Revista Psicología

Salta, agáchate, corre, para

Por Rms @roxymusic8

Hace poco pensaba que la vida es casi como un videojuego... Quizá es porque los videojuegos se parecen más a la vida real. ¿Cómo es que tuve este pensamiento? Porque hay momentos en la vida en los que te viene de frente un obstáculo y más adelante otro, tienes que dar un salto de fe, te toca pedir el comodín de la ayuda, sientes que tienes que escapar o necesitas conseguir una cantidad de cosas. Parece divertido, pero no lo es ni es como el juego, es la vida real y se sufre en las carnes. ¿Podríamos tomárnosla con otra filosofía? Esta era otra de las preguntas que me venían a la mente. Pensaba en la actitud que tenemos ante los sucesos que pasan en nuestro día a día... ¿es activa o pasiva? ¿Es acogedora o evitativa? ¿Con esperanza o miedosa? Quizá tener un espíritu aventurero nos ayude a afrontarla y vivirla.

Nos olvidamos de que no somos los reyes del mambo y de que no todo depende de nosotros. Para crecer en paciencia, dependemos de terceros y esto nos rompe muchos esquemas. Además, nos impide ver un poco más allá de nuestro ombligo pensando que nos hacen la vida imposible y la miramos como un videojuego donde hay que pasar pantallas, mundos y obstáculos por doquier. ¿Cómo vivir así? Quizá nos ayude tomar la vida como un juego (por aquello de la acitud proactiva, ilusionante, dispuesta), pero respetando sus reglas ya que si no lo hacemos, volveremos a la casilla de salida o ya ni eso en muchos casos. Jugar es serio. Parece una contradicción, ¿verdad? Pienso en un niño y en un adulto a la vez. ¿Cómo ser las dos personas a la vez?

¿Recuerdas cuando eras pequeño? Hasta que no tienes conciencia de lo que es la vida y demás, sólo sabes que tienes mucho tiempo libre, juegas, te lo pasas bien, tienes comida, ropa y una casa donde dormir, te llevan de un sitio a otro, no depende nada de ti... Sientes que todo es maravilloso y parece que no hay nada que pueda romperte la paz y la alegría que sientes. Esa rotura llega cuando te haces mayor o cuando sucede algo duro a tu alrededor o en tu familia que te hace crecer de repente. Y te preguntas, ¿cómo he llegado a este punto? ¿Puedo volver a vivir como antes? Quieres recuperar lo que tenías, lo que vivías, lo que sentías, cómo veías la vida. Pero, reglas del juego, no puedes cambiar el pasado ni volver a él. Pero, lo que no sabías es que puedes hacer otra cosa.

Quizá es esto lo que nos salve de la rutina de la vida que a muchos les lleva por el camino de la amargura. No han descubierto en ella lo que les permite vivir y sólo ven más de lo mismo "caaaada díííía". Dicho así te das cuenta de que les pesa la vida. Y es una pena que se pierda de vista lo valioso de participar del juego, de la vida, de la propia existencia personal. Volvamos a ese ser como niños desde nuestra persona adulta. ¿Cómo combinarlos? Dejando ser a los dos, sin avergonzarnos de entusiasmarnos por cosas pequeñas, sin miedo a mostrarnos como somos en diferentes escenarios, permitiéndonos retomar actividades del pasado con la misma ilusión de cuando éramos pequeños. Y, sobre todo, dejando que la mirada inocente sobre las personas y las cosas impregne nuestro corazón.

Es un camino pedregoso combinar o, mejor dicho, encontrar el equilibrio entre nuestro niño interior y nuestro yo adulto. Hay carencias y necesidades que atender, pero no todos estamos preparados para dar el paso, mostrarlo y, encima, pedir algo que "ahora no toca". ¿Y no lo haremos por nosotros, por ese niño o niña que clama dentro de nosotros? Un niño no piensa, actúa. Un niño llora, ríe, grita, baila, se sorprende, canta, corre en el momento y sin preguntarse si está bien o mal lo que está haciendo. Un niño confía ciegamente en quien le quiere, no le cuestiona. Un niño disfruta o siente miedo, no lo esconde. A veces me quedo observando a los niños y "estudio" su comportamiento, trato de aprender. Cuando estoy con ellos no me importa hacer lo que hacen y hablar como hablan, y no por ello me siento tonta; disfruto la que más. ¡Hacerse como niños conecta con algo muy genuino en nosotros!

Esta vida, nuestra vida, hoy, nos pide autenticidad desde nuestra unicidad. Para poder vivir y acoger la vida tal cual es necesitamos ponerle un toque de juego o pensarla como un videojuego para devolvernos nuestra niñez a flote y disfrutarla... ¡Sí, disfrutarla con todas las pantallas que pasar, obstáculos que saltar o mundos que conquistar! No olvides que cuentas con el botón "a" de ayuda cuando no sepas por dónde seguir. Y, además, siempre tienes compañeros de juego a tu lado que, o bien se han pasado tu pantalla actual y, por tanto, pueden aconsejarte por dónde tirar, o bien están en el mismo punto que tú y quieren vivirlo acompañados para descubrir juntos más sobre lo que están pasando.


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