¿Por qué me duele el cielo
su luz de llaga que olvidó la muerte?
¿Por qué este oscuro duelo
que mi lengua pervierte
y en mi propio verdugo me convierte?
Voy a vivir la estrella
voy a tocar su frente de alegría.
Voy a matar la huella.
Voy a estrenar el día.
Voy a olvidar la gran palabra fría.
Voy con el agua entera
llena de pechos vivos y rumores;
la mansa, la viajera
de los largos temblores,
la de los infinitos ruiseñores.
Voy por la savia oscura.
Voy a crecer con cedros y palmeras.
Voy por la rosa pura,
por las enredaderas,
por los pausados musgos de las eras.
Por la vena de oro
suelto mis minerales sensitivos.
Gastaré mi tesoro,
mis panales altivos,
la silenciosa luz de mis olivos.
Voy a escapar... Ya siento
flotar mi gran raíz libre y desnuda!
Pero no... Me arrepiento
y tuerzo el ceño, ruda,
amarga, amarga amarga, amarga y muda.