Revista Cocina

Salmonete a la plancha con "majaillo" de ajo, perejil, limon y aceite de oliva.

Por Carmenrosa @MicocinaCR

Allí estaba, frente a mí, se me acercaba con un halo de luminosidad especial, como era habitual siempre en ella, radiante, con una amplia sonrisa, vestía su blanco delantal ribeteado de volantes, contenta y alegre por pasar el día conmigo.
Me entristeció que me dijera que tenía que volver a las doce de la noche, como Cenicienta, le pedía una y otra vez que se quedara conmigo, que no volviera.
Hija, no me da permiso el encargado, habla tú con él que tienes tanta “labia” a ver si lo consigues.   Mamá ¿quién es? A lo que me contesta: El de arriba, se llama Francisco.
Nos encontrábamos a la entrada del pequeño cementerio del Palo, justo al lado de la encalada fuente donde corre el agua fresca y cae en la enorme pileta de agua cristalina oscurecidas por las verdes algas que crecen en sus paredes.
Abri los ojos, era un sueño….
Ella, mi madre, está en el Palo, enterrada en uno de los nichos del blanco, cuidado y florido cementerio, a la sombra de un alto y espigado ciprés donde llega el rumor de las olas, el olor del salitre y el murmullo de las hojas de los pocos eucaliptos que sobreviven al paso del tiempo y al talado.  
Aquellos árboles que la vieron nacer y crecer, que le dieron sombra mientras cosía o jugaba en la puerta de su casa de la calla Santarem; aquel mar donde mi gente pescaba y al que ella miraba pendiente de la vuelta de su padre y hermanos, mar donde buscaban el diario sustento.
Allí, en uno de los nichos donde de pequeña se escondía cuando jugaba al escondite con los hijos del enterrador; es allí cuando cada fin de semana le llevaba flores blancas, las que tanto le gustaba y después del sueño, un día miré hacia arriba, quise leer el nombre de la última lápida, cuatro o cinco por encima de la suya y ante mi sorpresa, la persona que estaba enterrada en él, se llamaba Francisco.
Y es que a pesar de los años, han pasado 30 años desde que me dejó, cada día, cada momento de mi vida, la recuerdo, en mi memoria, en mi corazón y es en mi cocina, cuando en todo momento me llega su sonrisa, el olor de sus guisos, es cuando la siento más cerca, está conmigo y no es un sueño.
Ella como buena marenga, me enseñó a cocinar los productos de la mar, a valorar sus productos y a no olvidar la gastronomía malagueña, los olores y sabores de nuestros ancestros…. Mi cocina, sobre todo la COCINA TIPICA MALAGUEÑA ( Pinchen AQUI), es “Su cocina”.
Gracias mamá…..
En ésta ocasión, he preparado unos salmonetes a la plancha…acompañándolos con unas “papas” a lo pobre fiel a su estilo AQUI encontrarán como prepararlas..
¿Cómo hacerlo?
Lo primordial es que los salmonetes sean muy frescos, del día, como en ésta ocasión recién pescados (comprado a primera hora de hoy en el malagueño mercado de Huelin).

La plancha debe estar muy caliente y engrasada con aceite de oliva virgen extra (en ésta ocasión estoy usando de Riogordo (malagueño).Salar los salmonetes y ponerlos en la plancha, dependiendo del grosor, aproximadamente unos diez minutos por cada lado.
Mientras preparar un “majaillo” con dos dientes de ajo (pelados), una ramita de perejil y sal; una vez machacado echar un buen chorreón de aceite de oliva virgen extra, remover bien y a continuación el zumo de un limón mezclando de forma que quede bien integrados todos los ingredientes.(Este mortero tiene más de 50 años, era el de mi madre)
Emplatar y echar el majaillo por encima.

Sin olvidar las patatas.....coman el pescado con los dedos...

Disfruten de Málaga y de su gastronomía.Buen fin de semana y hasta el Martes próximo (Lunes festivo).

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