Hoy 12 de febrero de 2015, precisamente el día de inauguración de la FIL de La Habana, han venido varios oficiales constatando una de las últimas denuncias sobre la esclavitud de los presos en Cuba, su mano de obra barata, y las condiciones infrahumanas con que laboran doce y catorce horas diarias, incluyendo los fines de semana o los días inhábiles o festivos. Para colmo, trabajan con botas y ropas rotas o recocidas, que ni siquiera pueden comprar con su ínfimo y simbólico salario, el que a veces no llega en fecha y tienen que esperar al mes siguiente para cobrarlo. Los presos, como casi siempre, temerosos por las represalias cuando esos oficiales de inspección se van, dejaron entrever las carentes circunstancias con que sobreviven su condena.
Me alegra que, de alguna forma, el blog cumpla el rol por el que fue creado, que no es más que hacer prevalecer la justicia por los más desvalidos, los temerosos o aquellos que desconocen la manera de que sus voces influyan en la sociedad.
Mi generación, la gran mayoría, se cansó de recibir las temáticas sobre las que debíamos escribir, cuando las envía la represión gubernamental a través de los funcionarios culturales.
Lo cierto es que de alguna manera le darán botas nuevas y ropa adecuada. No los enviarán a trabajar enfermos o golpeados. Tampoco, al menos supongo, mientras me encuentre cerca, les permitirán trabajar muy por encima de las horas establecidas. Y anotaron en sus agendas el tipo de oficio que realizan y el pago justo que deben recibir, pues los oficiales constataron que los reclusos están siendo timados por sus contratadores.
Sabemos que, por desgracia, gran parte de los cubanos no tienen acceso a la Internet, pero por lo visto, el gobierno atiende a parte de mis denuncias. Me alegro por ellos, pero solo lo hacen para encubrirlas, esperemos que erradicándolas.
Ángel Santiesteban-Prats
Prisión Unidad de Guardafronteras. La Habana. Febrero de 2015.