La actriz Miranda Kerr
Hace un tiempo rebauticé este sitio con el subtítulo de la maternidad impúdica, queriendo hacer un guiño precisamente a la necesidad que hay de mostrar y hablar de la maternidad, de la femineidad y de la sexualidad, de nuestros pechos, de nuestros úteros, de nuestros ovarios, de nuestra menstruación, de nuestros cuerpos, de nuestras formas de ejercer y entender la maternidad, sin rubor, sin eufemismos.
Prácticamente el 100% del pensamiento (y del poder) occidental lo han ejercido personas que no han gestado, parido ni amamantado. De Aristóteles a San Agustín, de Descartes a Kant, de Marx a Simone de Beauvoir, la maternidad -y sus relaciones con la filosofía, la psicología, la dominación, el miedo, la política o el poder- no se han mostrado ni escrito desde adentro. Pocos quienes, desde afuera, han podido conectar con el poder femenino y maternal.
Por otra parte, quienes hemos gestado, parido, amamantado y criado a lo largo de la historia lo hemos hecho casi siempre en condiciones de dominación, discriminación, represión sexual, ignorancia, rechazo y desconexión del propio cuerpo y sus funciones, insalubridad o miseria.
Escuchar y leer hoy en la "blogosfera maternal" el testimonio de mujeres, muchas de ellas con grados y postgrados en universidades de primer nivel, con formación e in-formación, que a la vez están gestando con conciencia, pariendo en libertad, amamantando con placer y criando naturalmente, por elección y decisión propias, es novedoso, enriquecedor y abre las puertas a nuevas formas y rumbos sociales.
La "blogosfera" ha creado un nuevo género temático que no existía -ni existe- en los medios tradicionales: Crianza-Maternidad-Bebés, una nueva temática que ha ascendido a Categoría, gracias al conocimiento, artículos, reflexiones, lecturas, historias, imágenes y vídeos que madres, padres, matronas, doulas, psicólogos, pediatras, periodistas, escritores, mujeres, hombres... compartimos hoy en la red.
En la entrevista que hace poco los lectores del blog La Mamá Vaca hicieron al pediatra Carlos González, famoso por sus best-sellers sobre crianza respetuosa, éste decía:
«Creo que, en la mayoría de los casos, mis libros sólo han servido para que los padres “salgan del armario”, para que hagan con orgullo lo que de otro modo tal vez habrían hecho a escondidas.»
Pretender, efectivamente, que se pueda criar con amor siguiendo las "pautas" de algún método o autor, es absurdo. Nadie puede seguir ningún método para amar (sí para reprimir o manipular conductas). Los actos de amor sólo pueden ser sinceros, libres y espontáneos, o dejan de ser amor, por definición.
Estos autores nos sirven pues para reforzarnos, para comprendernos y conocernos mejor a nosotros mismos, para dejar de auto-censurarnos, para librarnos de la censura exterior, para saber que lo que sentimos es legítimo y no debe ser reprimido ni intervenido por agentes externos, para ayudarnos a liberar nuestros propios demonios interiores, para quitarnos miedos innecesarios... y finalmente, ganando en seguridad, confianza y libertad, aumentar nuestra capacidad de amar corporal y tangiblemente a nuestros hijos.
Miriam, en el blog Crianza y Confianza, aprovechó esta frase de González para hablar también de cómo, por eso mismo, muchas veces tenemos que vivir con el trabajo de esconder, ante nuestras familias, amigos, compañeros de trabajo, nuestra forma de criar.
Uno de los mayores obstáculos para estudiar la duración natural de la lactancia es precisamente que la mayoría de las madres que amamantamos durante más de uno o dos años lo ocultamos incluso hasta a nuestros pediatras.
Todavía hay madres que son echadas de bibliotecas, restaurantes o centros comerciales por amamantar en público. Todavía hay padres -¡y hasta juezas!- que pretenden utilizar como argumento para quitarle la custodia de sus hijos a sus madres el hecho de criar con apego, o sea, con amor visible y tangible. Todavía hay quien confunde -a la vez y contradictoriamente- la crianza respetuosa y corporal con sobreprotección (por aquello del apego) o con negligencia (por aquello de la libertad "sin limites") o con exclusión de la paternidad. Mientras eso siga ocurriendo, mucho camino falta aún por andar.
Cierto que el acto de amamantar, como el de dormir o no con nuestros hijos, son actos íntimos, decisiones familiares que a nadie más importan ni deben importar. Pero ocurre que sí se habla públicamente de lo contrario: de aplicar métodos para que los niños duerman solos, de amueblar y decorar habitaciones independientes desde antes del niño nacer, de comprar cunas, minicunas y recontracunas.... De cierto modo, todo el mundo presupone -también públicamente- que esa es la única manera de criar.
Por eso, (de cierto modo en forma similar a las fiestas del Orgullo Gay que han contribuido a "normalizar" y visibilizar otras formas de orientación sexual), las tetadas públicas, o publicar testimonios, imágenes y reflexiones sobre partos naturales, femineidad y crianza corporal son una forma de "exhibicionismo" útil.
Cuando la sociedad es discriminatoria, represora y llena de tabús -como lo ha sido siempre-, airear que existen otras formas de hacer las cosas es sano y deseable. Reflexionar, debatir, compartir, mostrar, hablar, conversar sobre estos temas, es saludable.
Sacar a la maternidad y la sexualidad del armario es necesario, para las mujeres, para los hombres, y sobre todo, para los niños y para la sociedad en su conjunto, para aumentar las formas de libertad y de amor posibles y deseables.
Reforzar el orgullo maternante de quienes están siguiendo sus instintos, lo que les dicta su corazón, sus vísceras, su útero palpitante, sus hormonas del amor... es hasta necesario en una sociedad empeñada en sustituir todo acto humano de afecto y de emoción por un sucedáneo vendible y comprable.
Mostrar, mostrarnos, sin falsos pudores, sin miedos, sin represión, con alegría, con orgullo y con placer...