Revista Opinión

Rubalcaba, ¿candidato para el suicidio socialista?

Publicado el 05 julio 2011 por Franky
Rubalcaba, ¿candidato para el suicidio socialista? Es calvo, viejo, feo y conspirador. Su biografía está cargada de elementos inquietantes y turbios. Para colmo, su candidatura está "tutelada" por un Zapatero que es el reverso del rey Midas y que todo lo que toca queda destruído. Nadie puede entender que Rubalcaba sea el candidato socialista para las próximas elecciones, salvo que sea un candidato para el suicidio, el enterrador del PSOE, un tipo elegido para cavar la tumba del socialismo en España. Lo lógico sería que el PSOE presentara como candidato a un demócrata decente y veraz, justo lo contrario de lo que ha sido ZP, pero la decisión ha sido otra: introducir en la cúspide más bruma, inquietud, sospecha y zozobra.

Mintió y defendió lo indefendible cuando era portavoz de aquel gobierno de Felipe González que se impregno de corrupción y que practicó el terrorismo de Estado, manchándose las manos de sangre. Desde entonces, siempre ha estado vinculado a las cloacas, rodeado de policías corruptos, de matones, de espias y de aparatos de vigilancia. Se jazta de saberlo todo sobre los demás y los políticos, que por lo visto están cargados de secretos inconfesables, le temen más que a un potro de tortura. Uno de ellos le puso como mote "El malvado Rubalcaba, que si puede te la clava".

Pero el PSOE, hundido y desmoralizado tras el mandato de Zapatero, que casi ha destruido a España y la ha sembrado de desempleados, nuevos pobres y gente aterrorizada ante el presente y el futuro, quiere presentar como candidato a alguien que quizás lo supere y lo haga bueno. Quizás esa sea la única explicación racional del extraño misterio Rubalcaba.

Consciente del drama que arrastra como cómplice de Zapatero y coautor de la destrucción de España, Rubalcaba intenta distanciarse desesperadamente del Zapaterismo, lanzando a los españoles un mensaje que, aunque falso, es el único que puede salvarle del desastre: "Yo no tengo nada que ver con los errores de Zapatero".

Para lograrlo, está realizando gestos elocuentes, que son los que cuentan en política: golpea a la SGAE, protegida por el mismo Zapatero, restablece la velocidad de 120 en las carreteras, le dice a Felipe González que se ahorre sus consejos y da la sensación de que ha borrado del mapa al presidente, que está como desaparecido y sumido en la depresión. Esa obsesión por distanciarse de Zapatero le ha llevado a meter la pata al afirmar que él sí tiene la receta para acabar con el paro, provocando la indignación de media España, que le reclama por qué no la ha empleado entonces cuando era vicepresidente.

Sin embargo, la verdad pesa como una losa de plomo sobre el candidato Alfredo: Ningún partido político de ningún país democrático moderno se atrevería a presentar como candidato y a elevar hasta la secretaria general del partido gobernante a un tipo como Rubalcaba, salvo que hubiera algo desconocido detrás o que la podredumbre hubiera llegado hasta lo más profundo de la estretegia colectiva y del cerebro del grupo.

Hombres como Rubalcaba existen en todas partes, pero jamás son exhibidos. Lo sucio tiende a ocultarse en política. El gran Charles de Gaulle decía que los hombres de las cloacas del Estado son necesarios, pero que nadie les vea jamás el rostro. Sin embargo, en España, los socialistas han convertido en su candidato al mejor experto en cloacas y operaciones encubiertas del país. La única explicación posible es que el PSOE tenga las cosas más claras que nadie y considere a España una inmensa cloaca, poblada de ratas y de lodo pestilente, algo que, por desgracia, quizás esté más cerca de la realidad que considerar a la España destruida por Zapatero como un auténtico país. Si España es una gran cloaca, entonces nadie mejor que Rubalcaba para moverse como capitán de los excrementos en sus entrañas putrefactas.



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