Uno de los grandes placeres de cocinar, sin dudas, es compartir con familia y amigos nuestras creaciones, mejores platos o recetas familiares que permanentemente nos piden y alaban. Las reuniones con la gente que queremos siempre son un motivo para celebrar y, si de celebraciones se trata, la comida se transforma inexorablemente en un elemento fundamental, placentero y convocante. Sin embargo, cuando organizo una reunión con amigos o alguna celebración con la familia, uno de los pilares de mi cocina es la practicidad. Si siempre trato que mis recetas sean mayoritariamente prácticas, cuando hay que preparar muchos platos y busco que todo resulte impecable, más aún. Me gusta disfrutar de las reuniones sin estar constantemente pendiente de la cocina y las recetas prácticas son, sin dudarlo, mi caballito de batalla en estas ocasiones. Por eso, hoy les propongo una receta tentadora (a la que casi nadie puede resistirse) y tan práctica que, en cuanto la prueben, no querrán abandonarla más ;)
Estos rollitos de masa filo/pasta filo/masa philo o yufka (nombre que recibe en turco) son una perdición absoluta: Sabrosos, livianos, crujientes, dorados y con un relleno cremoso que esconde alguna sorpresa para hacerlo más interesante. Son absolutamente irresistibles por donde se los mire, y se los pruebe...
Una vez más, les propongo una receta que con pocos - realmente muy pocos - ingredientes nos hará lucirnos como cocineros y anfitriones, todo en uno. Aquí, les dejo el listado de productos que necesitarán para preparar estos sabrosos bocados.
¿Nos ponemos a trabajar en esta deliciosa propuesta que sirve tanto como una entrada/entrante, un componente más de una picada/tapeo o como plato único, acompañado por una rica ensalada de hojas verdes y tomates cherry?
Primero, rehogá 2 cebollas blancas, cortadas en juliana o pluma, junto con 2 cebollas moradas, cortadas de igual manera, en 2 cucharadas de aceite de coco (en su lugar, puede ser cualquier aceite neutro). Condimentá con sal, pimienta, 1 cucharada de orégano, 1 cucharada de queso vegetal (te recuerdo que mi versión contiene semillas de zapallo y de girasol, levadura nutricional, algas espirulina y kelp, zanahoria, cebolla, orégano, perejil, espinaca, apio, romero y salvia deshidratados, cúrcuma y pimentón) y nuez moscada recién molida. Una vez que las cebollas queden transparentes, agregá 3 cucharadas de vino generoso y, a fuego fuerte, dejá que se evapore el alcohol. Luego, cociná a fuego bajo hasta que queden prácticamente caramelizadas y tiernas. Reservá hasta que se enfríen.
Una vez que las cebollas estén frías (este detalle es fundamental para no malograr la receta), disponé sobre la mesa de trabajo dos láminas de masa filo/pasta filo (para estas cantidades, yo utilizo unos 200 gramos de masa). Con un cuchillo afilado, cortá la masa por la mitad y luego en tiras de un ancho más o menos regular, separando cada lámina de masa y conservando tapados (y humedecidos; puede ser con un paño húmedo) el resto de los recortes.
Sobre cada tira de masa filo/pasta filo que cortaste, disponé una porción generosa de cebollas caramelizadas, ubicándolas en el centro y a algunos centímetros de distancia del extremo más angosto y cercano a vos mismo de la masa. Encima, colocá un puñado de nueces trozadas con las manos y una porción de queso azul. Luego, cerrá ambos laterales de la masa sobre el relleno (no te preocupes si no cubrís todo el relleno con ella).
Entonces, desde el extremo de masa más angosto y cercano a vos mismo, comenzá a enrollar la tira hasta formar paquetitos o rollitos que envuelvan muy bien el relleno, quedando lo más apretados que puedas (procurando que no se rompa o rasgue la masa).
Disponé los rollitos en placa o fuente para horno, humedecida con rocío vegetal (o pincelada con una ligera capa de aceite), dejando hacia abajo el cierre de cada uno. Pincelalos con aceite (en mi caso, de coco) y espolvoreales por encima una lluvia de semillas de sésamo blanco, integral y negro.
Cociná en un horno fuerte por algunos minutos hasta que la masa se dore, cuidando con atención porque enseguida pueden quemarse.
Serví calientes o tibios, acompañados por una ensalada de mezcla de hojas y tomates cherry (en caso que sea un plato único o una entrada/entrante) o junto con los otros integrantes de la picada o tapeo (si se trata de una comida informal donde presentás otros finger-foods/para comer con las manos).
Algunas observaciones y recomendaciones finales: Las cebollas pueden reemplazarse por ciboulette, cebolla de verdeo o la variedad de cebollas que les resulten más convenientes. Una opción que también preparo muy seguido es la mezcla de cebollas y apio que, en combinación con el queso azul y las nueces, resulta simplemente irresistible.
