditorio. Mientras tanto, sobre el escenario, Woody añadía a la canción un punto más guitarrero en directo. David fue el encargado de lucirse con un solo de saxo en los primeros compases de Por ser un pervertido, tercera parada del setlist. La muchedumbre no se tomaba ni un respiro, ni siquiera en canciones en teoría "tranquilas" como Nana cruel. El staff empezó a repartir botellitas de agua en las primeras filas porque el calor tampoco aflojaba.
Ya he escrito "aquello se vino abajo", ¿verdad? Perdón, me adelanté. Aquello se vino abajo al 100% y por primera vez en el concierto al son de Si te vas. Parece mentira que, con los palos que Robe se llevó en 2011 cuando fue publicado el disco Material defectuoso de Extremoduro, ahora sus canciones sean tan celebradas en directo. Incluido el veterano que se plantó allí con una camiseta estampada totalmente con la portada de Agila. Qué tiempos...
Fotografía: Hors Producciones/Madrid Escena
"No hay nada como el primer amor (...) y no hay nada como la primera vez que escuchas una canción", exclamó Iniesta y no iba de farol. Ese tema de ritmo desenfadado y letra a juego no nos sonaba de nada. Tampoco faltó la dosis de violín a cargo de Carlos. Hasta que tenga título confirmado, podría ser El sauce llorón.
"Rockeros, el que no esté colocado, que se coloque", nuestro maestro de ceremonias citó a Tierno Galván antes de volver a ponernos patas arriba con Tu corazón de Extremoduro. Incluso las segundas voces se cantaron tanto en el graderío como en la pista, devoción pura. "¡Y todavía es de día!", apuntó alguien a mi lado. Si curioso resultó oír 'el poema del hombre que pasea su perro temprano' a modo de introducción de Tango suicida, más me sorprendió volver a comprobar cómo aquel Material defectuoso levanta semejantes pasiones en la actualidad. Quizás no llegó al nivel de Si te vas, pero cerca anduvo...
Claro, que nada comparable con la reacción del público al reconocer el Segundo movimiento de La ley innata a las 22:00 horas: "Necesito saber, dime tu nombre, de donde sale el sol y de qué se esconde". Volaba el tiempo y literalmente volaron los minis y una pelota hinchable. ¿Sorprendente?, en absoluto.
Fotografía: Hors Producciones/Madrid Escena
"Nada me detiene ni me toca, no hay suelo debajo de mis botas. Y voy dejándome caer, dejándome llevar, dejándome la piel", tampoco me sorprendió comprobar cómo tanta gente ya se sabía de carrerilla la letra de la "copla" [sic] de título Ininteligible que apenas llevaba una semana en la calle. Entonces Robe anunció un "descansito" y, al igual que ocurrió seis meses atrás en el Palacio de Deportes, tras el paréntesis de 20 minutos, alrededor de las 23:00, llegó la hora de disfrutar de Mayéutica.
Su tercer disco de estudio en solitario sonó de principio a fin. La banda no omitió nada, en todo caso añadió, como cuando Woody hizo uso de una taladradora —desde Jackyl y sus motosierras no veia nada parecido— o cuando Lorenzo entonó Nessun Dorma en el fragor de Un instante de luz. Alber y Álvaro también se lucieron con las baquetas y las teclas respectivamente. En fin, lo de Mayéutica en directo fue inenarrable e irracional, había que estar allí.
Fotografías: Hors Producciones/Madrid Escena
Texto: Alberto C. Molina
Fotografía: Hors Producciones/Madrid Escena