Revista Cocina
«Del cerdo ibérico me gusta hasta los andares».
De él salen algunos de los más excelsos platos de cuantos pone sobre la mesa la gastronomía española.
Toda su cuidada crianza, su mimo y atención, no tiene más objeto que sacar de él las más deliciosas carnes y jamones. Su jamón es la quintaesencia del arte culinario de este país. Su envejecimiento, su maduración, durará hasta dos o tres años dependiendo de la zona y sus rigores climáticos.
Pasado ese tiempo lo que el comensal degustará será un producto exquisito, único, con un bouquet prodigioso.
Los expertos catadores llaman flavor a la comunión entre aroma y sabor.
Las lonchas deben ser obligatoriamente finas, rosáceas, brillantes y llenas de infiltraciones de grasa que denotan la calidad y el empaque de esta venerable carne.