De la granja a la mesa. Y nunca mejor dicho. Rooster acaba de abrir sus puertas en la calle Juan Bravo con una premisa muy clara: actuar como corral gastronómico y servir, en el centro de Madrid, platos muy reconocibles con ingredientes de primera provenientes de todo la geografía española, de tierra, mar, y aire. Y no, no es caro.
Nada más entrar ya se respira ese aire de campo que impregna sus amplios espacios, su barra, su zona de mesas altas, su comedor y su cocina abierta, parrilla de carbón incluida.
Sobre la mesa mandan no solo las temporadas, también el día a día en el mercado en platos fuera de carta que el chef Alfonso Castellano diseña cada jornada y que se ofrecen a los comensales. Si nos ceñimos a los ya establecidos, encontraremos unas buenísimas croquetas Rooster a base de gallo (el protagonista, que también reaparece después en un arroz meloso), unas navajas a la parrilla con ajillo de jamón o una excelente ternera lechal. El otoño trae, además, opciones tan apetecibles como las cabezas de boletus asadas o el huevo pochado en manteca colorá con crema de patata, un festival de calorías que nos vuelve locos.
En Rooster hay que dejar hueco para los postres porque son caseros y están de muerte. Llaman la atención muy especialmente su tarta de manzana, deliciosa, y sus natillas de Afuega’l pitu, curiosas cuanto menos.
De Rooster se agradece su frescura en cocina, susceptible además de compartirse gracias a sus formatos tapa, y se agradece también su ambiente, su luz, su amplitud y comodidad para alargar la tarde apurando alguna de sus 175 referencias nacionales de vinos o su selección de cervezas artesanales.
Aquí se come bien por un precio aceptable (30-35 € un picoteo entre varios), saliéndonos un poco del concepto de restaurante de diseño con carta calcada a la de sus vecinos que puede llegar a resultar indigesto. Rooster es, sí o sí, un planazo.
Juan Bravo, 25. Tlfn. 915 46 59 96