Nos decidimos por hacer la ruta sur, ya que el objetivo final era enseñar a nuestra pequeña el cabo de Finisterre. Nuestra ruta comenzó en Santiago de Compostela y fuimos hacía Muros, un pueblo que tenía muy buena pinta, sobre todo su casco histórico, pero que no pudimos parar porque había mercadillo y estaba todo lleno.
Continuamos hasta Carnota, donde sin apenas desviarnos de la carretera se puede ver uno de los horreos más grandes de Galicia, se encuentra al lado de la iglesia, así que no tiene pérdida. Continuando nuestro viaje llegamos a Ezaro y vimos su impresionante cascada. Es alucinante nosotros como fuimos entre semana no había nadie y nos encantó, se puede llegar en coche hasta allí y luego hay que andar un poquito por una preciosa pasarela de madera en verano los fines de semana la iluminan por la noche, por lo que la vista aún será más bonita.
Finalmente, llegamos a Finisterre, el cabo se encuentra a pocos kilómetros del pueblo, allí vemos su imponente faro, aunque no se puede visitar y si está el día despejado podemos ver la inmensidad del mar. En el fin del mundo, como creían nuestros antepasados, casi siempre puedes encontrar a peregrinos quemando sus ropas tras terminar el camino de Santiago.
También merece la pena visitar el pueblo de Finisterre, ya que en él encontraras numerosas tascas y bares donde poder degustar raciones de marisco y pescado. Nosotros fuimos entre semana y en el puerto encontramos numerosos restaurantes que al módico precio de diez euros ofrecían menús en los cuales podías encontrar riquísimos pescado y maricos, aquí probé un arroz de marisco muy bueno y los postres si son caseros también es conveniente que los probéis, sobre todo las tartas de queso.
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