Revista Cultura y Ocio
Ben, Chon y Ophelia son tres jóvenes que llevan una vida de lujo en Laguna Beach gracias a los beneficios que les reporta cultivar y vender la mejor marihuana de toda California. Esto no tarda en llamar la atención del cártel mexicano de la Baja, quienes se ofrecen a comprar el negocio. Sin embargo, la negativa de los tres amigos derivará en un enfrentamiento violento entre ambos bandos que llevará a Ben y Chon hasta límites insospechados.
Salvajes supone el esperado regreso del director Oliver Stone al tipo de cine por el que alcanzó la fama, lejos de los polémicos documentales en los que ha trabajado durante los últimos años. Para su nueva película, Stone ha colaborado en la elaboración del guión junto a Shane Salerno (Hawai 5.0) y al escritor Don Winslow, autor de la novela homónima en que se basa la película y que goza de gran popularidad gracias el enfoque crítico con el mundo del narcotráfico que presentan sus libros (como El invierno de Frankie Machine, recientemente comentado en este blog).
En Salvajes encontramos todos los elementos propios de las novelas de Winslow (crimen organizado californiano, surferos y denuncia de la corrupción policial), los cuales le sirven a Stone para construir una película muy entretenida en la que recupera el estilo violento y descarnado de filmes como Giro al infierno. De este modo, Salvajes es capaz de sacudir a los espectadores con escenas bastante crudas mientras se mueve entre las convenciones del thriller, el cine de gángsters (alejados del glamour de El Padrino), e incluso del western; jugando a mezclar la iconografía mexicana de la muerte con las nuevas tecnologías y el montaje de videoclip, obteniendo un contraste curioso.
La película resulta amena y no aburre, pero presenta varios inconvenientes que la impiden ir más allá y contar con un trasfondo interesante. Lo que más llama la atención es que Salvajes no acaba de adoptar un tono realista a la hora de retratar a los personajes y de contar la historia, sino que muchas veces se adentra en el terreno de la caricatura, los hechos se suceden sin más y es difícil tomarse en serio a ciertos personajes, sobre todo al trío protagonista, que queda muy desdibujado. Así, Salvajes tampoco ofrece una visión demasiado crítica con el mundo del narcotráfico y el inmenso poder de los cárteles mexicanos de la droga, sino que se queda a medio camino y le falta ser más contundente, cruda y realista (para quien busque esto último, nada mejor que adentrarse en la maravillosa serie Breaking Bad). A esto tampoco ayudan ni la voz en off, que en ocasiones resulta un tanto cargante intentando ser cool, ni el final, que recurre a un truco sumamente tramposo.
En el reparto destaca la labor de los secundarios, entre los que nos encontramos a un divertido John Travolta dando vida a un agente de la DEA a quien le atrae la corrupción; a Salma Hayek haciendo de la "madre" despiadada y controladora de un cártel mexicano; y a Benicio Del Toro con un personaje sucio y perturbador. El resto de secundarios (Shea Winghan, Emile Hirsch) cumplen sin más, mientras que el trío protagonista formado por Aaron Johnson (Kick-Ass), Taylor Kitsch (Lobezno) y Blake Lively (The Town) interpreta a personajes un tanto desdibujados con los que al público no le será demasiado sencillo simpatizar.
Aun así, Salvajes tiene detalles interesantes (la brutalidad que muestran ambos bandos en la guerra por el control del narcotráfico o la broma recurrente con la melodía de El Chavo del Ocho), resulta entretenida a pesar de sus más de dos horas de metraje y supone el regreso de Oliver Stone a un tipo de cine más cercano a los trabajos que lo encumbraron, si bien se echa en falta más profundidad en esta película.