Con estas cantidades se obtienen unos 8 rollitos, dependiendo del tamaño de las tiras de masa.
El vino generoso, también llamado fortificado, puede ser Oporto, Marsala, Madeira, Malaga, Jerez... Entretanto, el queso azul puede ser Roquefort, Gorgonzola, Cabrales, Stilton o el de su preferencia.
El relleno de los rollitos debe estar bien frío al momento de armarlos porque, por acción del calor, la masa filo/pasta filo se rompe y se convierte en un engrudo irrecuperable. Entretanto, les recomiendo que sigan las instrucciones del fabricante o productor de la masa para conservarla de manera óptima hasta el momento de su utilización. De cualquier modo, como recomendación o instrucción general es importante resaltar que, al tratarse de una masa muy delicada que se reseca con facilidad, lo ideal es dejarla en la heladera/nevera/refrigerador hasta el momento mismo de armar los rollitos. Al ir cortando y disponiendo la masa para formar cada uno de ellos, pueden apilarse o mantenerse juntas las porciones, cubiertas por un paño de tela humedecido para que, así, no pierdan flexibilidad ni se resequen.
La masa filo/pasta filo es una masa muy utilizada en la gastronomía de Medio Oriente, los Balcanes (Grecia, Albania, Rumania, Serbia, Croacia, Bulgaria y Rumania, entre otros países) y Turquía. Se caracteriza por tratarse de hojas o láminas muy delgadas de masa, casi traslúcidas que suele utilizarse por capas superpuestas. Se emplea en la preparación de platos muy tradicionales tanto dulces como salados, asada, frita u horneada. Su origen estaría situado en la península de Anatolia, donde hacia el siglo XI ya existían registros en el diccionario de dialectos turcos (Diwan Lughat al-Turk) de unos panes que se realizaban a partir de capas de masa plegadas. Esta técnica inicial habría sido perfeccionada en los palacios reales de Estambul hasta lograr el grosor de una hoja de papel. Se trata de una masa realizada con harina de trigo, agua y algunas gotas de vinagre blanco o, en Grecia, de raki (no es el licor anisado - bebida nacional de Turquía - sino una bebida alcohólica, también llamada tsikoudia, que se elabora en la isla de Creta a partir de uvas propias de la región, bastante similar a la grappa italiana). Como la preparación de esta masa requiere de mucho tiempo y destreza, desde los años 1970, se fabrica de manera mecánica e industrial, pudiendo comprarla fresca o congelada en comercios especializados y hasta en supermercados.
Como les adelanté al comienzo, esta receta es ideal para incluir en el menú de una reunión o celebración por su practicidad y elegancia. Pero, también resulta un plato ideal para comerlo como comida principal si lo acompañamos de una rica y surtida ensalada o, incluso, para llevar a un picnic o paseo por el campo, la montaña o el bosque. Muy pocos ingredientes y escaso trabajo, además de un sabor delicado, pero con mucha personalidad harán de este plato (y las variantes que se le puedan ocurrir a partir de esta versión) un imprescindible en su recetario. Pruébenlo y después me cuentan qué les ha parecido ;)
Antes de despedirme, quiero agradecerle especialmente a Diana del blog Ingredientes y ¡Listo! (si aún no lo conocen, pasen por allí porque siempre encontrarán recetas interesantes e inspiradoras) por haberme otorgado el premio BOR Litarcihis Blogger. Para mí es un gran honor y una ilusión inmensa recibir un premio de una compañera-colega-amiga bloguera que con cariño y generosidad decide que mi trabajo y dedicación valen la pena ser premiados. A propósito de ello, este galardón tiene una particularidad: Se otorga a Blogs Originales (por eso se llama BOR) y a sus creadores por su labor, empeño y cariño para desarrollarlos; pero, además, deben ser blogs que a quien otorgue el premio le aporten algo a nivel personal. Por todo eso, Diana... ¡¡Muchas gracias!! :D
Como muchos de los blogs que día a día me inspiran por sus recetas, sus palabras y presentación no reciben premios por falta de tiempo para dedicarse a ellos, porque hay muchos otros blogs que se lo merecen (incluso tantos que, por mi propia falta de tiempo, todavía ni siquiera conozco) y porque no quiero olvidarme de nadie, dejo aquí para ustedes este premio. Porque, si hay algo que he aprendido en los años que vengo trabajando en éste, mi pequeño espacio en Internet, es el inmenso cariño, el mimo constante y la gran dedicación que cada blogger le pone a lo que hace ;)
Nos reencontramos la semana que viene. ¡Pásenla muy bien, disfruten junto a sus seres amados y experimenten en la cocina!
Textos y fotografías: ©Bouquet Garni Recetas
Digiscrap: ©Scrapyrus Designs/Tracy Martin Scrapbook Designs/HG Designs/Bouquet Garni Recetas