Hace cinco años una joven directora llamó la atención de más de medio mundo con Saint Maud, un portentoso e incómodo ejercicio cine de género religioso, ahora Rose Glass vuelve a aliarse con la productora que la vió nacer (A24) para crear un film sobre relaciones tóxicas con el mundo del culturismo femenino como turbio telón de fondo.
Sangre en los labios podría verse fácilmente como un explosivo cocktail de referencias pulp que van desde un joven David Lynch, o al David Cronenberg de finales de los 2000 y todo esto aderezado con un autoconsciente aire a Quentin Tarantino y a Robert Rodríguez. Parte de premisa del nuevo film de Rose Glass se puede clasificar como una road movie salvaje y sangrienta, muy sangrienta. La película coquetea con las muchas variantes del género para conformar una atípica historia de amor marcada por un fuerte aroma de tragedia griega contemporánea. El amor tóxico como motor de la historia sirve a la vez como catalizador para que los personajes sean arrastrados hasta sus más primigenios y básicos instintos. Sangre en los labios es un thriller erótico protagonizado por la white trash más representativa de la América más bajuna de los estados del sur durante los tumultuosos años 80.
Todo comienza cuando Jackie, una joven culturista que sobrevive en la calle cómo puede, emprende un viaje hasta Las Vegas para participar en la competición anual de culturismo femenino. En su camino atravesará Nuevo México y se topará con Lou, una joven que regenta un decadente gimnasio de pueblo y sus vidas cambiarán atravesando un tumultuoso camino de sexo, esteroides y mafia. El padre de Lou es traficante de armas y lleva las riendas del sindicato local del crimen y todo el mundo le respeta y le permite ejercer un dominio total del terror a sus anchas. Cuando Jackie y Lou se enamoran generan una inquietante espiral a su alrededor que entronca directamente con los planes del padre de Lou y él hará todo lo necesario para continuar su negocio ilegal y hacer como si Jackie nunca hubiese existido.
Rose Glass, por momentos pareciera que quisiera rendir homenaje al tórrido debut de las hermanas Wachowski, Lazos ardientes. Pero el film de Glass simplemente toma de ellas la esencia queer y la atmósfera decadente de la misma, para construir un excitante ejercicio de género queer que se ve arrastrado por la consecuencias de diferentes relaciones de amor tóxico que son llevadas literalmente hasta el final de sus posibilidades. Una rara mezcolanza que desemboca irremediablemente en un caos de proporciones demenciales que para bien y para mal hacen de la película una sugerente declaración de intenciones que nos recuerdan nuevamente que su directora ha llegado al negocio del cine para quedarse.
En medio de todo y de todos, una magnífica Kristen Stewart y un magnético villano interpretado por Ed Harris, hacen del film una experiencia indudablemente mejor, ambas presencias en pantalla son un lujo y un deleite para el espectador. Es muy de agradecer que con los tiempos que corren todavía hayan voces creativas y disonantes que hacen por contar una historia sobre dos lesbianas que pierden la cabeza por el amor y las esteroides, elevando el material a erigirse como un irreverente laberinto de pasiones que también tiene algo de la mugre y la esencia de la pegajosa Giro al infierno del siempre estimulante Oliver Stone.
Sangre en los labios es un demencial y mugriento thriller con ecos de un refrescante género que toma el testigo mediante una de las jóvenes directoras actuales más prometedoras e interesantes.
Título original: Love Lies Bleeding Director: Rose Glass Guión: Rose Glass, Weronika Tofilska Fotografía: Ben Fordesman Música: Clint Mansell Reparto: Kristen Stewart, Katy O’Brian, Jena Malone, Anna Baryshnikov, Dave Franco, Ed Harris Distribuidora: Avalon, Filmin Fecha de estreno: 12/04/2024