Revista Cultura y Ocio
Esto va de mayorías y de minorías, de Rómulos y Remos. Va de que no puede ser tolerable que un partido que obtiene -es un decir- el 5% de los votos no obtenga representación política. No sé si alguna vez el sistema de Hondt de reparto de cargos políticos tuvo sentido, lo que sí es seguro es que se trata de un vestigio infumable en un mundo donde existen las redes sociales y el sentido común. En la actualidad se produce un conflicto entre la presentación de grupos (nacidos espontáneamente -o no- a través de la red) y su representación política. No creo, como en algún momento llegara a afirmar Pessoa, si quiera de forma irónica, que la votación subitánea a cargo de toda la población (algo posible desde el punto de vista de los nuevos medios tecnológicos) pueda sustituir a la política en la toma de decisiones. La política exige cierta demora, cierto decalage entre la aparición de un problema y su intento de resolución por parte de la sociedad afectada. Hay que reflexionar, hay que recabar información, actuar con la cabeza fría. Probablemente la política y el 'tiempo real' sean incompatibles, salvo que optásemos por la dictadura de lo efímero, algo que conduciría a un vértigo legislativo que quizás ninguna sociedad sea capaz de tolerar. Pero no es de recibo que se siga manteniendo un régimen sacrificial donde el poder se detenta a costa de silenciar a millones de ciudadanos. En los antiguos mitos abunda la presencia de gemelos. Uno de ellos casi siempre es sacrificado por el otro, sacrificio que coincide con la fundación de una ciudad. Los estados parecen haberse construido y mantenido a lo largo de la historia sobre un cadáver (un soldado desconocido, o no tanto). Pero esto no tiene por qué seguir siendo así. Si los políticos no obran en consecuencia es posible que la revolución les pase por encima, que los partidos se conviertan en polvo barrido por el viento de las multiplicidades en busca de una -nueva- representación.